Hablar de un día clave en una carrera de 21 etapas resulta imposible. Sin embargo, hay etapas que marcan un quiebre en el desarrollo de la competencia y que serán fundamentales para lograr vestir la maglia rosa en Milán.
El Giro de Italia comenzó, la primera fracción se la llevó Lukas Pöstlberger y así consiguió ser el primer líder en esta edición del centenario. Pero muy seguramente el austriaco no podrá sostenerse en esa posición de privilegio hasta el final de la competencia.
Hablar de una sola etapa decisiva para el título es un acto de comedia. Son varias las jornadas en las que los aspirantes al título deberán prestar especial atención si de verdad quieren llevarse el Giro del centenario.
El primer gran desafío será en la etapa 4: Cefalú –Etna. Como en cualquier carrera de tres semanas, la primera etapa de montaña marca un punto de quiebre que puede resultar definitivo para los candidatos. No se puede decir que el título se decida aquí, pero aquel favorito que dé grandes ventajas correrá dos semanas de más solo por compromiso adquirido. También pesa en esta etapa que se viene de un día de descanso, aquellos pedalistas que hayan hecho un desgaste en el llano y no hayan podido recargar baterías en la jornada de descanso, seguramente, irán perdiendo terreno. La etapa cuenta con dos puertos de montaña. uno de segunda categoría, el Portella Femmina Morta, quizás subvalorado por la organización tratándose de un ascenso de 32 kilómetros; y el ascenso al mítico Etna, puerto de primera categoría que marca la meta a una altitud de 1900 metros. Quien muestre debilidad en el ascenso al Etna la tendrá muy difícil de cara al resto de competencia.
La etapa 9 marca el final de una semana de competencia, momento clave para sacar ventajas, así sean ligeras, e irse al descanso con la tranquilidad que da estar bien ubicado. Serán 149 kilómetros de competencia, los primeros de ellos sobre ligeras ondulaciones que tendrán el condimento del viento por su ubicación, El final es el ascenso al mítico Blockhaus, una subida de 13 kilómetros al 8 por ciento de desnivel, sobre una carretera muy amplia pero llena de curvas; factor determinante en el ritmo de pedaleo de los competidores.
La etapa 10 da inicio a la segunda semana de competencia y como para sacudir un poco la clasificación general, ese inicio es con una extensa contrarreloj. Es la etapa de transición en la competencia; la que marca el punto medio entre las etapas de menor exigencia y las más complejas. Serán 40 kilómetros entre Foligno y Montefalco, terreno que buscarán aprovechar especialistas en la modalidad como Tom Dumoulin, Tejay Van Garderen o Bob Jungels.
La etapa 16 da comienzo a la última semana de competencia. Luego de una jornada de descanso los pedalistas que estén más completos buscarán aprovechar el encadenado montañoso entre Rovetta y Bormio. El trazado es nada más y nada menos que de 222 kilómetros y tiene tres puertos de montaña; el primero, el Passo del Mortirolo alguna vez fue la cima cumbre del Giro, luego fueron agregándose ascensos de mayor exigencia, pero esto no hizo que el Montirolo perdiera su mística. Luego vendrá el Passo dello Stelvio, considerada la Cima Coppi (punto más alto del Giro) a 2.752 metros de altura. Después se viene un descenso de casi 30 kilómetros para encontrarse de cara con el Umbralpass – Giorgio di Santa Maria, cuya cumbre está a 2.502 metros de altura. Los que estén a la cabeza en esa etapa buscarán sacar provecho en los 17 kilómetros en descenso que hay hasta la meta. Entre los tres puertos hay 5.400 metros de desnivel acumulado, y las oscilaciones de subida y de bajada irán desde los 250 a los a los 2.727 metros de altura. Etapa a pedir de boca para los especialistas en la montaña.
A esta altura de la competencia serán muchos los que estén fuera de la disputa por el título, pero aquellos que estén en las primeras posiciones de la clasificación general no pueden confiarse. Y menos con lo que se viene en la etapa 18; un corto trazado de 138 kilómetros que incluye ascenso a tres puertos de montaña, todos con cima por encima de los 2.100 metros de altura. Los 10 kilómetros en ascenso hasta la línea de meta, con un desnivel promedio del 7 por ciento, y con picos hasta del 12, son una invitación para que los grandes candidatos ataquen.
La etapa 20 será la última chance para que hagan algo los aspirantes a vestir la maglia Rosa al siguiente día en Milán. Serán 190 kilómetros con dos puertos de montaña, el de comenzar será nada más y nada menos que el Monte Grappa, puerto mítico con cerca de 20 kilómetros en ascenso con un desnivel promedio del 8 por ciento. Eso no más es para calentar. Luego vendrá el largo descenso hasta encontrarse de frente con el ascenso a Foza; 14 kilómetros al 7 por ciento de desnivel, y el remate serán cinco kilómetros en descenso hasta la meta en Asiago.
Si algún contrarrelojista sobrevive a esa última semana llena de montaña se jugará todo su aliento en la contrarreloj del último con salida en el autódromo de Monza y final en las estrechas calles de la Plazza Duomo en Milán.
¿Cuál es el momento clave para Nairo?
Como cualquier otro corredor, Nairo Quintana deberá estar concentrado durante las tres semanas de competencia. Habrá etapas que exijan mayor entrega o esfuerzo por parte del combitense; sin embargo, la clave estará durante la última semana, no solo por el perfil montañoso de las etapas, sino porque será el momento en que haya encontrado su mejor forma. Esto de acuerdo a la planificación que ha tenido su equipo, luego de los dos meses de descanso en su natal Boyacá y su fugaz participación en la Vuelta a Asturias, el Movistar espera que Quintana esté corto de ritmo durante la primera semana del Giro y que durante su desarrollo vaya encontrando su mejor estado, siendo la última semana el pico más alto en su rendimiento.
