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Respuesta a una agresiva columna de opinión publicada en EL DIARIO por Guillermo Velásquez Forero. Sus adjetivos cargados de odio en contra de los venezolanos son los mismos con los que en Europa o Estados Unidos algunos se refieren a los colombianos.
Desde hace varios años El Espectador está publicando el ‘antieditorial’ en el cual da la oportunidad a sus lectores de responder o de expresar posturas diferentes o críticas a las posiciones del periódico, expresadas precisamente en sus páginas editoriales.
En esta oportunidad me voy a valer de esa figura para expresar mi posición frente a una columna de opinión, absolutamente agresiva y xenofóbica, escrita por Guillermo Velásquez Forero, novelista, licenciado en lingüística y especialista en literatura y semiótica. El maestro Velásquez es de origen santandereano, pero desde hace años se estableció en Tunja, lo consideramos un boyacense más y goza de un gran reconocimiento en círculos literarios e intelectuales.
Debe leer: Invasión de Criminales
Lo conozco desde hace casi 30 años pues, además, fue habitual columnista en el periódico en donde por 26 años me desempeñé como jefe de redacción.
Sin embargo, no se puede dejar pasar por alto su columna titulada ‘invasión de criminales’, en la que se refiere a la llegada masiva de los venezolanos a Colombia, a quienes califica de “vagos, mendigos, ladrones, atracadores, asesinos, drogadictos, putas, gente de la calle y demás, que pululan repartiendo el miedo y la inseguridad por calles, parques, plazas, terminales de transportes y otros espacios públicos”, según escribió en su columna.
Ese escrito comienza atacando a Iván Duque quien –según dice Velásquez- “como títere del imperio norteamericano fue el culpable de infestar a nuestro país de criminales venezolanos”.
Efectivamente estuvo muy equivocado Duque en el manejo de la crisis en las relaciones con Venezuela e hizo el ridículo internacional tratando de proclamar a Juan Guaidó como el presidente de Venezuela. La absurda posición de Duque es tan reprochable como la que ahora asume nuestro presidente, Gustavo Petro, mirando para otro lado cuando desde todo el mundo se señala a Maduro por el fraude en las elecciones presidenciales y por la represión que ha desatado contra quienes no están de acuerdo con el régimen.
El columnista de EL DIARIO resalta que por su pretensión de perseguir y acorralar al vecino país con el ‘cerco diplomático’ promovido por Estados Unidos y con la ilusión de derrocar a Nicolás Maduro, Iván Duque le brindó acogida a Guaidó y creó –según dice- programas especiales de atención y protección al venezolano, que enseguida invadió nuestro territorio como si fuera tierra de nadie.
Muchos han criticado el manejo que Duque le dio a las relaciones bilaterales durante su periodo y es cierto que el bloqueo contra empresarios venezolanos del ala chavista ha ayudado a empobrecer a ese pueblo, pero esas sanciones no han sido el único factor de la crisis económica del vecino país y del éxodo de casi ocho millones de venezolanos.
La primera sanción impuesta por Estados Unidos a Venezuela se anunció en marzo de 2015, cuando Hugo Chávez ya había desaparecido del manejo de este país y había dilapidado gran parte de la riqueza petrolera.
Las decisiones de Chávez y Maduro en contra del sector privado y los excesivos subsidios a un gran sector de la población que no trabaja ni produce, han sido mencionados como otros determinadores de la situación que hoy vive un país que fue próspero y que generaba la envidia en toda Latinoamérica.
Pero volviendo al tema central de esta columna, parece ser que el maestro Velásquez no conoce los múltiples estudios y libros que se han escrito y que se refieren a esa historia trágica que ha afectado a nuestro país, desde La Independencia hasta nuestros días.
No fueron los venezolanos los que protagonizaron más de 10 guerras que soportó Colombia desde 1832 hasta el 2007, con duración promedio de 15 meses cada una; es decir el equivalente a casi 20 años de confrontación permanente. Colombia es el país Latinoamericano con el promedio más alto de guerras civiles y duración promedio de ellas.
