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Escribo esta columna, convencido hasta la saciedad que cuando se habla del Valle de Tenza, es referirse a la eterna e histórica crisis vial de la región.
Es cierto que hemos logrado avances, pero aún subsisten problemas como el de la Conexión Suroriente que une a Tunja con Garagoa y la Transversal del Sisga.
En 2025 cumpliré 50 años de conocer esta vía totalmente destapada, desde cuando empecé a viajar a nuestra capital en mi etapa de estudiante universitario, pero hoy pasado este tiempo, parece increíble que aún no esté concluida su pavimentación. Agravada por el invierno de este año, la historia se repite con frecuencia, acompañada de los usufructuarios que juegan con las ilusiones de la comunidad y sin hechos reales.
Es como si el tramo sin pavimentar estuviera maldito. A comienzos de los ochenta, la vía estuvo cerrada por cerca de dos años, a causa de un derrumbe en el sector de La Laguna y cuatro décadas después la situación es prácticamente igual: con paso restringido y cierres totales y parciales en el sector de Sisa, los cuales vienen soportando los usuarios durante ya tres largos años.
Es triste recordar que el anterior gobierno departamental prometió remediar el problema, luego le dijeron a los valletenzanos que todo se arreglaría si en elecciones de marzo de 2022 fuese elegida una parlamentaria de la región, lo cual fue un hecho y pese a ello todo sigue igual.
Después llegó la campaña electoral de octubre de 2023 con su carga populista y hoy con los ganadores en el poder no hay solución. El Valle de Tenza no merece seguir así y no me tiembla la pluma para proponer la entrega de la vía al sector privado, para que financie su construcción y mantenimiento, con peajes y valorización.
En este viaje por la geografía regional, el bloqueo de la salida hacia el piedemonte llanero por la Transversal del Sisga en el sector de Piedra Campana, viene afectando las economías principalmente de Santa María y San Luis de Gaceno, y de paso cerrando una de las salidas hacia Casanare y Meta, todas en alerta amarilla permanente, por estado de la Vía del Cusiana y el corredor Bogotá – Villavicencio.
Las voces apocalípticas que tanto critican los problemas geotécnicos de la carretera Sisga – Aguaclara, ignoran y/o posiblemente olvidan, que este proyecto entró a la segunda ola de las concesiones de cuarta generación, por presiones de los gremios regionales, la prensa y las comunidades de la región y finalmente la decisión fue más financiera y política que técnica.
Simplemente se buscó una solución rápida y eficaz, sin mayor apego a las especificaciones y requerimientos técnicos de las autopistas 4G. Al margen de los factores contractuales y técnicos, el concesionario viene atendiendo debidamente las emergencias, lo cual debemos entenderlo y afrontarlo, pese a la obligación de pagar los peajes.
Ahora el esfuerzo regional, debe estar enfocado en la obtención de recursos adicionales provenientes de vigencias futuras, para modernizar los túneles, estabilizar los taludes que lo requieran, atender sitios críticos, optimizar sectorialmente el trazado y viabilizar la incorporación del tramo Garagoa – Las Juntas, a la Concesión Transversal del Sisga.
Y cómo tarea adicional para el gobierno departamental, queda la de continuar la integración de las provincias de Neira y Lengupá, con el mejoramiento de la carretera entre sus capitales, así como la adecuación total de la malla vial que une a Chinavita, Pachavita, La Capilla, Tenza y Garagoa, en lo que podríamos llamar el Circuito Turístico de Mamapacha.
