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Las universidades son del presente, del tiempo en que viven y actúan aunque haya visos de futuros previsibles como los que marcan tendencias y caminos que ya recorren el MIT, Harvard, Open University, Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), IA University (Latinoamérica), organizadas sobre estructuras que se extienden al mundo entero, descentralizadas y digitales, con notable reducción de actividades en el lugar físico del campus y más infraestructuras digitales robustas, con plataformas en línea, articuladas (no equivalentes a precarias redes individuales), ni a paquetes tecnológicos separados. La universidad fue el cerebro de la nación, ahora tendrá que ser un cerebro más global, deslocalizado pero centrado en lo que mejor sabe pensar y hacer, con tecnologías de realidad virtual y aumentada, inteligencia artificial, sistemas adecuados de enseñanza-aprendizaje y pedagogías críticas, sin barreras burocráticas que impidan el acceso de estudiantes desde cualquier lugar del mundo, que encuentren docentes altamente formados y funcionarios con plena comprensión de los sistemas digitales y del contexto en el que se producen las interacciones.
Debe leer:
»Universidades del presente y del futuro I: La universidad y los cambios que la acechan
»Universidades del presente y del futuro II: Inteligencias humanas y convergencias digitales
Pensar un campus virtual, como opción posible, conduce perfectamente a asumir el riesgo de replicar el campus físico, en un primer momento, integrar todos sus acumulados de experiencias, saberes y modos de acción, solo que operando de manera similar a los mundos de realidad aumentada o de metaversos, recreando aulas, laboratorios y auditorios, facilitando la interacción social y académica en tiempo real, con bibliotecas digitales avanzadas, libros, artículos, salas de patrimonio, de archivos, de música, arte, aulas, agendas culturales, simulaciones interactivas y museos, accesibles a través de dispositivos inteligentes, sin perder de vista que tienen un entorno real, físico, necesitado.
Las modalidades híbridas están copando espacios a nivel global, con flexibilidad de horarios, cursos asíncronos y síncronos adaptables al interés de los estudiantes y a sus estilos de vida, sin barreras de edad, tiempo y espacio. Hay experiencias de obtención de micro credenciales por temáticas en cambio de cursar programas largos y rígidos. Programas de 5 años se han reducido a 4 o menos y en posgrados se ha reducido el rigor de la investigación y restado hasta la tercera parte del tiempo de duración anterior. Modalidades de títulos por acumulación de certificaciones modulares y programas con ajustes personalizados apoyados en análisis de datos e inteligencia artificial que organiza trayectorias individualizadas según intereses, oportunidades y habilidades particulares. Hay disminución de lo obligatorio y aumento de lo opcional, electivo, lo inamovible está en crisis. Hay oferta creciente de cursos por demanda, donde los estudiantes acuden de manera gratuita y si requieren certificación la pagan. La reducción de presencialidad ocurriría por menor frecuencia de interacciones colectivas y más encuentros precisos, personalizados y de mayor especialización, abriendo la posibilidad de reorganización administrativa con mayor tiempo de trabajo en casa.
La política universitaria nacional, que es un faltante histórico, antes que seguir la lucha público-privado tendría que concentrar recursos e infraestructuras y estimular esfuerzos concurrentes entre instituciones para la sostener bibliotecas digitales y organizar ciudadelas de laboratorios (móviles o regionales) en instalaciones específicas a las que estudiantes de cualquier universidad o carrera puedan acudir por equipos físicos o experimentos científicos y académicos aprovechando al máximo las oportunidades tecnológicas de educación inmersiva y de simulaciones con realidad virtual y realidad aumentada, recreando entornos prácticos (ingenierías, ciencias), simulaciones (salud), escenarios interactivos (economía, derecho, negocios). El modelo podría tener similitudes con los antiguos ceres, pero con sentido de territorialidad e identidad. Hay experiencias en el MIT (EE. UU), Technium Centres (Reino Unido), TUM LabCity (Alemania), UNAM, UBA, UIS, pero aún no experiencias de alianzas con lógica de soberanía y territorialidad, por fuera del mercado, como se podría explorar por ejemplo con una alianza binacional de universidades con influencia directa en la amazonia (Brasil U. estatal de la Amazonia, Colombia, U.N, UNAD) para generar un gran proyecto de universidad amazónica, que se la apropie, la defienda, aprenda de sus raíces y acumule su potencial biológico, médico, espiritual, material, sus lenguas y visiones del mundo y extensivo a Orinoquía.
Los contenidos de los programas en cualquier caso reforzarían su ethos, epistemología y metodología, centrados en un aprendizaje basado en escenarios, con interés en los territorios, sus culturas propias, riquezas del entorno y modos de ser, para que la inteligencia artificial entre como una herramienta de acompañamiento no avasalladora, ni dueña de la verdad, útil para evaluar, monitorear avances y necesidades, identificar errores, recomendar itinerarios para abordar áreas con mayor dificultad, auditar procesos e inclusive validar técnicamente títulos y certificados, evitando fraudes y facilitando su uso y migración internacional
La opción por un modelo híbrido en las universidades, en particular las públicas, exige saber con claridad que quieren al extenderse, al entrar en otras formas de relación, sin alterar su esencia, ni su ciencia, sin modificar su naturaleza que no puede ser de mercado, ni de gestión privada de recursos e indicadores, que es un asunto pendiente de tratar ante el asedio de los sistemas de calidad que anulan a la misma calidad, y asumir riesgos para mantenerse relevantes en un mundo cambiante, garantizar su autonomía a base de inteligencia humana y saber aprovechar al máximo la tecnología y las oportunidades para hacer cambios rápidos. De su gobierno, docentes, estudiantes y trabajadores dependerá mantener las garantías del derecho humano a la educación, con un sistema universal y gratuito, y bajo el principio de que la universidad no es solo para transferir conocimiento, sino también un espacio para crear solidaridad, luchar por la soberanía y los derechos, y ser un lugar de interacción cultural, para intercambiar actividades humanas, respetos, emociones, razones, artes, debates y vigilar conquistas históricas que requieren espacios en los campus. Sí se viniera abajo la esencia de la universidad actual muchos de quienes hoy son sus actores principales, no lograrían sobrevivir afuera.