Por| Edilberto fagua
El viernes 9 de abril de 1948, siendo la 1:05 de la tarde, en una céntrica calle de la capital de la República caía asesinado el caudillo liberal JORGE ELIECER GAITAN, quizá uno de los hombres cuya imagen se resiste a borrarse de la memoria colectiva de los colombianos; igualmente, ha de resonar por largo tiempo su voz de denuncia y reclamo en favor de los pobres, esos mismos que le siguieron hasta su muerte y tuvieron que conformarse con el recuerdo de lo que pudo ser, esperanzados en que un nuevo pro hombre llegue a su partido y puedan lograr la justicia que el “Jefe” encarnaba.
Ese día ha pasado a la historia patria como “el Bogotazo” (1), “la insurrección desplomada” o la gran frustración de un pueblo que vio caer a su líder tras los disparados hechos por un hombre, cuya autoría del crimen aun se discute, mientras los verdaderos culpables permanecen en el anonimato, como ha ocurrido con los magnicidios de hombres tan valiosos como Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Carlos Galán Sarmiento, para solo citar algunos de los crímenes que hoy permanecen en los extensos volúmenes de folios que conforman el laberinto sin fin de los procesos judiciales de sus muertes.
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Pero quién era Jorge Eliecer Gaitán que logró entrar en la historia como un verdadero mártir? Nacido el 23 enero de 1898 en el Barrio las Cruces, uno de los primeros barrios bogotanos, su primera infancia la vivió en el barrio Egipto de la Capital. Hijo de doña Manuelita Ayala de Gaitán, una sencilla mujer que se le recuerda por su labor como profesora en el municipio de Cucunuba, y de Eliecer Gaitán Otálora, liberal radical, quien se desempeñaba en diversos oficios, hasta que al final de sus días se dedica a la venta de libros.
Su madre con su modesto salario ayudó a su hijo para adelantar sus estudios, aventajado estudiante cursó su primaria en una escuela pública de Facatativá, terminándolos en 1911. Dos años más tarde ingresa al colegio Simón Araujo, institución donde estudiaban los liberales “acomodados” terminando su Bachillerato. En febrero de 1920 ingresó a la facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional y en 1924 se gradúa con la tesis “LAS IDEAS SOCIALISTAS EN COLOMBIA”. Una vez egresado participa activamente en la política colombiana, formando parte del movimiento estudiantil liberal en contra de la hegemonía conservadora; fue elegido diputado de la Asamblea de Cundinamarca para el período 1924- 1925. En 1926 viajó a Roma e ingresó en la Real Universidad dirigida por Enrico Ferri penalista de fama mundial. Obtuvo el titulo de doctor en jurisprudencia con su tesis “El criterio positivo de la premeditación”, obteniendo la calificación “Magna cum laude”.
Así el hombre de origen modesto, nacido cerca de los bajos fondos bogotanos, se levanta como el gran coloso y logra cautivar a todo un pueblo con la elocuencia de su discurso, en medio de una época agitada por un fenómeno creciente y recurrente de la violencia partidista. Gaitán regreso al país en 1928, es elegido representante a la Cámara en marzo y en junio encabezó las manifestaciones contra la corrupción administrativa, además visita la zona bananera e investiga las actuaciones de la United Fruit Company, sus denuncia logran que muchos trabajadores fueran puestos en libertad y se indemnizaran las familias de aquellos que fueron asesinados por las fuerzas oficiales; de esta manera logra que esta triste página de nuestra historia no quede en el olvido, registrándose la muerte de miles de obreros a manos del ejército nacional, que disparó sin reparos sobre la multitud por orden de un presidente conservador, obediente ejecutor de las órdenes de la compañía norteamericana.
Como parte de sus actividades en la vida política nacional se destaca su presencia como presidente de la Cámara de Representantes, presidente de la Dirección Nacional Liberal y segundo Designado a la Presidencia en 1931. Es nombrado Rector de la Universidad Libre en 1932. Por serias diferencias con el Presidente López Pumarejo decide romper con el primer mandatario en Octubre1933 y fundar la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria UNIR. El 8 de Junio de 1936 se posesionó como alcalde de Bogotá, de donde se retira por un enfrentamiento con los taxistas a quienes pretendía uniformar; para 1939 es elegido magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
Debido a su gran tenacidad y empeño el presidente Eduardo Santos lo nombra ministro de Educación en 1940, desde este cargo impulsa un plan contra el analfabetismo, que además busca la popularización de la educación y la cultura. Para las elecciones de1942 se presenta al escenario político y es elegido Senador por el departamento de Nariño, siendo nombrado presidente del Senado de la República en Septiembre. Entre 1943 y 1944 se desempeña como Ministro de Trabajo, luego se presenta como candidato a la presidencia por el Movimiento Liberal Gaitanista, de corte populista, en oposición al candidato oficial del liberalismo Gabriel Turbay.
