Comenzando este segundo mes del año, vuelve a aparecer el fantasma de un nuevo paro en Boyacá, que esta vez sería la suma de los anteriores; es decir, de los camioneros y de los campesinos más las centrales obreras, lo cual, en palabras del jefe de la Oficina del Diálogo Social y la Paz del gobierno de Carlos Amaya, pedro Pablo Salas Hernández, sería un auténtico desastre.
En declaraciones a este medio, Salas Hernández hace un llamado a los sectores de izquierda y a los sindicatos para que evalúen la conveniencia de un nuevo movimiento de paro ya que eso tendría consecuencias imprevisibles, tanto en lo económico como en los niveles de violencia que puede alcanzar, y que eso puede ser lo que buscan sectores de extrema derecha como el Centro Democrático que ha venido siendo el principal mentor de la protesta de los camioneros, donde ese partido tiene un importante ascendiente.
Salas Hernández también llama la atención sobre otros problemas de fondo que vienen agudizando las contradicciones sociales y que son factor perturbador para el presente año; sin embargo, afirma que su trabajo será a fondo para ayudar a buscar soluciones pacíficas, de la mano de las comunidades y de las instancias institucionales, sociales y económicas del departamento.
EL DIARIO. ¿Tiene sentido a comienzos de 2017 y en medio del posconflicto la oficina de diálogo social y paz que usted encabeza?
Pedro Pablo Salas Hernández. Sí; tiene todo el sentido y mucho más en este momento. Primero, por lo que es más importante, no solo para Boyacá sino para todo el país, es la consolidación de la Paz que debe abrir nuevos caminos de convivencia y bienestar; para Boyacá, la consolidación de estos procesos es fundamental y por tanto este es uno de los grandes retos del trabajo que se me ha encomendado, trabajar en todos los frentes para consolidar la paz como producto del mandato de los boyacenses el pasado 3 de octubre que le dijeron mayoritariamente sí al proceso. En segundo lugar, por los conflictos que tiene Boyacá y el panorama que se ve venir que es una curva creciente de movilización social. En este sentido, el diálogo se convierte en la mejor estrategia política para poder resolver estos conflictos. Algunos de carácter regional, los cuales hemos estado solucionando, como son las relaciones entre las empresas multinacionales y las comunidades que están alrededor de estas. En esto hemos construido una relación bajo un principio, y es que ambos se necesitan: Boyacá necesita de los trabajos y de los empleos y las multinacionales necesitan de los recursos naturales y de la mano de obra. Lo novedoso aquí es que hemos incorporado acciones conjuntas para lograr metas comunes; hemos involucrado a las autoridades ambientales, a las autoridades regionales y locales y a las mismas comunidades, en una estrategia de acción colectiva donde todos resulten ganando, incluyendo el medio ambiente.
ED. Pero su respuesta es parcial; los problemas del departamento van más allá de las contradicciones del sector empresarial e industrial con la comunidad y se adentran en la cotidianidad de la gente, en lo profundo de la provincia, donde acosan la pobreza y la desesperanza. Para esto ¿qué hay que decir?
P. S. H. Efectivamente, Boyacá es un departamento que viene heredando una enorme pobreza y en las actuales circunstancias este indicador empeora y el desespero de la gente también se manifiesta. No es fortuito que semanalmente se tenga que estar apagando un incendio, desbloqueando una vía, desbloqueando actividades mineras, creando mesas de concertación para que se eviten nuevos paros. En este momento estamos trabajando fuertemente con el sector del transporte, con Sergio Tolosa, el Secretario TIC; lo estamos haciendo buscando resolver un problema de competitividad y creando mesas de diálogo para que entre los generadores de carga y los transportadores se busque tener en cuenta el tema social en el departamento de Boyacá; es decir, estamos haciendo algún tipo de intervención en el mercado para evitar que la ley del más fuerte termine por acabar estas pequeñas economías que mueven al departamento, como son los pequeños empresarios del transporte entre otros.
La gente también se está movilizando por agua; hay aquí un problema estructural y es que las fuentes hídricas superficiales se agotaron y todo parece llevar a que la alternativa es la explotación de pozos profundos, lo que no deja de ser una acción de corto plazo; los verdaderos problemas ambientales en Boyacá son un escenario de conflictos en el inmediato futuro.
Desde esta Ofician, también, estamos acompañando todo el proceso que tiene que ver con el deterioro del sector de la salud en Boyacá; a este sector la corrupción le ha causado uno de los mayores daños que ha podido ocasionar un modelo como el actual, donde en toda la cadena de la salud se montaron negocios y, las víctimas, hoy es toda la población afiliada que no está teniendo una atención decente en salud, mientras las deudas al sistema de la red pública del departamento, por parte de las EPS hoy asciende a 350 mil millones de pesos. Desde la Oficina del Diálogo Social y Paz vamos a liderar un proceso que se convierta en un gran movimiento social en torno al derecho de la salud; vamos a unir en un solo cuerpo a usuarios del sistema y trabajadores, tanto de la red pública como de la red privada. La movilización por el derecho a la salud será una de nuestras principales banderas este año.
