Por | Ec. Carlos Julio Castro Espinosa / pazquinar.blogspot.com
Después de dos tortuosas décadas de gobiernos uribistas, Colombia ha sido convertida en fosa común, cueva de corruptos, solar de paramilitares, escuela de sicarios, refugio de narcotraficantes, agencia de mercenarios y botín de mafiosos.
Una cloaca en cuyas instituciones el Pueblo Colombiano no siente ningún respeto, porque cinismo, ineptitud e impunidad, se han convertido en la tarjeta de presentación de sus autoridades civiles, judiciales y militares.
Un Estado en el que la ética ha sido secuestrada, dando paso a toda suerte de delitos tristemente justificados por el alto gobierno, gracias al incondicional concurso de los grandes medios de comunicación del país.
Colombia es hoy una nación en la que el disenso y la protesta son sancionados con amenazas, mutilaciones, torturas, desapariciones y asesinatos; sin que “la gente de bien”, que se exhibe armada junto al Esmad, sean sancionada.
Duele la amenaza de muerte que a diario se cierne sobre nuestros Líderes Sociales, Defensores de Derechos Humanos, ambientalistas, reinsertados, autoridades indígenas, dirigentes afro, colectivo LGTBIQ y nuestra juventud cansada de tanta pobreza y desempleo.
No es hora entonces para el silencio o la indiferencia. Los colombianos debemos estar dispuestos a defender la vida, la paz y la democracia al precio que sea necesario, a fin de parar la espiral fascista que amenaza nuestra existencia.
En el 2022 tenemos que elegir un presidente reformista y debemos asegurarnos examinando al detalle su praxis política, que sea el más liberal de todos, el más confiable de todos y el más transparente de todos.
Y para ello, hoy es indispensable aceptar sin egoísmos, que Gustavo Petro Urrego es el precandidato que con mayor certeza y entusiasmo, convoca la participación del Pueblo Colombiano.
Es mi convicción desde hace muchos años, que ningún otro dirigente podrá superarlo en desarrollo de una consulta popular, si ésta fuera posible implementarse con el más amplio espíritu democrático, en el seno del llamado Sector Alternativo.
Debe ser claro para todos, Gustavo Petro no es un dirigente político infalible como muchos de sus seguidores pretende presentarlo y, por lo tanto, puede y debe ser objeto de crítica para tranquilidad de la Izquierda, el Progresismo, los Sectores Democráticos y del país.
De ahí que la formulación del Programa de Gobierno a presentar al Pueblo Colombiano en la próxima contienda electoral, deba ser una construcción interpartidista y popular, porque Colombia es diversa y la soñamos incluyente.
Colombianos. Hoy estamos obligados a unirnos y comprometernos, con la construcción de una Colombia Decente, sin importar, que podamos estar contrariando los deseos de nuestras jerarquías partidistas.
Hoy nuestro compromiso es Colombia, no podemos ignorar que nuestra juventud con inmenso sacrificio, nos ha señalado el camino en el Paro Nacional y nos ha advertido de los riesgos de no estar adecuadamente organizados en el 2.022
Cada uno de nosotros hará sus propias reflexiones y adoptará en consecuencia sus propias decisiones; pero la certeza que hoy me anima a escribir estas líneas, es que en el 2022, Petro es la alternativa.