
El Aguinaldo Boyacense 2025 cerró oficialmente con un balance que, desde la óptica institucional, fue positivo. Así lo informó la Policía Metropolitana de Tunja que destacó el buen comportamiento ciudadano, la ausencia de hechos de gravedad y el desarrollo “normal” de los eventos que congregaron a más de 150 mil personas.
Sin embargo, el cierre de la principal fiesta decembrina de la capital boyacense deja preguntas que deben incomodar a todos los ciudadanos y a la Administración Municipal: ¿Hasta cuándo Tunja seguirá celebrando sin planear, y planeando solo cuando el caos ya está encima?
Según el balance policial, durante los días del Aguinaldo se realizaron 15 capturas, se impusieron 229 comparendos, se recuperó una motocicleta y se incautaron 36 armas blancas, 100 gramos de estupefacientes, 80 botellas de licor adulterado y 54 botellas sin estampilla. A esto se suman 5.250 llamadas a la línea 123, que derivaron en 1.150 procedimientos efectivos. Para la institución, estos números reflejan control y capacidad de respuesta.
Pero la tranquilidad medida en estadísticas contrasta con la experiencia cotidiana de miles de tunjanos. Calles colapsadas durante horas, ausencia de rutas alternas, peatones caminando entre vehículos, motos rodando por andenes, conciertos sin aforo suficiente y una Plaza de Bolívar saturada evidenciaron que Tunja sigue sin una infraestructura adecuada para eventos masivos.
Mientras la Policía resaltó el “excelente comportamiento” ciudadano, la ciudad enfrentó madrugadas con pólvora, consumo excesivo de alcohol y desorden en zonas residenciales, situaciones que, aunque no siempre terminan en capturas, sí afectan la calidad de vida. La convivencia no se mide solo por la falta de tragedias, sino por el respeto al descanso, al espacio común y a la movilidad.
El uso reiterado del calificativo de “balance positivo” también abre el debate de ¿es suficiente con que no haya muertos o heridos para hablar de éxito?
La seguridad no puede reducirse a evitar lo peor. Debe aspirar a garantizar bienestar, planificación y prevención integral. En ese sentido, el Aguinaldo volvió a mostrar una ciudad que reacciona más de lo que anticipa.
Otro punto clave fue la dependencia del control policial como principal soporte del evento. El acompañamiento permanente permitió que las actividades se desarrollaran, pero dejó en evidencia la falta de una estrategia urbana clara que articule cultura, movilidad, comercio y seguridad. Cada año, la misma historia: más policías, más vallas, más cierres… y los mismos cuellos de botella.
El Aguinaldo Boyacense es, sin duda, una tradición que une a las familias y dinamiza la economía local. Pero también es un espejo que refleja las limitaciones estructurales de Tunja como ciudad anfitriona de grandes eventos. Celebrar sin evaluar a fondo es repetir errores.
La fiesta terminó. Las luces se apagaron. Las cifras… La resaca.













