En mi opinión de hoy quiero referirme a dos temas, pero comienzo por lo ocurrido en las últimas horas a propósito de la final de la Copa América, en la que Colombia fue protagonista.
Esta mañana escuché en la radio una entrevista al humorista Peter Albeiro, quien ahora tiene sus negocios en Miami, quien hizo una pormenorizada descripción de lo que vivió ayer cuando fue con su familia a ‘disfrutar’ del certamen deportivo más importante del continente, nuestra final contra Argentina.
A grandes rasgos contó el humorista que Miami es una ciudad en donde casi que a diario se realizan toda clase de espectáculos culturales, artísticos deportivos, en fin; y en donde sus autoridades no previeron lo que se venía con la asistencia de colombianos, sí nuestros paisanos, a la final futbolística de ayer.
No voy a repetir la narración y todo lo que contó el humorista, pero basta con destacar que una turba de casi 20 mil hinchas colombianos que no tenían boletas para entrar al estadio ingresaron a las malas, poniendo en riesgo la vida de familias, golpeando e irrespetando a las autoridades, dañando la infraestructura del escenario, y gritando como unos verdaderos salvajes.
Eso fue lo que ocurrió a la hora de ingresar al estadio de Miami pero, como hubo consumo de alcohol y otras sustancias, cientos de colombianos también destruyeron a la salida lo que encontraron a su paso, como los vidrios de las escaleras eléctricas y varias dependencias del lugar. Los fanáticos colombianos tiraron por todas partes ropa, deshechos de comida, latas y botellas.
Súmele a esos bochornosos hechos lo que ocurrió aquí en Colombia con una ‘celebración’ que dejó cuatro muertos en Bogotá y desórdenes, con miles de llamadas a la policía en todo el país por desmanes, peleas y problemas de orden público. En Tunja, para no ir lejos, la Plaza de Bolívar, fue dejada, como queda después de las verbenas del Aguinaldo Boyacense, llena de basuras y de desechos.
Mirando todo lo ocurrido debemos concluir que menos mal que Colombia no le ganó a Argentina porque hoy estaríamos contando muertos en todas las ciudades y en todos los departamentos. El mundo está hablando hoy de nuestro comportamiento.
La tapa de esa forma de comportarnos es que el presidente de la Federación Colombiana de Fútbol Ramón Jesurún hubiera sido arrestados en Miami por haber protagonizado una pelea y que haya recibido cargos de las autoridades por agresión contra un empleado del Estado.
Jesurún fue ingresado a un Centro Correccional, pero es increíble que hasta el máximo dirigente del fútbol colombiano, de 71 años de edad, haya estado involucrado en un altercado.
Todos estos capítulos, de falta de civismo, ya son habituales entre los colombianos, como el hecho de que el Día de la Madre de cada año es cuando más casos de violencia intrafamiliar se registran en Colombia.
¿Recuerdan Ustedes la imagen del Mundial de Rusia, en la que mostraban que mientras los hinchas japoneses recogían la basura del estadio en el que Japón derrotó a Colombia durante su primer partido, algunos colombianos pasaban vergüenzas en videos grabados con sus propios celulares?
En esa oportunidad un grupo de colombianos se jactaba de haber entrado licor escondido en unos binoculares falsos al estadio y alardeaban con su ingenio. En otro video, un hombre puso a dos mujeres japonesas a decir groserías contra ellas mismas aprovechando que no entendían español.
La revista Semana publicó en ese entonces un artículo de reflexión, creo yo, en el que se refería a un problema de falta de civismo y urbanidad.
“El tema trasciende lo meramente educativo. “No se puede encontrar un responsable tan fácil en el contexto de la escuela porque es un tema mucho más estructural de la sociedad –le dijo a la revista Carlos Arturo Soto, profesor de Educación de la Universidad de Antioquia–. Le estamos transmitiendo a la juventud y a la sociedad desde varios sectores el mensaje de que ‘todo vale’, que es mejor ser ‘vivo’ y que el problema no es hacer la infracción o saltarse una norma, sino dejarse pillar”.
Y entrevistó al experto en educación Julián de Zubiría quien señaló que fue la influencia del narcotráfico en la estructura ética de la sociedad colombiana la que generó la cultura del ‘dinero fácil’ y del ‘todo vale’ para alcanzar los fines.
Seguramente entonces son muchas las fallas de nuestro sistema educativo y no creo que a corto o mediano plazo vaya a cambiar. Basta mencionar aquí que nuestro señor Presidente, que no es precisamente ejemplo de cumplimiento de las normas de urbanidad, quien ha dejado de asistir o simplemente nunca ha llegado a casi dos centenares de eventos de su gobierno con delegaciones diplomáticas, magistrados de las altas cortes, militares y comunidades, acaba de premiar con el Ministerio de Educación a un joven que es todo lo contrario a ese concepto.
Dicen que Daniel Rojas Medellín, el nuevo ministro del ramo, no tiene la hoja de vida ni experiencia en el tema educativo, pero el país sí lo conocido por las groserías y la vulgaridad con la que se refiere a quienes no están de acuerdo con su línea política. Esa también es la tapa.
Ojalá todos estos bochornosos temas que han ocupado las páginas y los espacios de nuestros informativos durante las últimas horas sirvan para hacer una profunda reflexión nacional y para que de alguna manera comencemos a cambiar; podría ser incluso -y algunos les causa risa- empezando por el regreso a las aulas de La Urbanidad de Carreño.
Como colofón, me refiero a la candidatura de Jaime Raúl Salamanca a la presidencia de la Cámara de Representantes.
Esa aspiración es un tema de honor para el presidente de la República, Gustavo Petro, porque desde la posición a la que aspira Salamanca se puede impulsar, retardar o hasta sabotear la agenda de las reformas del Gobierno.
La rival de Salamanca es la congresista Katherine Miranda y los expertos aseguran que habrá un verdadero ‘Voto finish’ para definir esa dignidad.
Ganar esa presidencia para un boyacense le conviene al Presidente Petro y a su gobierno y obviamente al propio Salamanca.
Pero también le conviene y mucho al gobernador, Carlos Amaya, y a Boyacá. A Amaya, porque esa puede ser la fórmula para que se destraben muchos proyectos y anuncios de inversiones del gobierno nacional para nuestro departamento.
Con mezquindad o con algo de bronca contra los verdes, muchos pueden querer que Katherine Miranda gane esa presidencia, pero la verdad es que, en estos momentos, con un gobierno nacional que concreta muy pocas cosas y que no ejecuta, Boyacá puede resultar favorecido con esa presidencia.
De manera que, por ser nuestro paisano, por representar a nuestra tierra, porque siempre deseo que le vaya bien a los boyacenses y a las personas que conozco en todos las metas que se fijen- y aclarando que no le puedo ayudar en absolutamente nada para lograr esa presidencia que se definirá el sábado 20 de julio cuando se instalen un nuevo periodo legislativo, voy por Salamanca y le hago fuerza a su aspiración. Ojalá Jaime Raúl Salamanca logre la presidencia de la Cámara de Representantes.