ED. A propósito de paros, ¿es posible otro paro de transportadores? En los últimos días, han dicho que se están convocando a trabajadores, campesinos y transportadores para un paro más generalizado, ¿qué pude decirle al Departamento?
P. S. H. Sí se ha venido hablando de un una posible vuelta a otro paro; y me llama la atención las reuniones que esta semana pasada tuvo la cúpula del centro democrático en la ciudad de Tunja bajo la dirección del senador y precandidato Iván Duque; tampoco me es ajena la reunión que se impulsó desde el municipio de Samacá entre el senador Robledo, César Pachón y un sector del transporte; y, no son pocas la reuniones que se están haciendo en algunas provincias, donde tenemos dificultades, como es en la provincia de Gutiérrez con el bloqueo del turismo al Nevado, donde se busca incidir en algunas comunidades, enfocando una batería radical contra el gobierno para un posible paro.
Este es un escenario complejo para Boyacá en la medida en que este departamento ha tenido una relativa paz, pero se ha venido convirtiendo en un departamento hostil hacia los inversionistas quienes, antes de tomar una decisión de inversión, piensan en escenarios como fue el paro de 47 días del año pasado, donde las pérdidas fueron multimillonarias. Aquí no estamos hablando solo de los grandes empresarios, sino del dueño de los galpones donde el alimento no llegó para las aves y estas se murieron de hambre; o del pequeño productor lácteo; o aquel pequeño empresario, el de las truchas, al que tampoco le llegó el alimento y perdió.
Un escenario de bloqueo en Boyacá que, por la condición de departamento que vive de la micro y la pequeña empresa, es sencillamente desastroso. Frente a este escenario del posible paro llamaría la atención a mis compañeros de izquierda y a la misma central de trabajadores, las que sí tienen claridad de quienes son los que van amover a la gente y con qué fines; sabemos que el gobierno de Santos ha implementado medidas muy duras contra la clase trabajadora. El caso, entonces, es si el movimiento social va a ser puesto como cebo para que sectores de extrema derecha, que tienen como objetivo sabotear el proceso de paz, logren, con una acción de saboteo, incluso llevando el paro a niveles extremos de tragedias humanas, para crear un escenario de desestabilización, para poder capitalizar la rebeldía popular hacia los resultados electorales hacia el 2018. Llamo la atención a estos sectores democráticos sobre si hay claridad frente a un posible paro en un momento tan complejo políticamente.
ED. Y en la cotidianidad más prosaica, las cosas parecieran ir por el mismo camino: las estadísticas de violencia plasmadas en suicidios, atracos, y asesinatos en el departamento aparecen alarmantes al comenzar el año. Es decir, la médula de la sociedad sigue profundamente afectada y desequilibrada, ¿ante esto qué decimos?
P. S. H. Los desajustes sociales, a la fecha, parecen que no han tenido un punto de inflexión; es decir, se mantiene una tendencia a continuar con pésimos resultados en estas materias, que no son más que un reflejo de los desajustes profundos que tiene una sociedad como la nuestra. En Tunja la inseguridad alarma a pesar del aumento del pie de fuerza, denueva dotación de equipos a la policía; los resultados no se ve que mejoran. Y es que estos no pueden mejorar porque no es un problema de milagros: si en los barrios periféricos sigue pululando el hambre, el desempleo y la falta de oportunidades, esos problemas se reflejan en brotes de inseguridad; y, más aun, en ciudades intermedias como Tunja donde hay una influencia de los sectores delincuenciales especialmente de la capital del país, lo cual influye también el fenómeno del microtráfico.
Las administraciones aquí no han hecho nada por impulsar políticas de desarrollo a escala humana; es decir, creando oportunidades a través del traslado de recursos de los sectores más adinerados de la ciudad, tales como especuladores inmobiliarios, especuladores del suelo urbano, especuladores de los servicios públicos privatizados, con tarifas impagables; al contrario, ¡han hipotecado las rentas municipales al sector financiero!
Estos ha venido secuestrando el presupuesto de Tunja y es muy poco o que se puede distribuir en una ciudad en donde los que más pagan, son los más pobres, los que tienen más dificultades para lograr ingresos. Todo esto crea, en resumen, un fenómeno social que se puede medir en los niveles de inseguridad, de suicidios, como se dice al principio. Un solo ejemplo de lo que pasa en la ciudad con las empresas de servicios públicos: el caso de Proactiva que en 2016 vendió cerca de 30 mil millones de pesos e invirtió 2.500 millones.