Negocios cerrados, otros vendiendo a puerta cerrada; el paso por San Andresito deja una desazón al ver sus puertas enmarcadas con carteles de domicilios; locales vacíos con avisos de ‘Se arrienda’; cuadras enteras de filas de clientes bancarios; domiciliarios en moto o cicla, sin tapabocas y sin guantes; vendedores ambulantes trabajando bajo amenaza policial; el compañero de calle con botella de Bóxer en mano, el niño vendedor de bolsas; un transeúnte dijo a nuestro fotógrafo: «¿A qué sale uno? Con todo cerrado, será solo a mirar las palomas»; eso fue Tunja el viernes 8 de mayo.
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