
A Johannes Lübs
mi gratitud siempre,
por su generosa invitación
a ser parte de esa idea
por él bautizada como,
TRAS EL HUMO DEL DISPARO.
A León Mojica, por ser el libretista
que de primera mano inmortalizo
la historia.
A Cristo, Ana, Segundo y a quienes
nos contaron sus experiencias de vida
en parches y cambuches.
Por mucho tiempo, se rumoró insistentemente en la Vuelta al Perro, que en la administración de Pablo Antonio Guío Téllez, se había elaborado una lista, para “desaparecer” inicialmente a los integrantes del Parche del Mono de la Pila; lo cierto, es que todo comenzó una noche del mes de octubre de 2002.
Una Toyota Hilux blanca de platón, se convirtió con el pasar de los días en el terror de la noche, deambulando al amparo de la soledad en las vías, con la misión de recoger habitantes en condición de calle, “para llevarlos a pasear”.
Ellos aceptaban sin mayores reparos subir al vehículo, porque pensaban que, con la llegada del Aguinaldo Boyacense iban a ser abandonados fuera de la ciudad; además, muchos aseguraban que esa camioneta parqueaba en la sede del CTI, frente a la Cruz Roja de Tunja.
Bajo estas circunstancias hace 23 años, la bella y señorial ciudad de Tunja, fue durante los meses de octubre de 2002 a marzo de 2003, el epicentro de una serie de asesinatos selectivos, dirigidos principalmente contra habitantes en condición de calle.
Fueron días en los que el miedo le cedió el paso a la muerte, y diariamente arropados bajo el silencio de la noche y la pasiva complicidad de las autoridades y habitantes de la ciudad; los disparos a quemarropa de la nueve milímetros se sucedían, sin que nadie reclamara.
Pero en la madrugada del 27 de marzo de 2003 el cuerpo inerte de Raúl Delfín Sandoval Escobar fue visto sobre el piso a un lado de la vía que conduce de Tunja al municipio de Paipa, junto a otros muchachos; una versión que contraría los informes oficiales, ya que en ellos se reportan tales hallazgos, en la Vereda Piedra Gorda del municipio de Sora.
La noticia la recibí a las 7 a.m. del distribuidor de Productos Alpina, en la tienda ubicada en la calle 18 con carrera 6, y a partir de entonces todo cambió, porque la víctima era un hombre bueno en el sentido más amplio de la palabra y la indignación floreció obligándonos a protestar.
Escribí entonces HOLOCAUSTO, un artículo anónimo con el cual buscaba despertar a Tunja, pero que no encontró por muchos días el apoyo que permitiera su publicación; hasta que el periodista Fredy González y el Padre Julio Garavito, aceptaron su difusión en la edición del PUENTE BOYACENSE distribuida el 27 de abril de 2003.
Ese artículo lo comencé con AMIGO LIBERTAD, un intento de hacer poesía sin ser poeta:
Raúl,
Tú vivirás siempre
en el corazón y el recuerdo
de tus amigos.
A disparos inmovilizaron
tus manos fecundas,
y de ellas no volverá a florecer
el alambre convertido bicicleta.
Tus esculturas de árboles,
arañas y escorpiones;
hablarán de ti,
sin importar el tiempo.
“Renegado”
Amigo Libertad
Tú vivirás siempre.
El asesinato de Raúl fue el motivo primigenio que me impulso a escribir. Denuncié los asesinatos, pero también conté historias de vida como EVOCANDO A RAÚL, que hicieron frente a la comunidad tunjana, más repudiables los asesinatos.
I
Sobre la calle 18 de Tunja,
camino de la avenida oriental a la novena
abrigada en su acostumbrada soledad,
se desplaza la espigada figura
de Raúl Sandoval Escobar.
Mientras sortea la empinada cuesta,
sus manos tejen sin parar figuras de alambre,
y sus ojos escudriñándolo todo
gatean presurosos sobre el piso.
No existe en el Centro Histórico,
un ápice de espacio que no haya recorrido,
ni transeúnte a quien no le haya ofrecido
sus esbeltas bicicletas.
Qué manera de hacerle el amor a la vida,
qué manera más inofensiva de abrazar la libertad,
y así todos los días
desde que sale el sol hasta el ocaso.
Solo a ti pertenece,
la forma sublime que elegiste
para excitar tu intimidad;
y sin embargo,
un cenáculo de imbéciles
se abrogó el derecho a profanarla.
II
Como en otras ocasiones,
aquella madrugada del 27 de marzo de 2003,
te invitaron a pasear,
confiaste en ellos porque los conocías.
Como sospechar
que bajo el cielo de Piedra Gorda en Sora,
esos miserables
a mansalva te arrebatarían la vida.
Al amparo de las sombras
han asesinado a un hombre bueno,
y en el corazón de sus familiares y amigos
la ira y el dolor se hacen incontenibles;
maldito el ser que sentencio tu muerte,
maldito sea quien disparó a tu cuerpo.
III
Tus asesinos
no tendrán un epilogo de impunidad y olvido,
pues como don supremo
la sangre llama
y la amistad obliga.
“Renegado”
paz en la tumba que te acogió,
y que flores siempre vivas te acompañen,
entonando cantos de vida, amor y libertad.
Creo haber sido el primero en levantar la voz y el único, que en estos últimos veintitrés años ha mantenido siempre una actitud firme de denuncia, contra toda esa suerte de abusos de los que son víctima, quienes viven en Tunja en condición de calle.
Estoy absolutamente convencido de que no hay otra forma de evitar que se repita la tragedia de la que fueron víctimas Juan Pablo, Pili, Alexandra, El Profe, Barrabás, Garganta, Cantante, Oscar, Patón, Pita, Renegado, Melquin, Harold, Miguel Ángel, John Fredy, Romy, etc. etc., etc.
A ellos, mi abrazo siempre afectuoso, mientras es descubierta por nuestras autoridades civiles y judiciales, la existencia del artículo 13 de la Constitución del 91, y la justicia llega.
Pero un día, no recuerdo cuánto tiempo después de la masacre, llego a la empresa donde trabajo, el joven alemán Johannes Lübs acompañado del poeta León Humberto Mojica; con la idea de hacer un documental para visibilizar la trágica existencia de los habitantes de calle y denunciar lo que en Tunja había ocurrido. Ahí, en ese instante, comenzó a gatear ese infante que se conocería en el planeta azul como Tras el humo del disparo.
Han pasado desde entonces, dos décadas, sin que nada semejante volviera a ocurrir. Razón por la cual, agradezco hoy a Mónica Natalia, el que haya convertido su tesis de maestría, en un instrumento para rescatar del olvido a las cuarenta y una victimas del exterminio social y por supuesto, gracias a la Universidad Externado de Colombia y al Banco de la República, por darle la palabra a los sobrevivientes y familias afectadas.
Y gracias a ustedes, por participar en este conversatorio que asumo, como una forma generosa de REPARACIÓN SIMBÓLICA a Veintidós Años Tras el Humo del Disparo, con la esperanza de que nunca más, el miedo nos obligue a cederle el paso a la muerte.
Un abrazo y apoyo siempre.












