Tunja sin liderazgo

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Por | Jhonathan Leonel Sánchez Becerra / Historiador con énfasis en Patrimonio y Museología

La ciudad de Tunja atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia. La capital boyacense, cuna de académicos e intelectuales, parece hoy a la deriva, sin rumbo: no se vislumbran liderazgos políticos visibles que asuman con responsabilidad y valentía la tarea de dirigir la ciudad.

La ciudadanía percibe un vacío que no se llena con discursos grandilocuentes, tibios ni con silencios prolongados. Está en juego la administración de lo cotidiano y la posibilidad de proyectar a Tunja hacia un futuro digno y sostenible.

Es preocupante que, en medio de los debates sobre el gobierno de Mikhail Krasnov, la mayoría de quienes se perfilan como aspirantes a las próximas elecciones atípicas y territoriales guarden silencio. Dirigentes experimentados y políticos emergentes parecen preferir la comodidad de la prudencia antes que el compromiso con la claridad.

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¿Cómo es posible que, frente a una gestión cuestionada en su legitimidad y desconectada de las necesidades urgentes de la ciudad, los potenciales líderes callen? Ese mutismo no es inocuo: transmite la idea de una clase dirigente ensimismada, más preocupada por su conveniencia personal que por el debate público que demanda la democracia.

Tunja necesita más que rostros en tarjetas, afiches o discursos trasnochados. Requiere de liderazgos cimentados en valores éticos, con propuestas concretas y verificables: gestión eficiente de recursos públicos y privados, políticas de empleo y educación sin discriminación, un plan serio de movilidad, protección efectiva del patrimonio y una apuesta real por el fortalecimiento de la identidad cultural. No se trata de prometer, sino de demostrar formación, experiencia y voluntad de servicio.

La reflexión es inevitable: si la academia calla y los políticos se esconden cediendo a la politiquería de los embaucadores, ¿quién levantará la voz por la ciudad? Tunja no puede permitirse que su destino lo decidan los poderes que imponen, el azar o la apatía. Es hora de que germinen liderazgos que conjuguen el pensamiento crítico con la acción, que sepan denunciar lo que no funciona y, al mismo tiempo, ofrecer caminos posibles.

Porque la peor condena para la ciudad no es un mal gobierno, sino la ausencia de líderes dispuestos a señalarlo y construir alternativas.

Tunja se enfrenta a una disyuntiva crucial: continuar bajo el yugo de la mediocridad o abrir un nuevo capítulo de su historia, uno en el que el liderazgo auténtico y la participación ciudadana se conviertan en los motores del cambio. La ciudadanía debe ser capaz de generar, desde sus propios cimientos, un liderazgo comprometido con la justicia social, la innovación y el bienestar colectivo. Si no somos capaces de exigir estos cambios, Tunja corre el riesgo de quedar atrapada en un ciclo interminable de desilusión, falta de progreso y, sobre todo, de lamentaciones.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan la postura editorial de EL DIARIO.

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