Se constituyeron en hechos determinantes para que en el país se creara una corriente en pro de las tendencias fascistas y nazis, cuyos voceros se ubicaban en las toldas del conservatismo
Muchos acontecimientos nacionales e internacionales fueron marcando el destino de Gaitán; el triunfo de Francisco Franco en España, después de una guerra civil y el ulterior estallido de la segunda guerra mundial, se constituyeron en hechos determinantes para que en el país se creara una corriente en pro de las tendencias fascistas y nazis, cuyos voceros se ubicaban en las toldas del conservatismo, denunciando al partido liberal como proclive a las ideas comunistas y por ende una amenaza para la democracia. De otra parte, sucesos como el asesinato de un boxeador, el famoso Mamatoco, al cual se le acusaba de hacer parte de un grupo de conspiradores y cuya muerte fue atribuida a fuerzas oficiales, acontecimiento por demás insignificante, pero bien explotado por la prensa conservadora en contra del Presidente López Pumarejo, fueron dando pie a que el conservatismo arreciara sus críticas al gobierno liberal.
De otra parte, la llamada “pausa” hecha en la administración López, causó gran decepción en los sectores sociales vinculados con el liberalismos, especialmente ente los trabajadores y grupos de izquierda que habían impulsado la segunda presidencia de dirigente liberal, con la esperanza de plasmar en leyes muchas de sus reivindicaciones sociales. Como parte de la cadena de acontecimientos que van a alejar a Gaitán del liberalismo, se destaca el escándalo suscitado por la venta de la trilladora Mallentthin, una empresa de capital alemán cuyos activos quedaron en decomiso bajo el control del Banco de la República y cuyas acciones planeaba comprar el gobierno nacional, pero que en ese mundo de las influencias y los negocios, resultaron siendo adquiridas por Alfonso López Michelsen (2).
Ante el rumbo que tomaba el liberalismo en el poder y la tendencia conservadora por cerrar el paso a las ideas socialistas, Gaitán decide romper con López Pumarejo y desde su movimiento el UNIR, en cuya plataforma se busca “la intervención del Estado con criterio social, en lo económico; la reforma agraria y organización de cooperativas campesinas; un nacionalismo antiimperialista en cuanto a la política exterior; la reforma constitucional que diera menos protagonismo al presidente y reformas legislativas de tipos social, incluyendo la creación de un banco de previsión social con aportes de hasta 50% por parte del capitalismo”. (3).
Mientras el liberalismo se debate en una crisis interna, verdadera pugna entre los sectores de tendencia social, apoyados por fuerzas de izquierda, y la derecha del partido opuesta a las reformas, el conservatismo apunta al poder arreciando sus criticas a la gestión de gobierno y expresando su apoyo abierto al triunfo del fascismo en Europa. Ante esta situación, Gaitán opta por llamar a la “restauración moral de la República», denuncia los negocios del hijo del Presidente López. El efecto sobre las masas populares fue el de despertar una gran simpatía por el nuevo líder, “Él quiso unificar a los pobres de Colombia: liberales, conservadores, todos en un solo movimiento. Fue cuando dijo que el hambre no era ni liberal ni conservadora y que el paludismo no es ni liberal ni conservador. Él buscaba una cosa grandiosa que habría cambiado el curso de la historia: crear un movimiento de los desheredados” así lo señalabá el maestro Gerardo Molina. (4)
Pero el país, heredero de las innumerables guerras civiles del siglo XIX y de una gran confrontación de comienzos del XX, denominada genéricamente: la violencia “… fruto de cien años de lucha entre los partidos liberal y conservador por el dominio del gobierno nacional… Fue tan intensa la polarización de los ciudadanos, y tan agudo su enfrentamiento, que algunos se han referido a tales agrupaciones políticas como sistemas de “odios heredados”(5); liberales y conservadores se acusaban mutuamente de hechos de sangre, verdaderas masacres en pueblos y veredas, ante lo cual la voz del caudillo se levantaba por encima del miedo y la fuerza bruta, para denunciar la barbarie y deponer los intereses partidista, mostrando como las oligarquías en el poder eran las directas beneficiarias de la contienda entre hermanos.