Lo invito a leer, maestro Velásquez, los libros de Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña y Germán Guzmán Campos ‘La Violencia en Colombia’, en los que describen todos esos acontecimientos violentos, provocados por las élites gobernantes, que han sacudió a nuestra nación.
No tuvieron nada que ver los venezolanos con ‘El Bogotazo’, aquel trágico 9 de abril de 1948, ni con la guerra desatada contra todo el país por el narcotraficante Pablo Escobar y el cartel de Medellín.
Tampoco con lo que propició la guerra entre liberales y conservadores, la escalada del Cartel de Cali, las tomas guerrilleras de las Farc, el paramilitarismo, los episodios propiciados por el M-19 o ‘los falsos positivos’.
Antes de que llegaran masivamente los venezolanos a Colombia ya había atracos en nuestras calles, secuestros, extorsiones, asesinatos, etc.
Claro que hay venezolanos delincuentes y hay que perseguirlos y judicializarlos, pero no se les puede acusar a ellos y a todos los que llegan de Venezuela de los males que históricamente ha padecido nuestro país.
Dice Usted, maestro Velásquez que quienes han llegado de Venezuela no son profesionales, técnicos, empresarios, académicos, personas con formación para el trabajo; “son fementida canalla y gente baja”, y agrega que “los que no militan en la delincuencia, el único bien que le hacen al país es quitarles el trabajo a los colombianos, degradar el salario y aumentar las tasas de desempleo”.
¿Los inmigrantes trabajan competitivamente o le quitan el empleo a los nacionales? ¿Aportan a la economía o saturan los servicios?
“Las valoraciones sobre el impacto de migrantes en otro país, sobre todo cuando se trata de un flujo constante entre dos territorios, a menudo están basadas en percepciones, no en datos”, dice la Organización de las Naciones Unidas.
Entre quienes han llegado de Venezuela también hay profesionales brillantes que no se han podido desempeñar en las carreras que estudiaron y que aquí hacen trabajos humildes; emprendedores, médicos y agricultores, entre otros, que en nuestro país tienen las mismas labores que muchos, miles de colombianos, realizan en Estados Unidos y en Europa.
En esos países ‘del primer mundo’ hay colombianos buenos y algunos malos y por eso con frecuencia protestamos contra quienes generalizan y asumen actitudes de xenofobia contra nuestros compatriotas.
Y para no incurrir en esa generalización es que los periodistas y la prensa colombiana, cuando se refieren a personas no colombianas que se han asentado en el país y que delinquen o no se portan bien, hablan de ‘extranjeros’, con lo que buscan no provocar rechazo u odio al inmigrante.
No es, como como dice el columnista, que “la prensa mercenaria de la derecha, cómplice y encubridora, haya sustituido en sus noticias el gentilicio del vecino país por el adjetivo ‘extranjero’ para hacer creer que los hampones que nos están robando y matando pueden ser ingleses, noruegos o alemanes”.
El periódico La República, en un artículo titulado ‘Migración venezolana aportará más de US$800 millones a Colombia al cierre del año’ dice que, según la ONU, solo en 2022 los migrantes y refugiados venezolanos generaron un impacto económico equivalente a US$529,1 millones y que esa cifra se elevará hasta US$804,3 millones al cierre de 2024.
Como sea, con Maduro o sin él en el poder en Venezuela, con el cambio de régimen aquí o allá, los venezolanos llegaron para quedarse. Es mejor aprender a vivir con ellos, ayudarlos, aprovechar sus potencialidades y no estigmatizarlos. Evitemos las generalizaciones.
Por todo lo anterior, maestro Velásquez, lo respeto como columnista, pero no comparto su opinión en este caso. Espero sí seguir leyéndolo en EL DIARIO, pero ojalá más mesurado.