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Este jueves 28 de noviembre en el auditorio Pablo Solano habrá audiencia pública en el que se escucharán inquietudes, quejas y reclamos de la comunidad contra la minería a cielo abierto que ha estado causando efectos sobre calidad del agua y del aire; además de que ha estado cambiando el paisaje.
“No más minería a cielo abierto en las veredas Sátiva y La Bolsa de Paipa”, es el eslogan con el que un grupo de ambientalistas y líderes de la comunidad viene invitando a una audiencia pública que se realizará mañana para debatir el impacto que la actividad extractivista está causando en todo el municipio.
La explotación de minerales y piedra a menor escala, especialmente para el sector de la construcción, se ha realizado durante décadas, pero los ‘empresarios’, que en realidad se han convertido en grandes depredadores, ya están en fases de procesos industriales, que incluyen plantas de trituración y ventas de materiales para todo el país.
El exalcalde de Paipa Rodolfo de Jesús Díaz dice que esta audiencia parte de la necesidad de defender el agua y el territorio, que están resultando afectados por el ruido, por la contaminación del aire y el agua y por el cambio del paisaje, que tradicionalmente fue verde y bucólico, en donde ahora hay montañas erosionadas y destruidas por maquinaria y explosivos.
Los campesinos, que son sujetos de derecho, vienen siendo afectados por la falta de agua, porque la explotación a cielo abierto ha secado las manas y las quebradas, ha matado la biodiversidad y ha destruido caminos ancestrales, como el de La Miel y Los Callejones.
Se espera que en la audiencia de este jueves se hagan presentes, además de ambientalistas y representantes de la comunidad, directivos de Corpoboyacá, Ministerio de Ambiente, Secretaría de Ambiente de Boyacá, Procuraduría Agraria y Alcaldía de Paipa.
En el sector de las veredas de Sátiva y La Bolsa hay actualmente dos grandes ‘empresarios’ de los materiales de construcción que se han enriquecido a costa del bienestar de toda la comunidad.
Los promotores de esta audiencia han invitado a quienes tienen sus raíces en las veredas La Bolsa, Sátiva, El Volcán, Llano Grande, Mirabal, Río Arriba, Soconzuca, Marcura y los barrios Fátima, Sauzalito, Paiparaíso, Provivienda y otros, quienes reciben agua de los acueductos regionales de La Salvia, Peña Negra, El Totumo y La Toma, hoy afectados por la falta de agua.
“Nuestro territorio, el de nuestros ancestros, está siendo destruido sistemáticamente por una voraz minería a cielo abierto; han dañado nuestro paisaje, nuestras montañas y nos están dejando sin agua”, dice el exalcalde Rodolfo Díaz.
La explotación de materiales está generando contaminación de agua y aire y afectando la calidad de vida de miles de familias, por lo que es necesaria la participación de la comunidad para defender, el agua, el aire y el territorio.
Por su parte Alfonso Avellaneda, vecino y medioambientalista, señaló en condiciones normales cuando cae la lluvia y el suelo está cubierto de vegetación, está última absorbe aproximadamente el 60 por ciento del agua que cae, un 40 por ciento se va como aguas de escorrentía a través de los drenajes naturales (caños, quebradas) o nutre los embalses naturales o artificiales.
Según su explicación, una gran parte del agua que es absorbida por la vegetación es liberada lentamente por esta, la cual alimenta las quebradas durante las épocas secas. Por ejemplo, los musgos en zonas de subparamos y páramos absorben una cantidad de agua como 20 veces su peso, siendo unos verdaderos acuíferos en el manto biótico, que en casos como los ecosistemas altoandinos complementan de manera significativa los acuíferos subterráneos que se forman en las areniscas.
“De hecho, para que el agua lluvia penetre en la roca y alimente los acuíferos, requiere que la vegetación esté presente como amortiguadora de la caída y reguladora de su curso hacia el acuífero”, indica.
Indica que en caso de suelos sin vegetación, como los que van dejando las explotaciones mineras a cielo abierto, las aguas lluvias no se acumulan sino que ruedan montañas abajo como escorrentías que agudizan la erosión hídrica de los suelos y llenan de sedimentos los cauces naturales de quebradas y ríos.
Concluye que “los suelos despejados de vegetación generan el efecto albedo, que consiste en que reflejan las radiaciones calóricas al aire, aumentando su temperatura y propiciando mayor pérdida de humedad por evaporación, propiciando condiciones de desertización en grandes áreas”.
Todo lo anterior: suelos despejados de vegetación, aumento de la temperatura del aire, pérdida de agua por escorrentía constituyen los principales impactos de la minería a cielo abierto que afecta la disponibilidad de agua para la población.
En unas 20 hectáreas de minería a cielo abierto en las veredas de Sativa y La Bolsa en Paipa, con una precipitación anual de 900mm, es decir 900 litros/metro cuadrado año, se pierden por escorrentía o evaporación al año 180.000 metros cúbicos de agua que equivalen a satisfacer 3.000 familias.
Esto es el pasivo ambiental de la minería a cielo abierto en Sativa y La Bolsa en términos de disminución de la oferta ambiental del recurso hídrico.