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A la utilización de la técnica del fracking se le atribuye ‘la muerte de la naturaleza y la muerte de la humanidad’ porque señalan que genera mayores emisiones de gases efecto invernadero causantes del cambio climático.
Resulta que en la cuenca Permian (Estados Unidos) las emisiones de CO2 son de 8 Kilogramos por barril extraído, mientras que en Colombia las emisiones en los yacimientos convencionales en donde no se utiliza dicha técnica son de 64 kilogramos, ocho veces más.
Gracias al fracking Estados Unidos se convirtió en el mayor productor de petróleo y gas del mundo, por encima de Arabia Saudita y Rusia y es, al mismo tiempo, el país que más ha reducido los gases efecto invernadero gracias al gas que se explota con la técnica del fracking.
En Colombia, con la escases de gas que comenzamos a padecer, las reservas bajando, unas tarifas que se incrementaron hasta un 50 por ciento en algunas ciudades de país por el 16% de gas que se está importando, no se debe seguir con torpes ideologías sino poner en marcha los proyectos pilotos de fracking en el Magdalena Medio, que ya fueron aprobados en el gobierno anterior, y con los que se aumentarían las reservas de gas y petróleo y las tarifas podrían disminuir.
Desde una perspectiva de eficiencia energética, impacto ambiental y sostenibilidad fiscal, optar por gas importado en lugar de aprovechar las reservas nacionales, los proyectos pilotos de fracking, resulta una estrategia profundamente equivocada. Implica no solo renunciar a la soberanía energética, sino también sustituir un fósil local por otro foráneo más contaminante, lo que contradice los principios de una transición energética responsable.