Elogio de Hipócrates

Imagen | Serie televisiva Dr. House
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Por | Christian Miguel Jaimes-Villalobos, Abogado y escritor

El Doctor James Wilson es un especialista en oncología, quien trabaja para el hospital universitario Princeton Plainsboro, junto con su mejor amigo y némesis Gregory House1; éste es un completo vademécum humano, en cuyas hojas se encuentra el conocimiento para descubrir el diagnóstico adecuado a las patologías más complejas, inclusive aquellas que son incurables, sin embargo su actitud es cínica y la mayoría de veces con poca cortesía, como si su astucia médica fuera el pretexto para esconder su falta de empatía, además del dolor crónico en una pierna y la dependencia a los analgésicos que lo asemejan de algún modo al mítico centauro Quirón.

-¡Tus medicinas no sirven para nada!- le imprecó con sátira Gregory a James, quien de cariño era llamado Jim por sus amigos, entre ellos uno que enfermó de cáncer y recibió un tratamiento que exterminó el tumor pero terminó por dañar sus riñones; a pesar de que legalmente no había incurrido en ninguna negligencia o mala praxis, Jim sintió tal culpabilidad por la situación de su amigo que se entristeció y buscó embriagarse para paliarlo, sin embargo, como si hubiese inhalado el dulce aroma de la empatía tomó la decisión de donar uno de sus riñones para salvar la vida de su amigo, con lo cual el amigo y el médico
fueron un solo hombre.

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Algún médico intensivista español, de esos que existen en la vida real y no en las series como los mencionados anteriormente, afirmó que el secreto de la medicina además de la preparación científica y técnica está en la empatía, de tal modo que el mito televisivo de Gregory House cae de su propio peso o debería hacerlo, porque si el tratamiento y la curación son un acto de sensibilidad humana frente al dolor ajeno el proceso para llevarlos a cabo es mucho más amigable, tanto para el médico como para el paciente; según este galeno2 no debe existir esa actitud narcisista de House en cuanto a que “no me importas pero aun así te curo, si puedo”.

Sin duda el bienestar humano es una de las motivaciones más plausibles de la profesión médica, como lo demuestran hombres notables en dicha disciplina, entre otros, el laureado cardiólogo Valentín Fuster Carulla3, también de origen español, quien es pionero en la promoción de hábitos de vida saludables particularmente en niños de los tres a los seis años.

Así mismo lo demostró el ilustre médico colombiano, quien fue punta de lanza en la prevención de enfermedades transmisibles, por lo cual participó en las primeras campañas masivas de vacunación contra la poliomielitis y promovió la salud pública desde la academia y la política, esto es, el Dr. Héctor Abad Gómez, también defensor de los derechos humanos.

Las contribuciones que estos profesionales hacen a la promoción de la salud, la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad son razones suficientes para que el tres de diciembre de cada año se celebre el Día Internacional del Médico, el cual se instituyó por la Confederación Médica Panamericana en el año 1946 en homenaje al nacimiento del médico cubano Carlos Finlay Barrés, hijo de un médico inglés, y quien descubrió el mosquito transmisor de la fiebre amarilla (aedes aegypty), además de que fue pionero en las medidas sanitarias para prevenir el contagio de dicha enfermedad y lograr la vacunación.

Lejos de los personajes literarios, o de aquellos que siguieron dicha profesión pensando prevalentemente en obtener el sueldo y el prestigio de un especialista, la disciplina médica en cabeza de quienes la profesan merece un día internacional por cuanto aunque puede fallar como toda ciencia, si contribuye al mejoramiento de la calidad de vida de muchas personas o a demorar la llegada de aquel destino final y preclusivo que es ineludible para todo ser viviente: la muerte, la cual satisfizo su ambición con muchas personas, particularmente aquellos con rostro de abuelos, padres y tíos, quienes infortunadamente no lograron ganarle la batalla al COVID-19.

Por todos esos méritos y los que faltan por nombrar, envío un sincero saludo de felicitaciones a todas las personas que dedican buena parte de su tiempo y esfuerzo a ser médicos comprometidos con la ciencia y la ética para proteger la vida de las personas en todas sus etapas de desarrollo; aquellos que no son héroes, porque los héroes como Hércules no necesitan que se les reivindiquen sus derechos, en cambio, son CIUDADANOS que ejercen con honor una profesión y en consecuencia también tienen la libertad de luchar por sus derechos, como trato digno, mejores salarios y condiciones laborales.

¡Felicidades, Doctores!


  • 1 En la imagen del encabezamiento: Gregory House, quien sostiene el vaso de café, mientras que James Wilson
    es el personaje que viste corbata roja y saco negro, acompañados junto a buena parte del elenco, quienes se
    observan de izquierda a derecha, a saber, el neurólogo afroamericano, la directora médica del hospital, el
    intensivista australiano de cabello rubio y su atractiva novia, la doctora Cameron, quien sostiene las palas de
    desfibrilación.
  • 2 Antonomasia o sinónimo de médico en honor a Galeno, personaje nacido en Pérgamo en el seno de una
    familia adinerada quien por consejo de su padre decidió hacerse médico y fue alumno de dos seguidores de
    Hipócrates, aquel médico griego quien a su vez es conocido como el padre de la medicina clínica. Tanto Galeno
    como Hipócrates hicieron importantes aportaciones a la medicina del mundo antiguo.
  • 3 Nieto del médico y farmaceuta Valentí Carulla e hijo del médico psiquiatra Joaquín Fuster; también es hermano del psiquiatra y neurocientifico Joaquín Fuster Carulla. Todos ellos de nacionalidad española y reconocidos en su campo.
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