Por Pedro Alejandro Ríos / Escritor, Consejero de Cultura de Boyacá
Desde hace unos días vengo leyendo la selección poética de mi amigo Jhonathan y me he preguntado sobre el tiempo de escritura detrás de este invaluable resultado literario. El libro no solo lo he leído, me he detenido a observarlo; a imaginar sus tiempos, los espacios que configuran cada oración y he logrado sentir cada texto.
Uno se topa con una cantidad de mensajes que componen la poesía que despierta sentires, que acompaña y que no suelta incluso después del punto final, al cierre del libro, esto me lo he encontrado en esta selección en la que sobresale, la capacidad del autor de juntar sus sentimientos más profundos y convertirlos en poesía que es esa fantástica sintonía de la nada y del todo, en ella, he encontrado esa armónica convivencia.
En el desarrollo del libro he descubierto la sensibilidad del autor, su interés por la literatura y por la cultura, es esta, una composición poética limpia, que crea una amalgama de tiempos y ritmos que parecen casi religiosos. Valoro el tiempo de Jhonathan en este trabajo que plasma su particular poesía; que tiene voz propia y parece narrarse sola, mérito del autor y de la obra.
Finalmente, me emociona pensar en ese gesto que le noté a Jhonathan cuando me explicó lo desprendido que vive del número de publicaciones, del publicar, del escribir para el consumo; lo valoro no solo por la intención manifiesta de venta que persigue al medio y que suele devorar a algunos los escritores, sino porque demuestra, ahora sí, y de una vez, el título de esta cuartilla: Jhonathan Leonel Sánchez, escribe.
Hay quienes venden, hay otros que promocionan letras y ayudan a que este país consuma libros y luego, en mágica composición están los que escriben por escribir. Queda abierta esta invitación extensa a buscar la selección poética, leerla y ojalá redescubrirla. Escribir: levantar el alma a versos.