La historia de Carolina Higuera es la de una ingeniera que decidió llevar su curiosidad tan lejos como la ciencia lo permitiera. Nació en Tunja, se formó en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) y hoy desarrolla tecnología de punta en Estados Unidos. Desde los laboratorios de la Universidad de Washington, trabaja en uno de los desafíos más complejos de la robótica contemporánea: lograr que los robots perciban el mundo a través del tacto.
Su camino comenzó en la Ingeniería Electrónica de la UPTC, donde descubrió su pasión por los sistemas de control. La investigación fue su brújula desde el inicio, y esa vocación la llevó a Bogotá, a cursar una maestría en Ingeniería Electrónica y de Computadores en la Universidad de los Andes. Allí, un curso de Machine Learning transformó por completo su perspectiva. “Cuando entendí el poder de los algoritmos para aprender por sí mismos y aplicarlo a sistemas reales, todo hizo clic en mí”, recuerda.
“Cuando entendí el poder de los algoritmos para aprender por sí mismos y aplicarlo a sistemas reales, todo hizo clic en mí”
Su tesis de maestría, centrada en optimizar los semáforos de Bogotá mediante el uso de inteligencia artificial, fue su primer ejercicio para conectar la ciencia con la ciudad. A partir de ese trabajo, Carolina empezó a unir dos mundos: la tecnología y la vida cotidiana. Luego participó en proyectos de robótica social, donde los robots cumplían tareas domésticas o asistenciales, demostrando que la ingeniería también puede acercar a las personas.
Esa experiencia fue la antesala para un salto mayor: una beca Fulbright que la llevó a cursar un doctorado en Ciencias de la Computación en la Universidad de Washington. Allí, su investigación se centra en diseñar manos robóticas capaces de “sentir”, a través de sensores basados en visión que imitan la sensibilidad humana. Mini cámaras dentro de las puntas de los dedos capturan la deformación de un gel (una piel artificial), y los algoritmos que Carolina desarrolla traducen esas imágenes en información sobre presión, textura o movimiento.
Su trabajo, conocido como tacto basado en visión, ha sido reconocido en laboratorios de frontera y la ha llevado a colaborar con Meta, dentro del grupo FAIR (Fundamental AI Research). El siguiente paso será una pasantía con Boston Dynamics, la empresa detrás de los robots más avanzados del planeta, como Spot y Atlas.
Desde Seattle, Carolina no olvida su origen boyacense ni la influencia de su paso por Los Andes. Aspira a regresar algún día al país para compartir lo aprendido y fortalecer la investigación en ingeniería. “Mi meta es que más jóvenes colombianos encuentren en la ciencia un camino para transformar su entorno”, afirma.
Su historia, que comenzó entre montañas y laboratorios de Tunja, hoy inspira a una generación de investigadores que ven en la tecnología no solo un futuro prometedor, sino una forma de comprender y sentir el mundo.
Fuente | Universidad de los Andes – Facultad de Ingeniería