Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
La Alcaldía de Tunja comenzó el 29 de agosto de este año un ciclo de mesas de concertación en 10 sectores que agrupan barrios y veredas de la ciudad, para analizar los ajustes al actual Plan de Ordenamiento Territorial (POT), cuya adopción data de hace un poco más de 20 (2001) años y sólo fue revisado en 2014. Esta ronda de lánguida participación, que se ha venido realizando en salones comunales y escuelas rurales, concluyó el pasado domingo 18 de septiembre.
Las transformaciones que ha experimentado la ciudad en este intervalo son notorias, acentuando su perfil de ciudad con funciones de servicios, lo que ha estado acompañado de una expansión urbana que ha apalancado esta vocación económica. De allí que el debate sobre el modelo de uso y ocupación del espacio urbano, y la consiguiente planeación del desarrollo urbano, resulta relevante.
El diagnóstico sobre la dimensión económica incluido en el documento que la administración municipal ha divulgado, es muy escueto y está centrado en la destinación económica de los predios urbanos y rurales de Tunja y la distribución sectorial de su tejido empresarial, tomando como referencia, principalmente, los años 2019 y 2020. Es cierto que existen dificultades en la obtención de información estadística sobre la economía tunjana, y, quizás, en la información disponible, no abundan las cifras sobre el entramado económico de la ciudad, en tanto no se efectúe el nuevo censo económico, teniendo en cuenta que el último se realizó en 1991, y que este pueda proporcionar información comparable y confiable.
Un primer aspecto que el documento debió haber identificado es la importancia de la economía local en el contexto regional. Es indudable la centralidad la ciudad en el plano regional, -máxime cuando en el POT aprobado en 2001 se convertía a Tunja en ciudad-región-, comoquiera que la contribución de la economía local al valor agregado departamental bordea el 15 por ciento.
De otro lado, la información más reciente sobre el desempeño del mercado de trabajo revela las fluctuaciones que provocó la pandemia durante el periodo 2019-2020, cuando se perdieron 5.000 plazas de trabajo, en tanto que 6.000 personas fueron expulsadas del mercado laboral, mientras cayó el número de subempleados subjetivos, ya sea por duración de la jornada, cualificación o remuneración. La fuerza laboral de la ciudad, representa un poco más de la mitad de su población, según las proyecciones del censo nacional de población de 2018.
La composición de la economía local, guarda similitudes con las de otras ciudades colombianas. Aún más, el – heterogéneo y disperso sector servicios ha registrado una hipertrofia, a expensas de los otros dos sectores, por lo que replantear un modelo de crecimiento urbano basado en los sectores con mayores efectos multiplicadores, como son el agro-minero y el industrial, no es una alternativa viable ni en el corto ni en el mediano plazo. Quizás es más viable una estrategia de aglomeraciones (clusters) agroindustriales, que se sustente en la producción agrícola subregional y las posibilidades de transformación de estos productos con destino al mercado regional y nacional.
Finalmente, tal como se observa en el cuadro anterior, la composición sectorial del empleo no se aparta de las tendencias de las unidades económicas, ni de los ingresos derivados de su operación. El peso abrumador del sector terciario (85 por ciento), liderado por el comercio mayorista y minorista y los talleres automotrices (21 por ciento), se mantendrá como un rasgo de la economía urbana tunjana. La menguada industria manufacturera solo absorbe el 6,6 por ciento del empleo generado, por lo que instalar zonas francas exportadoras, como lo propone la Alcaldía, no es muy realista.
COLOFÓN:
Ahora bien, el documento comentado no explora las ventajas puntuales de localización de las actividades económicas y su inserción en la zona de influencia del municipio, como eje central, y sus múltiples articulaciones que permitan desplegar esfuerzos y recursos conjuntos, teniendo como pivote las estrategias de desarrollo regional que rescaten las capacidades de arrastre presentes en los encadenamientos intersectoriales urbanos-rurales. Este despliegue requiere identificar los sectores con mayores anclajes productivos, sin embargo, la supremacía del sector terciario no permite inferir que dentro de la matriz productiva local sean las actividades agro-mineras ni las industriales las responsables de jalonar el crecimiento económico.
Llama la atención la superficialidad de las afirmaciones contenidas en el documento de referencia, por ejemplo: “La ciudad de Tunja posee una ubicación geográfica característica, la cual le permite desarrollar diversas actividades que la hacen relevante a nivel local, nacional e internacional” (Dimensión económica, p. 55), o “Así, su posición le permite al municipio procesos y formas de organización de la comercialización, ya sea individual o asociativa”.
Por último, la conclusión a que llega el documento de la Oficina Asesora de Planeación de Tunja es simplista: “La ciudad de Tunja tiene un potencial económico significativo, pues durante años ha trabajado por la consolidación como epicentro institucional, social, político y económico del departamento” (p. 67).
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