Villa de Leyva, un éxito en peligro

Foto | Hisrael Garzonroa
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No queda más remedio que enfrentar la realidad

El alcalde Víctor Hugo Forero invita a todos a querer a Villa de Leyva y a respetarla como la joya de la corona.

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Villa de Leyva y toda la región del Alto Ricaurte tienen que hacer el indispensable alto en el camino para tratar de entender lo que ha sucedido con el desarrollo de la industria del turismo y así poder enfrentar el futuro que puede ser tan prometedor como frustrante.

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La región del alto Ricaurte es hoy uno de los lugares con más dinámica en el territorio colombiano en cuanto a su desarrollo y potencial económico, a partir de las actividades del turismo, con la ciudad más preciada y codiciada del interior del país que es Villa de Leyva, donde las dinámicas inmobiliarias, la presencia cada vez más diversa de habitantes que llegan de todas partes, y la expansión progresiva sobre todo del territorio del eje Ráquira-Gachantivá, llevan a pensar en que es necesario replantear todo lo que hasta ahora se ha hecho y dicho sobre la región.

Las restricciones

Lo que acaba de pasar en la Semana Santa con la discusión y el enfrentamiento entre el Gobierno Municipal y los comerciantes no corresponde a un asunto episódico producto del capricho de la primera autoridad del municipio, como tampoco con la prevención, la crítica y la resistencia que despertaron las medidas tomadas por el Alcalde entre los comerciantes, quienes alegan que se vieron descentrados de sus órbitas de buenos resultados y jugosas utilidades a las que se han acostumbrado con la dinámica de la actividad turística que no cesa de crecer cada año en la ciudad y toda la región.

Que el Alcalde restrinja la venta de bebidas alcohólicas y limite el tiempo de atención al público, y fuera de eso, que ordene que los equipos de sonido se silencien para dar paso tranquilo y respetuoso a las procesiones de los días santos, tampoco es una calamidad.

Primero, como dijo el alcalde Víctor Hugo Forero, hay que reconocer que la Constitución preceptúa que este es un estado laico, pero que es necesario el respeto mínimo que se debe a las tradiciones de la comunidad raizal que tampoco pueden ser vulneradas, así como las demás creencias; y, segundo porque las calles y las plazas no se pueden convertir en espacios de cantina libre con cualquier tipo de excesos; sin embargo, aquí está el interrogante: ¿alguna de las partes tiene la razón por sí sola, o es mejor que comience un proceso de evaluación y valoración de lo que está ocurriendo para que surjan acuerdos? 

La crisis del éxito

Foto|Hisrael Garzonroa
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Es evidente que las cosas no pueden seguir como hasta ahora: en Villa de Leyva, y por extensión en toda la región,  el asunto está en el éxito que se nota como hecho predominante  a lo largo del eje ya mencionado, con Villa de Leyva a la cabeza, donde el principal indicador del vértigo del crecimiento está representado en el sector inmobiliario, el que también se extiende al resto del territorio en los municipios vecinos; otro indicador de comprobación empírica es la actividad económica asociada al turismo que ha disparado literalmente el crecimiento de hoteles, restaurantes y otras formas de venta de comida como las industrias de la longaniza en Sutamarchán y las arepas en Tinjacá, con la asociación muy pertinente del comercio de las artesanías cuyo centro es Ráquira.

Y todo lo anterior sustentado en la naturaleza que dotó a la región de inestimables ventajas que contribuyen al auge que se ve, tal como está sucediendo con Tinjacá, lugar de moda este año, dado que al fin se está entendiendo la importancia que tiene el hecho de ser el mejor clima del país, lo cual no es una exageración; en esta localidad cada metro cuadrado de superficie tiene especial valor dada esta característica, lo que puede, sin embargo, convertirse en riesgo más que en ventaja si la situación no se maneja como es debido. Y del otro lado del Valle de Saquenzipa, están los municipios de Santa Sofía y Gachantivá, donde la naturaleza prodigó lugares de singular belleza que propician otra alternativa al turismo, tal como quedó demostrado con el reciente encuentro sobre turismo rural y comunitario que convocó delegaciones de toda Latinoamérica.

La suma de todo esto hoy da un signo de éxito para la mayoría de las actividades que se emprendan en la región; la economía de los servicios al turismo concentra un alto porcentaje de la actividad económica que, junto con la transformación de la agricultura que ha derivado en la producción bajo invernadero, completan un escenario de prosperidad que la región no había experimentado hasta ahora; pero a la vez, surgen los riesgos inherentes a cada actividad cuyas consecuencias en el mediano y largo plazo pueden ser catastróficas de no tomar las medidas y adoptar las decisiones que son indispensables y, que en todo caso, significan algún grado de sacrificio para todos, pero que nadie quiere asumir en particular, y es aquí donde surge el conflicto, tal como se dio en la Semana Santa entre la Administración de Villa de Leyva y los comerciantes, que tampoco es la primera vez que sucede.


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Poner límites

Limitar algunas actividades siempre ha estado a la orden del día en las últimas dos décadas en Villa de Leyva ante el continuo crecimiento de la industria turística; como resulta evidente que todo está desbordado en algún momento, lo que a la larga hace insostenible cualquier proceso, no queda otra alternativa si no establecer con seriedad y razones precisas hasta dónde se puede liberar cualquier actividad y dónde debe empezar a ser limitada.

Así que la ciudad cosmopolita, donde conviven hoy ciudadanos de más de 20 nacionalidades distintas, que recibe los ocupantes de más de 40 mil vehículos, (cifra de la última Semana Santa) que vienen de disfrutar del mayor goce posible, se encuentran con esta medida, entonces se piensa que el alcalde está excedido y que sus decisiones son inconvenientes. Claro que no; aquí es donde el buen juicio de todos debe imponerse, so pena de echar a perder los logros alcanzados y los beneficios futuros que serán extraordinarios si ahora se toman las previsiones del caso.

Villa de Leyva y toda la región deben concertar el uso del territorio y sus recursos, deben garantizar los servicios públicos de la mejor calidad y el aseguramiento del suministro continuo y suficiente; así que un recurso como el agua debe ser ordenado y debidamente gestionado para todos los rincones urbanos y rurales; a la vez las aguas servidas deben ser tratadas y devueltas limpias a las fuentes naturales y esto lo debe pagar la actividad económica que las genera; el urbanismo y todo lo que conlleva la presencia masiva de visitantes con las obras que hay que hacer para garantizar su movilidad, como carreteras y sistemas de parqueaderos, debe ser proyectado para toda la región; lo mismo debe pasar con los residuos sólidos que resultan de toda esta actividad, estos deben ser manejados y eliminados allí mismo y sus costos también deben ser asumidos por la industria que los genera.

Que todos en Villa de Leyva y el Alto Ricaurte, en el más breve tiempo, tienen que aceptar que lo menos deseable es permitir que el caos y la anarquía sigan aumentando, a nadie le puede caber duda. Las medidas tomadas por el alcalde Forero, como ya lo han hecho otros en el pasado, seguramente no serán las más perfectas y pertinentes, pero tampoco pueden ser rechazadas y condenadas sin consideración, ya que en medio de todo está el futuro de la región, el cual, como queda dicho, puede ser de extraordinario beneficio o del peor fracaso económico, social y ambiental.

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