Difícilmente se volverá al esplendor y el pensamiento crítico de la década del 70.
En Colombia han sido muy pocos los políticos de alguno de los dos partidos históricos que han llegado a darse el lujo de conocer y aún de valorar ideologías, comportamientos, actitudes y dinámicas de trabajo de sectores de disciplina marxista o de inspiración socialista. Más que políticos, han sido tratadistas o politólogos.
Entonces figuras de gran acogida o aceptación por parte de demócratas del país. En otros términos, han sido como “hombres – institución”, al no pertenecer a lo vulgar de la “política” y sí en cambio ser unos abanderados de lo que debería ser la política en su propios ideales.
Se conocerá en Colombia lo que fue el doctor Alfredo Vásquez Carrizosa. Se sabía que pertenecía al Partido Conservador. Pero había que ver la confianza que inspiraba para los sectores demócratas. Con decir que se contaba con su pensamiento y experiencia en su forma de interpretar la problemática social, no sin señalar objetivos que deberían tener gobernantes y políticos en el compromiso de crear nuevos órdenes de vida.
En provincia conocimos a un destacado liberal que llegó a ser el ideólogo de un movimiento político de su partido y cuyas tesis más lo eran de orden socialista. Como liberal hablaba y con gran propiedad de lo que por entonces se conocía como la “izquierda en Colombia”.
De figuras liberales como Fabio Lozano Simonelli y Federico Estrada Vélez, parlamentario liberal antioqueño, ser recuerda que eran hombres que inspiraban plena confianza para líderes socialistas de los años 70, cuando existían fuertes movimientos sociales en diversas provincias.
Con todo ello contemporizaba uno que otro “liberal demócrata” llegado al Congreso de la República. Hoy no es que este tipo de políticos se den en el medio colombiano.
Uno que otro liberal despierta a lo sumo simpatía para los “sectores demócratas”, sin que por ello alcancen a inspirar plena confianza. Diríamos que hay analfabetismo político en la mayoría de congresistas de los partidos tradicionales. No de otra manera se explica el atrevimiento con que muchas veces van descalificando y aun estigmatizando ideologías, comportamientos, actitudes y dinámicas en sectores de abierta oposición a las políticas vigentes, a todo lo que se esté moviendo dentro de la perspectiva neoliberal.
Es más, como “figuras de la política” no han tenido siquiera la inquietud y menos aún el propósito de analizar a fondo las causas que en Colombia pudieron llevar a que este país acabara en un conflicto armado; precisamente por verse ante miradas distintas de orden ideológico y programático.
Se recordará que las “guerrillas liberales”, no se dieron porque sí. El repliegue de defensa y de protección frente a regímenes vigentes, los darán a conocer hoy los historiadores.
Allá en el trasfondo, la “dirigencia liberal” al no haber permanecido fiel a postulados sociales y reivindicativos de las clases trabajadoras, al haberse apoltronado posteriormente en el poder, al olvidarse de tesis como las de Rafael Uribe Uribe, indicando que el liberalismo para tener vigencia histórica tendría que llegar a “alimentarse de las canteras del socialismo”, en fin, al ver en el panorama a un partido que no llegaría a colocarse en el “qué hacer” para el gran viraje en la defensa de los derechos elementales de los colombianos de a pie, como en un contra sentido histórico, llevó a que fueran surgiendo actitudes beligerantes desde las armas; para tener hoy que vernos ante toda una situación que todavía lo es de conflicto, que sabe Dios cuándo terminará.
A grandes rasgos, desde el liberalismo se le ha temido a las grandes reformas sociales de que requiere la nación… ¡Y pensar que tarde o temprano, tendrá que darse en Colombia el caso de liberales entendidos en todo lo que pueda conducir a la creación de un nuevo país, si es que como liberales pretenden ir en las nuevas corrientes de pensamiento y acción, para acoplarse incluso a la perspectiva latinoamericana!