El trámite legislativo que cumplirán los Acuerdos de La Habana, exigen una actitud vigilante de la ciudadanía, el movimiento social y los partidos políticos alternativos y de izquierda.
Ya que en medio del llamado fast track, su paso por el Congreso podría facilitar amputaciones y limitaciones, promovidas por las bancadas del Centro Democrático y los partidos de la Unidad Nacional, gracias a la inspiración de la Procuraduría y/o la Fiscalía.
Es por ello, que más allá de la coyuntura electoral que se avecina, es urgente promover y consolidar la unidad programática de los movimientos y partidos de izquierda; a fin de evitar que el proceso de cambio originado en la desmovilización de las FARC, se vea frustrado.
Un llamado a que en primer instancia, deberían responder organizaciones políticas como el Polo Democrático Alternativo, Unión Patriótica, Marcha Patriótica, Partido Comunista de Colombia, Movimiento Mais y por supuesto, la organización que surja de las FARC.
Un Frente de Izquierda que brinde al Movimiento Social y Alternativo, una opción atractiva con capacidad de convertirse en gobierno para el cambio y en faro seguro en el proceso de construcción de la paz.
No es posible la paz, si cada día los niños mueren de hambre, mientras en el alto gobierno se roban billonarias sumas de dinero, que deben ser repuestas a través de reformas tributarias lesivas al Pueblo Colombiano.
No es posible hablar de paz y menos construir un camino cierto para ella, si el gobierno además de atropellar permanentemente a la clase trabajadora, cierra los ojos por su incapacidad para promover empleo decente ante la tercerización laboral.
No es posible hablar de paz, sin dar solución a los problemas estructurales que afectan la propiedad de la tierra y el ineficaz sistema de salud.
La paz jamás será posible, sin eliminar esa corrupción que de la mano de la politiquería y para su beneficio, se apoderó del Estado Colombiano sembrando olvido, pobreza y desigualdad en todos los rincones de Colombia, gracias a la indiferencia de sus habitantes.
No olvidemos que el miedo a Uribe y la política de escoger el mal menor, han permitido que los cambios que nuestra sociedad necesita, se queden en simples paños de agua tibia que alivian la hinchazón permitiendo que la enfermedad arrecie.
La actual coyuntura es un llamado a la unidad de la Izquierda para que los cambios sociales, políticos económicos e institucionales que requiere la construcción de la paz, no se queden secuestrados en las páginas de los acuerdos firmados.
Ec. Carlos Julio Castro Espinosa