Por | Guillermo Velásquez Forero
En estos tiempos se está cumpliendo el anuncio de Friedrich Nietzsche de la inversión de todos los valores; y la bestia humana, demente, delirante, violenta, electrónica y digital, ha avanzado mucho en su misión de llevar su degradación a la máxima expresión, antes de lograr su extinción y la destrucción de la vida en el planeta. Por ejemplo, ser un gran ladrón, cínico, corrupto, embustero, traidor y genocida, es la mejor profesión, la de político y gobernante. Ser un zombi, usado como terrorista y matón a sueldo al servicio del Estado, para disparar contra el pueblo, no significa ser un cobarde y miserable criminal asalariado, sino un héroe. Ser prostituta o prostituto ya no es una vergüenza y una infamia contra sí mismo, sino una evidencia de talento. Ese oficio, que pasó del burdel al espectáculo electrónico de las pantallas, es apreciado como una de las nuevas artes, desnudarse, mover el culo y aparearse en público o ante las cámaras es crear un monumento artístico, una obra de arte aclamada por multitudes, y, sobre todo, un negocio muy rentable, admirado, respetable y con predicadores, defensores y publicistas; a tales personajes moralmente degenerados, enfermos de exhibicionismo y sed de dinero, se les llama estrellas porno, artistas, actrices y celebridades; y se imponen como modelo para las nuevas generaciones porque han logrado convertir su culo en el mejor negocio del mundo, pues la industria de la prostitución virtual es uno de los vicios explotados por el capitalismo apocalíptico que generan miles de millones de dólares y de euros a los traficantes del sexo mercenario. Pero estos proxenetas, que invadieron el mundo con el espectáculo del prostíbulo, no son delincuentes sino empresarios. Así mismo, la gente de bien son los asesinos, sicarios de la policía, que salen a las calles a disparar contra los jóvenes en las manifestaciones políticas. En estos tiempos de inversiones, se ha llegado a imponer la anticultura: en las redes sociales (que son antisociales), lo importante, respetable, destacado y predominante, lo que prevalece, es la opinión, el chisme, la mentira, las creencias, el comentario estúpido, la ignorancia y el analfabetismo intocables. Pero Nietzsche era optimista: tenía la ilusión de que después del imperio de los antivalores, vendría la creación de nuevos valores.
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