Por | Edilberto Rodríguez Araújo – Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC / @zaperongo
Desde diferentes orillas se están realizando diversos análisis sobre la pendular coyuntura económica y social, que fluctúa entre el pesimismo irreductible y el optimismo desbordado. Ya Fedesarrollo, en su último reporte del Índice de Confianza del Consumidor (ICC), ha revelado una tendencia hacia una mejoría en la percepción de los colombianos de a pie, comoquiera que en junio de este año aumentó en 8,7 por ciento en relación con el mes de mayo, indicador que refleja no sólo la mejoría de las condiciones económicas sino, también, en las expectativas de los hogares, lo que se traduce en su disposición de adquirir vivienda, bienes durables (vehículos, muebles y electrodomésticos).
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Al examinar la trayectoria de los principales indicadores del mercado del trabajo, se observa que una vez remontado los bajos niveles que caracterizaron la pandemia con el rebote de 2020, la lenta reactivación económica -en la que el PIB real se trepó en el primer trimestre de 2022 a 8,2 % y descendió en igual periodo de este año a 3,0%-, condujo a una sustancial mejoría de 5,5 puntos porcentuales en la generación de empleo, con la creación de 2,7 millones de nuevos puestos de trabajo en el trimestre enero-marzo del periodo 2021-2023. Simultáneamente, el desempleo siguió cayendo en un poco más de 5 por ciento, equivalente a casi un millón de colombianos, indicando que en los próximos meses puede situarse por debajo de un dígito. Sin embargo, una situación preocupante es la baja capacidad de la economía para contratar mano de obra juvenil, teniendo en cuenta que la desocupación en la población de la franja entre 15 a 28 años-que representa cerca de un tercio de la población en edad de trabajar- afecta, principalmente, a las mujeres jóvenes, cuyo tamaño se equipara al del segmento masculino.
Aunque parezca un fenómeno anecdótico, no obstante que ha venido disminuyendo su proporción, de los 11,2 millones de jóvenes que han incursionado en el mercado laboral 23,8 por ciento se denominan los ninis (ni estudian ni trabajan). Como es sintomático de los desajustes de este mercado, el 66,4 por ciento estaba representado por mujeres.
De otra parte, la economía se alinea a un ritmo de crecimiento moderado (entre enero y abril de 202, según el Índice de Seguimiento de la Economía, repuntó en 1,95%) y los pronósticos de Fedesarrollo y los organismos multilaterales como la OCDE, estiman que estará por debajo del umbral del 2,0 por ciento, lo que ha contribuido a una mayor formalización del empleo, comoquiera que en el periodo 2021-2023 1,8 millones de trabajadores y empleados fueron contratados en condiciones menos vulnerables.
La percepción favorable sobre el desempeño del mercado laboral se acentúa cuando se constata que la población por fuera del mercado laboral (catalogada anteriormente como población económicamente inactiva), que se elevó entre marzo y mayo de 2020 hasta 16,2 millones en pleno brote del coronavirus, descendió este año a 14,0 millones, gravitando, en particular, sobre las mujeres dedicadas a oficios del hogar, estudiantes, pensionadas, etc. Los colombianos que se encuentran en la periferia del mercado de trabajo copan el 36,1 por ciento de la población en edad de trabajar.
Al panorama descrito, se agrega que la inflación se ha desacelerado en lo corrido del año, principalmente por el menor impacto de la canasta de alimentos, y, al parecer, al cierre de 2023 terminará en 9,0 por ciento, para alinearse el año entrante en torno al rango de la inflación objetivo fijada por el Banco de la República (3,0-4,0 por ciento).
COLOFÓN
Las tendencias del mercado laboral tunjano siguen de cerca el patrón que se ha reconfigurado en el país, que significa, después del crítico año 2020, un incremento de los puestos de trabajo y una caída del desempleo, que se abate con mayor intensidad sobre los 3.000 jóvenes desocupados reportados este año, con el agravante de que de los 16.000 que poseen un empleo, muchos son subempleados.