El Creador nos ha dado todo, la vida, lo más valioso. El día, la noche, el aire y el sol; los recursos naturales, el agua y las plantas. Recurso vitales para la vida de todo ser vivo, en fin, nos ha dado el mundo como nuestro hogar.
El hogar ideal para el hombre, pero infortunadamente nos ha sido cuidado como debe ser.
Hemos llegado al punto de decir que Dios nos está castigando con los mal llamados fenómenos naturales, los que son, ”fenómenos brutales”, consecuencias de nuestras acciones, como hombres quienes nos hemos convertido en los mejores depredadores de ese maravilloso hogar del que fuimos dotados.
No hemos sido “cuidadosos para prevenir”, y ahora lloramos sobre el barro, disque para curar con pendejos alaridos y cacareos culpando no sé a quién, se culpa a los alcaldes, a gobernadores o en fin al gobierno, (no soy gobiernista) ya si llueve, ya si no llueve, nos inventamos el fenómeno del “niño o de la niña”. Que hipócritas, con nosotros mismos, si la responsabilidad es de todo hombre, de todo ciudadano, de cuidar y “prevenir para no tener que curar” con falsos paños de lágrimas derramadas sobre la destrucción de pueblos y habitantes, grandes cantidades de billetes, que a veces, son pocos los que llegan a su destino de dolor y desolación, porque lo que si abunda, son los avaros corruptos e inescrupulosos que se lucran con el dolor ajeno.
Si prevenimos en su momento no tendríamos que curar. Tendríamos abundancia, tendríamos abundancia de vida y de recursos naturales para beneficiarnos con calidad de vida y de muy buena salud.
Lo que si es cierto es mejor prevenir, o como dice el adagio, más vale “educar al niño para no tener que castigar al hombre”.
Colombia es prodiga en recursos naturales, y lo más grande y bello es su gente.
Produce en sí, inmensa tristeza cuando por nuestras acciones u omisiones nos matamos a sí mismos, muchas veces sin darnos cuenta.
Si vemos en tiempos de ayer y de hoy se lanzan bombas lacrimógenas, misiles con sustancias fatales, se hacen nichos quiebra patas, se botan enormes toneladas de explosivos a la tierra para extraer recursos naturales, se deforesta para la industria o la ganadería, se hacen botaderos de basuras a cielo abierto, se producen millones y millones de automotores; en fin arrasamos con estas acciones lo mejor para la buena vida, ¿pero para qué?
Para atesorar y creernos los más poderosos del mundo, pero, ¿para que tantos tesoros?, si por mucho que sea no se compra la salud, que tan maltratada esta, o lo que es más, no se compra la vida.
Como vemos, con todo lo anterior, solo, disque, para fomentar el desarrollo global o regional; qué nos importa lo económico, sino hay prevención de la salud; solo se busca curar, pero con tal alarmante producción de químicos que afectan el medio ambiente y que contribuyen, no a curar, sino a matar.
El gobierno, los ciudadanos, líderes y científicos de pueblos ciudades o mejor del mundo entero; ojalá, en esta santa semana, reflexionáramos para tomar cabal conciencia, para conservar y proteger nuestros recursos naturales y hacer importantes inversiones y acciones para prevenir, mas no para curar. Pues tendríamos mejores condiciones de vida saludable, menos de que preocuparnos por lo que ya hemos acabado.
No basta el hecho de buenas intenciones plasmadas en pactos internacionales o interinstitucionales, serían más efectivas las buenas acciones en común y la conciencia clara de cada ser humano para no destruirnos.