Por| Jacinto Pineda Jiménez, Director Territorial ESAP Boyacá Casanare
Son historias donde la violencia de pareja inicia por lo regular durante las relaciones de noviazgo, y en la mayoría de los casos continúa y se acentúa en la vida conyugal; en una proporción importante sigue manifestándose después de terminada la relación, con agresiones hacia la mujer por parte de la ex pareja.
La violencia de pareja se refiere a cualquier comportamiento, dentro de una relación íntima, que cause o pueda causar daño físico, psíquico o sexual a los miembros de la relación. Por sus dimensiones es la de mayor frecuencia en el hogar y la victima en el 86% es la mujer, con una tasa de 213,48 por 100.000 habitantes.
El grupo de edad más comprometido es el de 25 a 29 años (22,18 %), seguido de los de 20 a 24 años (20,99 %). Estas cifras se desprenden de las valoraciones hechas por el Instituto de medicina legal, para el año 2016 en Colombia.
En este mismo año, en Boyacá, se presentaron 1.752 casos, de los cuales en 1.557 casos la víctima fue la mujer es decir 88.87%, superior al promedio colombiano (Gráfico 2). De igual manera la tasa por cada cien mil habitantes de 293.72 en el departamento es también mayor a la del país.
Las relaciones afectivas tan fundamentales en la vida de los seres humanos terminan lamentablemente para algunas parejas en maltrato en el ámbito de sus relaciones íntimas. Las expresiones más frecuentes son la violencia emocional, verbal, física o sexual y tienen consecuencias de largo plazo para los miembros de la familia, la comunidad y la sociedad. Son historias donde la violencia de pareja inicia por lo regular durante las relaciones de noviazgo, y en la mayoría de los casos continúa y se acentúa en la vida conyugal; en una proporción importante sigue manifestándose después de terminada la relación, con agresiones hacia la mujer por parte de la ex pareja. Ahora el drama de la violencia se traslada a los miembros de la familia. Hijos testigos de las frecuentes agresiones y que vivencian el dolor de la madre maltratada solo les produce inseguridad y confusión. Según los sicólogos esa angustia se traduce en numerosos trastornos físicos, terrores nocturnos, enuresis, alteraciones del sueño, cansancio, problemas alimentarios, ansiedad, estrés, depresión, etc.
En Boyacá entre los años 2010 y 2016 se registraron 14.004 casos de violencia de pareja, de los cuales 12.515 la víctima fue la mujer, es decir el 89.3%. Quizá la situación por municipios más preocupante para las mujeres es Sogamoso, pues para el año 2016 registró una tasa de 855.04 casos por cada cien mil habitantes. Nada comparable con Boyacá que fue de 293.72 o el de Colombia de 213.48. Es un fenómeno anidado en el entretejido de factores culturales, económicos, legales y políticos que eternizan la violencia.
Hay una creencia ciega en la superioridad inherente de hombres sobre mujeres que les otorga el derecho de propiedad y control sobre las mujeres. De igual manera la alta dependencia económica de las mujeres dadas las condiciones de acceso a ingresos, educación y empleo. Claro que somos un presente construido sobre una historia de exclusiones y negaciones donde la mujer ha sido la más afectada.
Ahora la violencia de pareja contra las mujeres termina en feminicidios. En Colombia, del total de mujeres asesinadas, y de cuyo agresor se registra información, en el 28.38% de los casos los homicidas fueron sus propias parejas o exparejas; de igual manera, en el 33.65% de los homicidios el escenario del hecho es la vivienda y el 11.82% de las mujeres asesinadas son menores de 18 años, (en este rango de edad, para el caso de los hombres, es de 6.07%). Boyacá pasó de 5 a 20 homicidios de mujeres en el periodo 2015 a 2016, simplemente alarmante.
Gráfico 2.
La familia, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección del Estado. Por esencia debe ser el escenario del amor, protección, apoyo y respeto; pero por el contrario, su entorno constituye, en ocasiones, un espacio de violencia y riesgo permanente para la integridad física y psicológica de sus integrantes. ¡Con golpes, no ganamos el amor ni alcanzaremos la paz!
Es importante ante las relaciones de abuso, no solo poder salir de ellas; también buscar el apoyo y cuidado para no ser atrapados nuevamente por un abusador o permitir que una relación se convierta en abusiva, de ser posible.
Reflexionar el tipo de personas que y acciones que nos topamos, y no deseamos. Que actitudes violentas se disfrazan de «normales» y cómo se pueden detectar.
Pero principalmente, erradicar el problema educando para que no haya abusadores. Esta es la principal herramienta si hemos de combatir tal problema.