Construir sueños, pero primero carreteras

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Por: Miguel Ángel Barreto-Senador de la República

“Mi vereda parece ir de fiesta. Su vestido está lleno de luz. De luz verde, amarilla, violeta. Y en veces rojita, y en veces azul. Porque el trigo, el maicito, la papa. El frijol, la arveja, los rayos del sol. Van teniendo telas de colores”.

Cuánta razón tiene el compositor Jorge Velosa en este verso carranguero, y cuánta alegría nos produce por el homenaje que les hace a nuestros campesinos con esta canción.

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Sin embargo, la realidad del país rural que somos es menos colorida y sí llena de baches y caminos intransitables. Llegar a la tierrita, como se dice popularmente, se convierte en una odisea porque las carreteras quedaron a medio hacer o nunca se hicieron, o se hicieron y necesitan actualización. En ese estado deplorable es imposible que el campo y los campesinos puedan surgir. Hay veredas donde la gente no tiene cómo ingresar una ambulancia ni cómo sacar a sus enfermos.

Tenemos 140 mil kilómetros de vías terciarias atravesando la nación y el 95% está en la inmunda, que así dicen coloquialmente los jóvenes. Y allá, donde los caseríos parecen puntos perdidos en medio de la montaña, el llano, el desierto o la selva; habitan muchos de ellos, con sueños, pero sin vías que les permita ver el futuro con esperanza.

Hablar de competitividad o industrialización del campo requiere solucionar el tema de los caminos veredales. De una regla de tres concluimos que apenas siete mil kilómetros de vías terciarias estarían en condiciones medianamente aceptables. Y hay departamentos donde apenas el 1% de estas vías están en condiciones óptimas.

La red vial terciaria, a cargo de los municipios, está conformada por las vías que unen a las cabeceras municipales con sus veredas y a las veredas entre sí. Se dice que en Colombia existen aproximadamente unas 30 mil veredas. 

Valoramos el esfuerzo que hace el actual Gobierno para sacar a las vías rurales del atraso, las inversiones llegan a los $5 billones a través del INVIAS y un buen porcentaje de estos recursos deben destinarse al mantenimiento y rehabilitación de la red terciaria nacional.

No podemos conformarnos con eso de que “algo es algo, peor es nada”, porque si queremos darle al campo un estatus competitivo se necesita un mayor músculo financiero, y así se lo hicimos ver a la ministra de transporte, Ángela María Orozco en un reciente debate de control en la Comisión Quinta del Senado.  

La nación tiene una deuda histórica con las regiones y es posible que sea la hora de plantear una verdadera reforma agraria que resuelva el asunto de las vías y muchos otros temas en materia de desarrollo agropecuario si queremos hablar de equidad.

Cuando no estoy legislando, estoy recorriendo los territorios. Uno va a un municipio de cordillera, sin importar la región del país, y los campesinos se lamentan de lo mismo: “A mí con que me arreglen la vía, con eso tengo”, dicen.

Igual queja viene de los alcaldes a quienes prácticamente se les ha dejado solos, sin herramientas y sin los recursos suficientes para salir del barro, y así es muy complicado sacar el trigo, la papa y el maicito a los que hace referencia Jorge Velosa.  

Necesitamos carreteras para que nuestros jóvenes puedan construir sus sueños. La escritora Victoria Erickson lo dijo de manera poética: “Los viajes en carretera son como tener alas. Nos podemos detener en cada pueblo y aprender sus historias y cuentos, sentir la tierra y el espíritu de cada uno. Y luego las convertiremos en parte de nuestra propia historia que llevaremos con nosotros por siempre”.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan la postura editorial de EL DIARIO.

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