En esta feria de aduladores del éxito, aparecen todo tipo de cortejos o coqueteos a quienes ganan elecciones, como las que acaban de ocurrir, más exactamente en nuestro territorio, donde se estila la más afinada alabanza y lisonja para los ganadores.
Las redes sociales está exultantes en esa impetuosa explosión de melosería, que raya en la trivialidad.
Pero es que también, todo se conjuga en el exótico hecho de tener un alcalde de otras latitudes, que desde hace años decidió vivir en esta fría ciudad, que de pronto se asemeja, en sus características a la de su origen asiático.
La elección de “El Ruso”, como alcalde de Tunja, ha desatado una orgía de desenfreno político. Los grandes noticieros lo entrevistan, los medios provinciales hacen cola para lograr, un apunte, un chiste, o hasta un desplante, de la figura o la vedette de moda. Publican las selfis que se tomaron en campaña o las que logran cuando se topan con el alcalde electo, cuando recoge los pasos de su inusitada victoria.
Pero no es solamente la turba de halagadores que se fascinan por estar con “El Ruso”, sino que, al mismo tiempo, “El Ruso” está encantado de lo que está pasando.
Tengo por cierto que este fenómeno, tiene sus causas y efectos. En un escenario donde el ejercicio de la política posee una dinámica sobresaliente, por su alto volumen burocrático. Y no es para menos, hoy, Tunja con tradición conservadora, de regionalismo acendrado, tendrá como burgomaestre a un ciudadano colombiano por nacionalización, de origen ruso, que, si nos acogemos al sentido común y a la ponderación, el mismo Mikhail Krasnov, deberá entender y comprender que el efectismo ya produjo su resultado y que ahora el debería apaciguar el ímpetu triunfalista y folclórico, y poner los pies sobre la tierra, ojalá los pies descalzos, para que tenga ubicación geográfica y espacial, para que deje el gentilicio de su origen y se apersone, fácil y llanamente, con sentimiento y espíritu localista, como El Alcalde de Tunja, ya que jurídicamente no puede seguir tildándose de ruso, porque la propia ley, se lo impediría- sentido común, nada más.
Tunja, posee jerarquía propia en la historia, su arraigo muisca chibcha es especialmente relevante; cuna de zaques y de zipas, y caciques que dan lustre a nuestro origen indígena. Fue capital histórica, epicentro de todas las gestas que dieron la libertad a los países que hoy mantienen un vínculo fraternal. Es cuna de héroes y mártires; sabios que fueron sacrificados por un imperio que violentó y saqueó nuestra esencia e identidad, y que hoy continúa refundida en la dependencia de una aberrante sumisión con visos de lealtad y supuestos rasgos de noble heredad. Tunja ha parido mujeres y hombres ilustres que sobresalen en las artes, en las letras y en la propia política nacional. Con ese acervo histórico, debemos ver el momento histórico que nos corresponde vivir, para que no caigamos en folclorismo y más bien nos avoquemos a salir de los espejismos de lo exótico y fascinante de lo novedoso y extraño. Y como tunjanos todos, hasta el propio alcalde, que ojalá se sienta Tunjano, y con Mayúscula, porque el gentilicio se refrenda por nacimiento y adopción, y amor por esta bella Tunja, que Simón Bolívar declarara Ciudad Heroica y Taller de Libertad.
Creo que sería sano, oportuno y conveniente replantear, en la claridad de conceptos, para que en unión de pensamientos y propósitos, se logre acabar con el influjo de la politiquería, la inmediatez que induce a la corrupción y todos se comprometan hacer de Tunja, el faro que indique en nuevo sendero de una mejor democracia, ejercida con espíritu comunitario; del pueblo, con el pueblo y para el pueblo, siguiendo los preceptos de El Libertador Simón Bolívar: Mejor sistema de gobierno produce: mayor seguridad social, mayor estabilidad política y mayor suma de felicidad posible.
Que el alcalde se rodee de tecnócratas, de profesionales con fundamento técnico y de experiencia, que no se deje influenciar por aquellos teóricos, que se creen únicos profetas, dueños de la verdad absoluta. Que crea en el potencial de esta raza laboriosa, honesta y pujante, en fin, que sepa que poseemos una tradición, para que se acabe de una vez por todas la creencia que llega el nuevo mesías o el salvador.
Seguramente tendremos que dar un periodo de espera, de acoplamiento y de estructuración, en el entendido de la falta de experiencia en estas lides donde se conjuga la buena voluntad, el buen propósito, pero también la capacidad de planificar, para resolver las necesidades de la comunidad y progresar de manera integral, donde lo material y lo humanístico avancen equitativamente.