Por | Servilio Peña
El mapa electoral que presentó la provincia de Occidente de Boyacá, frente a la convocatoria de plebiscito para ratificar o negar los acuerdos alcanzados en La Habana, dejó ver una provincia marcada por la división frente al tema de la paz; sin embargo, si se excluye a Puerto Boyacá en la suma de los resultados, el sí ganó en los otros 14 municipios que corresponden al corredor Chiquinquirá-Otanche.
Son pertinentes estas consideraciones, porque se trata de un zona de Boyacá que vivió una compleja espiral de violencia en las últimas cuatro décadas, producto de las disputas entre bandos armados por los territorios de explotación de esmeraldas, las disputas territoriales con la incursión paramilitar y el crecimiento de los cultivos ilícitos que, en su momento, llegaron a determinar gran parte de la economía de un amplia parte de esta provincia.
En las urnas, los habitantes del Occidente se expresaron con algún escepticismo y rechazo frente al contenido de los acuerdos en municipios como Quípama, Muzo, Puerto Boyacá, Otanche, San Pablo de Borbur, Buenavista y Chiquinquirá.
Por otro lado, los habitantes de Pauna, Briceño, Tunungua, Caldas, Saboyá, Coper, la Victoria y Maripí expresaron su voz de confianza con los acuerdos alcanzados entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC.
A pesar de la firma de un manifiesto público de 14 mandatarios de la región de Occidente -tres semanas antes-, a favor de la construcción de la paz, los resultados muestran hoy a una región que tiene dos tendencias frente al discurso de la paz.
En un primer momento, se advierte una profunda división frente a los temas de la Paz en la región. La capital de la provincia, que es Chiquinquirá, cuyo gobierno local se había mostrado a favor de acompañar a Amaya en esta convocatoria del SI, no logró liderar en ningún momento, acciones efectivas para la difusión y la pedagogía de los acuerdos entre sus habitantes; se dice que el alcalde César Carrillo descuidó en la última semana su trabajo de promoción del Sí, fuera la percepción negativa que va en aumento frente al manejo que le está dando al problema del abastecimiento de agua, el cual termina afectando su propia imagen y creando malestar adicional contra el gobierno Santos que se demuestra en resultados como el del Plebiscito.
Aunque no se debe olvidar que esta ciudad, es considerada en Boyacá un epicentro electoral que le ha servido a los cálculos políticos del uribismo, del cirismo y de las cúpulas conservadoras que han tenido vigencia histórica en la ciudad.
En Municipios como Otanche, Quipama, Puerto Boyacá y Muzo, de alguna manera, se ha reclamado la ausencia de los programas de intervención del Estado, luego de haberse firmado la Paz en la región hace 26 años, que puso fin a un conflicto entre los esmeralderos. Esta deuda acumulada fue marcando un clima de escepticismo y desconfianza entre sus habitantes, frente a lo que puede significar la firma de un acuerdo de Paz con la guerrilla a nivel nacional. Y eso, se vio reflejado en los resultados del plebiscito.
Sin embargo, hay casos especiales donde los resultados fueron adversos frente al respaldo del acuerdo alcanzado en La Habana, pero que merecen otro tipo de lectura. El Municipio de San Pablo de Borbur, por ejemplo, donde ganó el NO, ha tenido acciones directas que indican un trabajo hacia un mejor clima de entendimiento para superar las secuelas de estas violencias. El propio alcalde, Luis Armando Caldas Florián, ha insistido en el camino de la paz, como alternativa para pasar la página del horror que vivió esta región por décadas. Este alcalde, dos semanas antes organizó el Encuentro de Jóven’es Paz de Occidente con la presencia de más de 300 representantes para hablar de la Paz. Vale resaltar, también que Caldas Florián acaba de presentar un proyecto al Ministerio de Cultura llamado: “Letras de Paz en San Pablo de Borbur” que busca recuperar los relatos y narraciones de sus gentes frente a la posibilidad de la paz a través de ejercicios literarios.
También resulta valido mirar los municipios que le apostaron al SI en el plebiscito. En dicho sentido, llama la atención la respuesta de municipios como Pauna, Maripí, Briceño y Tununguá, que hacen parte de un corredor económico importante que ha surgido a partir de procesos productivos liderados por asociaciones de campesinos alrededor del cacao, los cítricos y la guanábana. Este panorama abre nuevas posibilidades a sus gentes y la respuesta en las urnas parece ser de confianza y respaldo a la terminación de la guerra.
También se destacan municipios como Saboyá que, a pesar de su historia conservadora y gamonal, le apostó a la ratificación de los acuerdos FARC-Gobierno. Esta población tiene un alcalde del Partido Verde, cercano al círculo de trabajo de Amaya, que ha sabido ganarse un lugar de protagonismo regional por sus proyectos renovadores y progresistas.
Evidentemente, es un panorama de división el que presenta la provincia de Occidente. Pero aun así, cabe destacar que existen algunos ganadores del proceso electoral plebiscitario. Y uno de ellos, sin duda, es Carlos Andrés Amaya, el actual gobernador.
De alguna manera, Amaya garantizó el respaldo para el SI en algunos municipios de Occidente, donde no tuvo trabajo político efectivo en la pasada elección a la gobernación. Tuvo la habilidad de convocar a los alcaldes de la región para que lo acompañaran en su campaña de “Boyacá territorio de Paz”. Por eso, el SI se impuso en municipios que le habían sido adversos como Pauna, Caldas y Saboyá. Municipios que han sido manejados por dirigentes cercanos al excandidato Osman Roa y, ciertamente, cercanos a la candidatura de Vargas Lleras.
Esta ganancia de Amaya debe ser materializada y aprovechada, no solamente para consolidar un discurso hacia la paz, sino para mover rápidamente unas nuevas relaciones políticas que permitan reducir las brechas políticas e impulsar proyectos en el campo productivo, de infraestructura, educativo y cultural.
Este nuevo momento, en el que Amaya, puede mirar a la región de Occidente con mayor consideración, le puede permitir abonar el terreno para posicionar el futuro de un proyecto político, donde son los jóvenes, los que tendrán la capacidad de darle dimensión a los grandes proyectos de desarrollo que reclama esta región de Boyacá.
El plebiscito dejó una región dividida por cuenta de la discusión de la paz y la superación de la guerra. Discusión que lleva varios años. Porque fue, precisamente, en esta región donde se cometieron los mayores abusos y atrocidades en tiempos de la guerra entre esmeralderos. Ahora, el Gobierno de Carlos Amaya debe ratificar su intención de trabajar por la paz, con un discurso coherente hacia las necesidades de Occidente, con mayor presencia de sus programas y con la firme convicción de ser el primer mandatario que tenga la capacidad de trabajar para superar la pobreza, la marginalidad y el abandono, producto de una guerra de las esmeraldas, que costó demasiado en vidas humanas y en atraso histórico.