De no tomarse medidas nacionales e internacionales urgentes, estas podrían ser las poblaciones más devastadas por el COVID-19. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, estas personas están en mayor riesgo a medida que se propaga la pandemia, y, hace un llamado a los gobiernos de los países receptores a brindar a los migrantes el mismo tratamiento que recibe cualquiera.
Las redes sociales están invadidas de titulares escandalosos por migrantes desembarcados en ciudades, no solo boyacenses sino en todo el país, noticias y denuncias que han creado una connotación de desagrado y acrecentaron la xenofobia. Personas, familias con niños en brazos, obligadas a abandonar sus hogares por el desplazamiento político y económico, además de enfrentarse al rechazo social, ahora libran batalla contra el azar para no contagiarse del COVID-19.
Son poblaciones que no tienen un hogar donde pasar el aislamiento obligatorio, y otros se encuentran en campamentos atestados de personas, muchas veces sin alimento, sin agua para beber o para el tan recomendado lavado de manos. La gente al verlos caminar por las calles los fotografían como entes exóticos y salvajes, se ofuscan y los denuncian en redes sin omitir insulto. Las alcaldías dejan toda la responsabilidad a Migración. Muy pocos son quienes les brindan ayuda.
El COVID-19 podría convertirse en una enfermedad que junto al dengue, afecte casi exclusivamente a los más vulnerables, y acá, más que los migrantes, están los más pobres, los sin techo, los que deben beber agua estancada, vivir en alcantarillas.
En declaración de Henrietta Fore, Directora Ejecutiva de UNICEF, dice “Casi con total seguridad, la COVID-19 se asentará en los campamentos de refugiados y en los atestados centros de recepción y detención que acogen a las familias migrantes. Dada la rapidez con la que se propaga el virus, parece que esta situación se producirá de manera inminente«.
Fore indica igualmente que las familias que viven con enormes obstáculos para recibir atención médica y en condiciones poco seguras en campamentos atestados de gente, «tendrían más probabilidades de contagiarse y más dificultades para combatir la enfermedad».
“En la actualidad hay 31 millones de niños que han tenido que abandonar sus hogares. De ellos, 17 millones son desplazados internos, 12,7 millones son refugiados y 1,1 millones son solicitantes de asilo. Todos ellos necesitan algún tipo de asistencia. La mayoría no pueden permitirse el lujo de llamar a un médico cuando se enferman, de lavarse las manos cada vez que lo necesitan o de poner en práctica el distanciamiento social para frenar la transmisión de la enfermedad», dice la Directora Ejecutiva de UNICEF.
Según el Ministerio de Salud, la atención debe ser la misma para todos. Por esto planteó recomendaciones para Entidades Territoriales, equipos asistenciales socio-sanitarios, centros públicos de servicios sociales, IPS y EPS en la atención de migrantes, «Las barreras para la atención en salud y la discriminación podrían favorecer un ambiente donde las personas diagnosticadas con el virus, infectadas o enfermas no reciben tratamiento, lo que implica mayor propagación del virus”.
El Ministerio invita a los gobiernos locales a fomentar los diálogos y el desarrollo de estrategias intersectoriales, disponer o acondicionar espacios para el aislamiento preventivo y por contagio, para las personas migrantes que no tengan lugar de residencia y estén en una situación irregular en el país.
El documento del Ministerio expresa que EPS-IPS deben disponer y difundir información entre los afiliados que hagan parte de la población migrante, sobre las redes de servicios para la atención de la infección respiratoria aguda.
En los casos de migrantes estas entidades deben garantizar el acceso a los servicios de salud a la población extranjera con sospecha de contagio o con contagio.
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