Después de su férrea oposición a la reelección de López Pumarejo y del fracaso del proyecto político del UNIR, Gaitán vuelve a las toldas del liberalismo y se presenta como candidato del partido a las elecciones de 1944, aspiración que también animaba a Gabriel Turbay. Las posiciones irreconciliables de los aspirantes liberales hicieron imposible la unión del partido y pese a lo predecible de la derrota, los dos candidatos se mantuvieron hasta el final de la contienda, situación que fue aprovechada por el conservatismo para lanzar como candidato a Mariano Ospina Pérez, electo a la postre como presidente, gracias a la hábil maniobra del dirigente conservador Laureano Gómez, verdadero ideólogo de su colectividad; al decir de Lucio Pabón Núñez, Laureano la había manifestado ”Ospina es un buen candidato, pero será un mal presidente”. (6)
La jugada maestra de Laureano había tenido como estrategia no presentarse él como candidato, de esta forma evitaba la unión liberal entorno a uno de sus dos aspirantes; además, impartió órdenes expresas a varios directorios conservadores para asistir a las manifestaciones gaitanistas; desde luego que Gaitán contaba con verdaderas simpatías en sectores conservadores, por lo cual no era extraño que en muchos lugares hicieran presencia miembros de este partido para acompañarlo, muchos fascinados por su oratoria y su imagen cautivadora, y otros impactados por su discurso didáctico sobre el país nacional y el país político.
Ante el nuevo reto político y las circunstancias particulares de la campaña, Gaitán no conforma una estructura de partido; él era todo, los más cercanos se encargaban de trasmitir las órdenes a las bases y allí se obedecían sin discusión; no obstante, en algunos sectores de la Capital de la República se contó con organizaciones de zona, especies de directorios y comités que se reunían con alguna frecuencia, pero las decisiones y directrices se recibían directamente del “Jefe”, al decir de sus seguidores “la gente no quería escuchar sino al Jefe y unos pocos de sus seguidores” (7) . La parte financiera de la campaña se hacia mediante colectas, se pasaba el sombrero y la gente depositaba lo que a bien quisiera; otra forma de recaudar fondos fueron las rifas y bailes, aunque se sabe que existían aportes de algunas personas adineradas.
La campaña política transcurrió en medio de una violencia creciente, los hechos de sangre fueron en aumento, a diario se recibían informes de masacres en diferentes zonas del país, desmentidas por la prensa conservadora, que a la vez acusaba a sus contradictores de ser los causantes de la tragedia. Al final del proceso electoral fue elegido presidente el conservador Mariano Ospina Pérez, no obstante los dos candidatos liberales en su conjunto habían obtenido una cifra superior al del electo mandatario; Gaitán obtuvo más de trescientos mil votos, cifra que sus opositores no esperaban, entre tanto Turbay colocó cien mil votos más que su copartidario, como suele decirse “la pelea fue entre liberales” (8).
Finalizada la contienda electoral de 1946 y ante los resultados, Gabriel Turbay decide irse del país, quedando como cabeza única del liberalismo Jorge Eliecer Gaitán; pronto decide hacer parte del llamado Gobierno de Unión Nacional, atendiendo el llamamiento del nuevo presidente de Colombia. Mientras tanto “los hechos mostraron que la victoria conservadora significó, en un plazo muy breve, la instauración de un régimen terrorista en Colombia” (9), así lo expresaba el dirigente Gilberto Vieira, la apreciación no estaba muy lejos de la realidad, el gabinete conformado por Ospina, suscitaba fenomenales debates en el parlamento, lo extraño era la forma como se iba marcando el rumbo de tales discusiones, las cuales en más de una ocasión llevaron al desafío para batirse en duelo, como ocurrió con el Ministro de Gobierno Urdaneta Arbeláez, o lo sucedido entre los parlamentarios Pablo Toro, quién con un revolver en su mano, amenaza al representante liberal César Ordoñez Quintero.
