La violación de varios derechos laborales motivó la movilización hasta Bogotá por parte de los mineros que no aguantan un día más de maltratos, abandono y abuso por parte de las multinacionales que hacen presencia en su territorio.
Como nunca antes se vio, un campamento minero ha sido instalado en Chapinero, al norte de Bogotá. Claro que no se trata de un campamento minero tradicional, pues de allí no podrá extraerse mineral o piedra preciosa alguna. Los mineros de Muzo llegaron allí sabiendo eso, pues no fue dignidad lo que fueron a buscar en ese lugar.
Para ser precisos, están ubicados en la carrera séptima, a la altura de la calle 72, lugar en donde funcionan las oficinas de la multinacional Esmeraldas Mining Services, que, según los mineros, lleva 16 meses negándose a reconocerle sus salarios.
“Llevamos 16 meses con los contratos suspendidos. Nuestra situación económica es realmente muy dura. Hemos venido aquí para exigirla a la empresa que nos reactive nuestros contratos, no es justo con nosotros, somos hijos de Muzo”, explica uno de los manifestantes situados hoy al frente de aquel edificio de oficinas.
La llegada de los mineros a la capital de la República se dio a principios de esta semana, pero ellos están dispuestos a permanecer allí cuanto tiempo sea necesario, pues sienten que es lo único que les queda por hacer, pues ni los siete días de protestas en Muzo, ni la mesa de diálogo virtual llevada a cabo con representantes de la empresa, la Gobernación de Boyacá, y la parte afectada, sirvió para solucionar la problemática.
La situación ha entrado en un círculo vicioso, pues mientras la empresa solicita gente en perfecto estado de salud para llevar a cabo una labor de alta exigencia física como es la de meterse en un socavón, los mineros le solicitan primero cumplirles con las garantías laborales, como las de atención en salud, para así estar en perfecto estado y poder llevar a cabo las tareas requeridas.
