Por | Nicanor Avendaño Fagua
¿Si a Usted se le enferma un dedo, dejaría que le corten el brazo, o, que lo desmiembren? Es la pregunta que haría a los bárbaros que perpetraron la tala y muerte del ficus sabanero que contempló por 150 años el transcurrir de la historia en el Puente de Boyacá.
Paradójicamente cuando se habla a viva voz del agua y el ambiente, los perpetradores de la tala y muerte del centenario árbol se excusan en el pusilánime argumento «enfermó y cayó».
Es absurdo pensar que los 3,8 billones gestionados por Amaya para el Bicentenario no hubiesen alcanzado para hacer un estudio fitosanitario exhaustivo para asegurar la preservación del indefenso árbol.
También es absurdo pensar que proclamándose a la UPTC como una de las primeras en de investigación del país, a nadie se le haya ocurrido apropiar conocimiento para la defensa del centenario árbol.
¿Dónde están los sapientes y omnipotentes investigadores, aquellos que se proclaman los defensores del medio ambiente? ¿ A dónde fueron las aves que tenían su casa en el centenario árbol?
«La raza humana se mueve en un desmesurado torbellino. A nadie le importa el destino de la biodiversidad, que implora silencio dentro de sus templos sagrados de supervivencia».
A ese acto de latrocinio le llamo, ecocidio!
Justicia! 😤