Bogotá D.C. se ha convertido en un lugar invivible para todos los que tenemos que padecer, a diario: el caos, el abandono, la suciedad y la inseguridad de nuestra capital. La Alcaldesa, con el jugoso presupuesto, aceita los medios de comunicación mientras la ciudad, en manos de la famosa e incuestionable mandataria, está incubando otro monstruo de mil cabezas en la política colombiana.
Por | María Izquierdo
Me cuentan en la Cámara y el Senado que nadie le hace debates con resonancia nacional sobre el “Estado de la Ciudad más amada – de los Colombianos – su capital.
No se le cuestiona por físico miedo a sus represalias, pues es muy brava y, además, llama e invita a almuerzos, cenas, copitas y poliquitería, donde termina, hablando mal de quienes se atreven a cuestionarla. Además, debe uno defenderse de la cantidad de nombramientos de los amigos bien relacionados con algunos -no todos- medios de comunicación, lo cual es casi imposible.
Me arriesgo. Me cansé de tanto desorden en Bogotá por tanto les comento: cuando tomo mi carro de regreso del aeropuerto, luego de un vuelo que de Yopal a Bogotá tarda solo 40 minutos -gracias a la querida Alcaldesa- y al desorden de tráfico que ha permitido, gasto dos horas en llegar a mi vivienda, localizada en la calle 140. ¿Qué tal eso? Y si salgo para el Senado a visitar a mis compañeros, que me llaman por mis escritos y para soñar con un país mejor, gasté ayer 17/08/2022 tres largas horas.
Sin embargo, nadie protesta, nadie dice nada y ella, la antipática Alcaldesa, con su cabecita volando. Aparece todos los días en los noticieros, cargando el cartón del cheque del Metro. Cien veces repiten y repiten esas imágenes.
Y continuamos: ¡Qué tal la suciedad de los parques, los muros, las avenidas! Ahora es cultura, el nuevo hito de plasmar grafitis y rayones en todos los locales de la triste Caracas, donde aprendimos nosotros, los “Boyacenses”, a conocer a Bogotá. Qué sucia y abandonada está. Luce triste, en especial en los alrededores del Hotel Tequendama, donde la inseguridad y que desolación campea.
Mientras tanto, la mandataria anida en su cabeza, con su esposa senadora -no soy homofóbica, pues en mi familia cercana hay personas gay a las que amo y respeto inmensamente-, que su paso por la Alcaldía la llevará a la Presidencia de Colombia. ¡Qué horror!
No, Dios mío. Candidata Presidencial sobre su obra en Bogotá, ¡NO!. Ella no sabe tratar a la gente y su obra en Bogotá no se ve por ninguna parte. Crecen a dos dígitos los índices de pobreza y desempleo, mientras nosotros avanzamos por las calles, llenos de miedo y escabullendo los numerosos cráteres de las vías Bogotanas.
Nos preguntamos, entonces, a gritos desesperados: ¿dónde está la Alcaldesa? Pero, la desalentadora respuesta es: ¡No! no hay alcaldesa en Bogotá.
Igual sucede en tunja recordada Senadora.tampoco hay alcalde.