De otra parte, Laureano Gómez había lanzado de tiempo atrás una hipótesis sobre el sistema de cedulación vigente en el país; la investigación efectuada por el dirigente conservador, indicaban que a un ciudadano común y corriente le era posible obtener dos cédulas de ciudadanía. El paso siguiente fue crear el manto de duda sobre quienes podían presentar doble cedulación, a este respecto sus argumentos apuntaron a expresar que existían un millón ochocientas mil cédulas falsas, las cuales estaban en poder de los liberales, lo cual condujo al dirigente conservador a afirmar que “la mayoría liberal es muy precaria y muy oscuro el porvenir de ese partido, en cuanto ambas se fundan sobre la base deleznable del fraude” (10).
La tesis laureanista va tomando fuerza y se justifica de alguna manera la ola de violencia que recorre el país, pues la causa del desorden lo constituye el fraude; para contrarrestar los ataques de sus opositores y el acorralamiento de los parlamentarios liberales en el Congreso, Gaitán suscribe el “Memorial de Agravios”, documento que entrega al presidente Ospina, donde se expresa sus inconformidad por lo que sucede en departamentos como Santander y Boyacá, escenarios de los más repudiables hechos de sangre; así mismo, pide la destitución del Ministro Montalvo por su abierto sectarismo, que tiene sus máxima expresión en la acusación de fraude hecha al liberalismo. Ospina prometió estudiar el documento, al expresar su opinión sobre las diferencias con sus contradictores políticos, adujó que “éstas no se traducen en grandes diferencias, ni posiciones irreconciliables” (11).
Ante lo imparable de la ola de violencia, Gaitán partidario de las grandes manifestaciones, de llenar de gente cada acto que realizaba, organiza la denominada marcha de las antorchas, un claro ejemplo del gusto particular del ahora jefe del liberalismo; fue un acto de masas: “él quería un rio de candela, que no se vieran filas cada tres metros, sino filas bien juntas para formar un río de fuego sobre Bogotá…” (12). Sin embargo, ante la indiferencia del gobierno, decide convocar otro acto significativo, tal vez la manifestación más recordada, no solo por la participación del pueblo, sino por el mensaje que encerraba en medio de la violencia que anegaba al país: la “Marcha del Silencio” una expresión del signo pacifista y civilista del partido liberal, un acto político con un solo orador. “Desfilaron por la carrera séptima cincuenta mil personas, no se oye ni un solo grito, ni un estruendo, la gente se abstuvo hasta de respirar. Oyen el discurso del Jefe con un poder de sacrificio y abnegación; termina la Marcha con las órdenes del Jefe y todos desfilan en absoluto silencio” (13).
Después de este acto, donde muestra el domino sobre su pueblo, Gaitán solicita con mayor vehemencia el respeto por la vida de sus partidarios, sus denuncias y posiciones políticas frente al gobierno conservador lo llevan a quitarle el apoyo a Ospina, lo cual le vale la exclusión para participar en la IX Conferencia Panamericana que se realizó en Bogotá entre Marzo y Abril de 1948. El evento reunió los delegados oficiales de los distintos gobiernos de América, con el objeto de darle vida aun pacto “anticomunista” a instancias de los Estados Unidos. Mientras tanto otro evento de carácter internacional se realizaba en la ciudad capital, los estudiantes universitarios de Latinoamérica habían convocado un congreso, la finalidad era la de levantar banderas en contra del colonialismo imperante en el continente; la pretensión de los universitarios era la de aprovechar el despliegue de la Conferencia Panamericana, para dar a conocer la situación de los enclaves coloniales como las Malvinas, Puerto Rico, Cuba, Panamá y Bélice.
En medio de este escenario internacional, se presenta la tragedia, llega el fatídico Viernes 9 de abril de 1948, Gaitán la noche anterior había mostrado la fuerza de sus argumentos como abogado en la defensa hecha al Teniente Cortés, acusado de dar muerte de dos disparos de pistola al periodista Eudoro Galarza Ossa, el penalista demostró que la actuación del oficial del ejercito había sido en legitima defensa, el respaldo a la actuación jurídica de Jorge Eliecer fue multitudinaria, la sala de audiencias fue colmada por gentes que aplaudieron al defensor y estallaron de júbilo con el fallo absolutorio de los jueces, sentencia proferida en las horas de la madrugada del viernes.
