
Ser la única mujer en el listado de ocho columnistas más leídos de Boyacá, según el panel de opinión de Cifras y Conceptos, es un verdadero honor y una inesperada sorpresa que hoy me lleva a escribir esta columna desde el corazón, porque para mí este resultado significa un salto inmenso en medio de la resistencia que he llevado por años, desde y fuera de los medios de comunicación.
Escribir, cuando tantas veces han intentado silenciarme, se ha convertido en un acto de revolución. Una revolución sin miedo, de frente, que busca libertad y verdad; cargada de historia, de luchas personales y colectivas; de la insistencia por sostener la voz cuando otros prefieren el silencio.
Quiero AGRADECER, así, en mayúsculas, a mi gente más cercana, a quienes han creído en mí, mi familia, mis hermanas y hermanos de vida, al equipo que me da libertad y me anima a no desfallecer. A cada persona que semana tras semana se toma el tiempo de leerme. Al periódico El Tunjano, que confió en mi palabra y me abrió espacio, obviamente desde Daniel, quien me impulsó a regresar a la escritura y a compartir espacios con colegas columnistas. A El Diario, una de las primeras casas que publicó mis textos y que aún hoy mantiene eventualmente abiertas sus páginas para mis reflexiones.
Agradezco también a quienes se incomodan o contradicen mis columnas. Porque me recuerdan que la palabra tiene poder, que la crítica no puede dejar de existir en ninguna democracia, que hay que revelar lo que otros quieren esconder, hablar lo que no quieren oír y que incomodar es necesario, más si se hace con voz de mujer, una mujer que también ha decidido hablar por otras. Una sobreviviente, periodista en esencia y ciudadana crítica.
Y, sobre todo, agradezco a quienes han intentado callarme. Porque sin proponérselo me enseñaron que las columnas de opinión pueden ser un ejercicio pedagógico, un refugio terapéutico y un escenario de resistencia política. Gracias a esa confrontación, hoy mi voz permanece en el radar de quienes creen, como yo, que escribir es también transformar.
Podemos ser muchas más
Quiero aprovechar este espacio para animar a más mujeres a escribir. Porque los resultados del panel son claros y demuestran que aún somos pocas las columnistas en los espacios más leídos de Boyacá. Hoy soy la única mujer en este ranking. Ese 2% que me corresponde no lo veo como una limitación, sino como un punto de partida y un compromiso. Cada palabra publicada es una forma de abrir camino para que más voces femeninas y diversas sean escuchadas.
El 35% que se agrupa en la categoría de “otros” revela algo urgente y es que el debate público necesita renovarse y hacia allá iremos.
Este resultado me reafirma una convicción que la vida me ha enseñado, escribir y alzar la voz no es un lujo, es una necesidad. Y en tiempos de resistencia, mi voz y mis letras son más que palabras, son mi manera de existir, persistir y abrir camino a quienes aún no han sido escuchadas.
MI VOZ NO SE CALLA, MIS LETRAS NO SE BORRAN, VAMOS POR MÁS!.