Tunja: una ciudad en disputa por el bien vivir

Foto: Hisrael Garzonroa - EL DIARIO
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Por | Pedro Pablo Salas Hernández

A lo largo de las últimas décadas, diversas corrientes de pensamiento moderno han buscado abordar los problemas colectivos en las comunidades locales. Eleanor Ostrom (Ostrom, 2008), por ejemplo, destacó la importancia de la acción colectiva para resolver estos desafíos, subrayando la necesidad de cooperación para alcanzar objetivos comunes. Sin embargo, autores como Garrett Hardin (Hardin, 2015) y Mancur Olson (Olson, 1965), en los años 60 y 70, advirtieron sobre las dificultades inherentes a esta cooperación, señalando que los individuos, como agentes oportunistas, tienden a priorizar sus propios intereses, obstaculizando los esfuerzos colectivos.

En este contexto, es pertinente analizar el caso del centro histórico de Tunja, un espacio de gran valor patrimonial y cultural, pero que enfrenta múltiples desafíos derivados de la falta de consenso y de una gestión eficiente. Este artículo explora la situación actual del centro histórico de la ciudad, destacando las tensiones entre los intereses individuales y el bien común.

El centro histórico de Tunja: entre la tragedia de los comunes y el triunfo de la cooperación

El centro histórico de Tunja puede ser entendido como un ‘bien común’, siguiendo la definición de Ostrom. Sin embargo, también enfrenta el dilema señalado por Hardin: cuando un recurso es de todos corre el riesgo de no ser cuidado por nadie. Esta metáfora se refleja en el uso y explotación del centro histórico, donde la falta de cooperación y las dinámicas de mercado han llevado a un deterioro significativo.

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Pese a los esfuerzos realizados, como la implementación del Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) en 2011 y su inclusión en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de 2014, las medidas para revitalizar el centro histórico han tenido resultados limitados. Aunque estas normativas promueven su uso como área residencial, conservando su arquitectura colonial y fomentando un comercio de bajo impacto, las dinámicas actuales han desvirtuado este propósito.

Los intereses individuales, como los de los propietarios de parqueaderos, vendedores ambulantes y dueños de inmuebles patrimoniales, muchas veces prevalecen sobre el interés colectivo. Esto ha generado una migración de residentes y una ocupación del espacio por actividades comerciales que no están alineadas con la vocación histórica y turística del lugar. Así, la esencia del centro histórico, reconocida por su riqueza cultural y arquitectónica, está siendo reemplazada por usos que comprometen su identidad.

La tragedia de los comunes en el centro histórico

La problemática del centro histórico refleja lo que Hardin llamó ‘la tragedia de los comunes’: el conflicto entre los intereses particulares y el bienestar colectivo. Las políticas locales han fracasado en liderar un modelo de gestión que fomente la cooperación, lo que ha llevado a una degradación progresiva del espacio. A pesar de ser una zona con alto potencial de desarrollo y valorización, las actuales dinámicas de uso amenazan con convertirla en un espacio marginalizado.

La falta de confianza en las instituciones y la ausencia de una participación ciudadana efectiva han exacerbado esta situación. El centro histórico, en lugar de ser un ejemplo de revitalización y cohesión social, enfrenta un futuro incierto marcado por la falta de estrategias integrales que atiendan tanto sus necesidades patrimoniales como las demandas de sus habitantes.

Un centro histórico para el buen vivir

A pesar de los desafíos, el centro histórico de Tunja tiene el potencial de convertirse en un espacio ejemplar para el desarrollo sostenible y el bienestar de sus ciudadanos. Esto requiere un enfoque integral que priorice la cooperación y la participación de todos los actores involucrados: propietarios, comerciantes, habitantes y autoridades locales.

Algunas propuestas incluyen:

• Peatonalización y mejora del transporte público: Reducir el uso del vehículo privado para optimizar la movilidad y fomentar un entorno más amigable para los peatones.
• Impulso a la vivienda y el comercio de bajo impacto: Revalorizar el área como espacio residencial y promover actividades comerciales acordes con la vocación patrimonial y turística.
• Fomento de la participación ciudadana: Involucrar a la comunidad en la toma de decisiones, promoviendo la confianza, la reciprocidad y el sentido de pertenencia.
• Colaboración interinstitucional: Las universidades y las autoridades locales deben liderar investigaciones y proyectos que impulsen la revitalización del centro histórico, combinando conocimientos de economía, sociología, antropología y urbanismo.

El éxito de estas iniciativas dependerá de la capacidad de la ciudad para superar los intereses particulares y construir una visión compartida, basada en el diálogo, la cooperación y el compromiso con el bien común.

Conclusión

El centro histórico de Tunja enfrenta un dilema crucial: continuar siendo víctima de la falta de gestión y cooperación o transformarse en un ejemplo de revitalización urbana y desarrollo sostenible. La decisión no solo recae en las autoridades, sino también en los ciudadanos, quienes tienen la oportunidad de liderar un cambio basado en el conocimiento, la participación y la acción colectiva.

Tunja puede y debe ser un modelo de lo que significa el triunfo de la cooperación: un espacio donde la historia, la cultura y la vida moderna convergen para el bienestar de todos, incluyendo una participación inteligente y creadora de valor y de riqueza como lo plantea Mariana Mazzucato (Mazzucato, 2019).

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