Con el sabor del triunfo reflejado en su rostro, el caudillo liberal llegó a su oficina, tal vez un poco más tarde de lo habitual, allí se reunión con varios de sus amigos cercanos y apenas el reloj marcaba unos minutos después de la una de la tarde, salió en compañía “del doctor Pedro Eliseo Cruz, de Alejandro Vallejo y Jorge Padilla” (14), de aquí en adelante el relato de los testigos del hecho se pierde en el mar de recuerdos y el caos producido por los disparos de revolver calibre treinta y dos corto, hechos por un hombre, cuya figura casi pasó desapercibida para el grupo de amigos que conversaban animadamente, al igual que su posible cómplice. El “Jefe” cayó abatido entre los brazos de sus amigos y es conducido a la clínica en un automóvil que por allí pasaba. El agresor identificado como Juan Roa Sierra, fue capturado por las gentes que acudieron al grito de “mataron a Gaitán”; el cuerpo del homicida fue destrozado por los golpes de quienes querían cobra venganza con un puñetazo, un punta pie o mediante el uso de algún objeto contundente; ya entrada la noche y en medio de la insurrección popular, lo que quedaba del cadáver de Roa Sierra fue dejado frente al palacio presidencial.
La sombra de la muerte cubrió la ciudad, las emisoras comenzaron a informar sobre el magnicidio, el país se enteró de la tragedia, al mismo tiempo y de forma improvisada, las masas populares iniciaron su protesta y luego el ataque al palacio en busca de Ospina, a quien culpaban del asesinato. Sin saber de donde ni como, surgieron hombres armados de pistolas, escopetas, uno que otro fusil, machetes y todo aquello que pudiera ser utilizado para atacar, incluidas herramientas sacadas de las ferreterías asaltadas por las masas. Pese a la falta de dirección y de orientación, el ejército de gentes, gaitanistas furibundos o simples admiradores del caudillo, iniciaron un combate desigual trataron de tomar la sede gobierno y estuvieron a punto de lograrlo de no ser por la intervención de un destacamento militar. La llegada de la noche hizo más oscuro el panorama, emisoras en manos de los rebeldes anunciaban la caída del gobierno conservador, mientras que los medios radiales recuperado por las tropas hablaban del control de la situación, pese a que Bogotá se consumía presa de las llamas y los saqueos iba en aumento.
Al amanecer de sábado, los disparos aún continuaban, la resistencia se mantenía pero muy debilitada y todos pudieron ver las ruinas de una confrontación abierta entre unas masas mal armadas y carentes de jefes, y una oligarquía unida, que ante lo inminente de la perdida del poder no vaciló en dejar de lado sus diferencias para defender sus intereses, por eso los comunicados de los delegados liberales reunidos con el presidente y sus colaboradores, señalan la necesidad de la unión de todos los compatriotas, de mantener el orden y la democracia y todas esas frases que justifican guardar silencio ante la tragedia; nada se dijo de los centenares de muertos, de los heridos abandonados en calles y plazas, y de las resistencia heroica de tantos pueblos y villorrios de Colombia, donde los liberales tomaron el poder local y entendieron que de esta manera cumplían el sueño de una patria mejor como lo predicará Gaitán.
Del autor material del crimen se sindica a Roa Sierra, su perfil sicológico lo muestra como un hombre algo solitario y en su historia de vida no se registra comisión de delitos; pero de los autores intelectuales -a sesenta y nueve años del magnicidio- nadie sabe nada; todo pareciera conducir a cumplirse, lo escrito por el novelista José Maila Arguedas: “Y sobre el genocidio, sobre la devastación de los cuerpos y de las pasiones, llegaron los escribas con vacunas de tinta para inmunizar a las futuras generaciones contra el virus de la rebelión”. José Maila Arguedas Novela “Todas las sangres” (15).
Notas Bibliográficas.
- Alape, Arturo. El Bogotazo Memorias del Olvido, editorial Pluma, Bogotá 1983.
- Ídem.
- GRANDES BIOGRAFIAS DE COLOMBIAS. EDITORIAL OCEANO VOL. 5 BARCELONA ESPEÑA 1997.
- Ídem.
- Henderson, James. Cuando Colombia se Desangró. El Ancora Editores, Bogotá 1984.
- Alape, Arturo. Opcit.
- Ídem.
- Ídem.
- Ídem.
- Ídem.
- Ídem.
- Grandes biografías de colombinas. Editorial Océano volumen 5 Barcelona España 1997
- Alape, Arturo. Opcit
- Ídem.
- Maila Arguedas, José. Todas las Sangres. Novela.