Nuestros jóvenes más parecen generación perdida al no atreverse a pensar

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Tal vez de lo más severo y realista que se pueda afirmar acerca de los jóvenes del actual momento es que pertenecen a una generación de las que en los últimos años se han venido perdiendo.

Todo por ser jóvenes que en su mayoría, nada los inquieta ni los lleva a pensar; se mantienen en un estado de indiferencia frente a cuanto aparece en el orden del día: una Colombia de avatares, de problemáticas de todo orden y lo que es peor de sin salidas para los sectores que más pueden estar experimentando situaciones de pobreza y hasta de miseria.

Un panorama así oscuro y turbulento, no estremece en lo más mínimo a unas generaciones que, quien sabe, qué han entendido por verse en las aulas de colegio o universidad; que a lo sumo se inquietan por unas notas, por obtener un título; pero que en definitiva no son “fuerza viva” desde su propio desenvolvimiento estudiantil; como jóvenes, son simple algarabía; son tumulto sin ton ni son; son “jugarreta”; son cuadro; hasta pueden ser unos iniciados en la cerveza o en el trago; o simplemente viven engrosando la “zona rosa”; son unas disipaciones y hasta unas frivolidades; con unos lenguajes que son más su “literatura” de laberinto, moderno, apartado; entre juegos de luces y música estridente para ensordecer el alma; se pierden en el no pensar.

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Allá en las afueras, pueden haber círculos de “catanos”; unos no tan viejos; llevan incluso rasgos de juventud; pero algo o mucho los inquieta; viven hablando de un país que, según informes, ¡sabe Dios en qué consiste!, país con sus zonas de inseguridad, con sus muertos, con sus “políticos” en campaña; con sus propias algarabías, llamando a desfiles por lo que tanto se espera de la paz, en fin, metiendo en todo cuento de la sociedad, aún al colegio o a la universidad.

Allá en otros ángulos de la disipación, otros jóvenes, permanecen en las esquinas, ya llegada la noche; conformando sus propios tumultos; sin importarles “un pepino” lo que está fuera de sus círculos o cuadros. Nada leen fuera de lo que impone tal o cual “ticher” en el colegio o universidad. En clase, entre tanto, nada manifiestan en inquietudes, en interrogantes, en cuestionamientos. Todo es más para convertirlo en “relajo”.

Mal síntoma el de una generación que no da para sostener el mas mínimo nivel de discusión; ni siquiera cuando se asiste a un foro. De los que exigen presencia estudiantil.

¿Qué puede esperarse? Simplemente, es generación perdida; mientras no haya atrevimiento a pesar, se estará condenado a no ser sujeto de cambio; a sabiendas de que si no se actúa por lo “distinto”, por lo que pueda ser rompimiento de la cotidianidad, vacía o superficial, se estará condenado a ser un simple parásito; un estorbo de lo histórico; una veleta de las circunstancias; porque ni siquiera llegando a hacer una carrera se llegará a brillar en la profesión; no se saldrá del montón.

La vida o son desafíos para ir en lo colectivo de lo humano, de lo social, de lo político, o se irá simplemente en el carrusel o círculo vicioso; efecto de unas generaciones más que perdidas en su pobre quehacer, sin que nada de trascendente se produzca, se lleve en el alma, se viva.

Así esta generación de jóvenes parece conducida al fracaso, al no asumir el reto de la historia frente a las responsabilidades que exigen los tiempos actuales; ya que se pudiera afirmar que para el hombre de hoy al continuar siendo del montón, simple y llanamente perderá el sitial que lo conduzca a formas de historia más humanas y civilizadas.

Sin embargo no todo está perdido, pues a medida que se vayan abriendo los canales que iluminen la conciencia, se verá el rescate de los valores y principios universales de fraternidad, convivencia, como las únicas reglas que deben regir la conducta de los jóvenes. Esta será la única tabla de salvación en este nuevo naufragio a que se ve abocado el futuro mismo de la humanidad.

Una de las conclusiones vitales será la de que el joven de hoy, se convierta en adalid y apóstol de la paz, ejemplo de vida y sentido de justicia.

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