Por | Silvio E. Avendaño C
En la historia de la literatura colombiana se desconoce a José María Vargas Vila, quien vivió entre 1860 y 1933. En tiempo del Olimpo radical (1860-1886) se gestó la Constitución de Rionegro (1863), que buscaba alejarse del mundo colonial que encerraba el peso de la iglesia, la sociedad jerárquica, la reglamentación casuística de la economía, las limitaciones del comercio internacional. La educación haría posible superar el analfabetismo de la población, para formar ciudadanos autónomos que no votasen por sus opresores. A los 16 años (1876) participa en la Guerra de los Escuelas, pues los curas católicos no estaban de acuerdo con la escuela laica. (El obispo de Popayán, Carlos Bermúdez, excomulga a quienes envíen los niños a tales escuelas.) A los 24 años, como maestro de escuela denuncia por la prensa los atropellos sexuales contra los niños y jóvenes, por parte director del colegio “Jardín de la Infancia,” un cura jesuita, Tomás Escobar. Es declarado Vargas Vila, en un juicio, como calumniador. Desde ese momento comienza la persecución y la fuga. Publica libros de poesía; en 1887, la novela Aura o las violetas. En New York funda la revista Némesis. Escribe La muerte del cóndor en la cual exalta la figura de Eloy Alfaro. Ante los bárbaros, Aves negras… En 1900 es excomulgado, en Roma, después de publicar Ibis…
El Olimpo radical y la Constitución de Rionegro llegan al ocaso con la Regeneración, la Constitución de 1886. Ésta devuelve a la Iglesia el poder perdido, pues hizo de la religión católica elemento del orden social y dejó la educación en manos de la Iglesia. Estableció la figura del Estado de Sitio. Eliminó de la carta magna los derechos del hombre y de ciudadano, impuso la “Ley de los caballos” la cual hacia posible prevenir y reprimir administrativamente sin necesidad de juicio los delitos y culpas que afectaran el orden público o el derecho de propiedad, e imponer las penas de confinamiento, expulsión del territorio, prisión y pérdida de los derechos políticos. Esa circunstancia marca la censura y el borrón de la obra de Vargas Vila. El siglo termina con el conflicto de la Guerra de los Mil Días (1899-1902), la perdida de Panamá, con el vetusto Sanclemente, el autor de La perrilla: Marroquín y la dictadura de Reyes, mientras en la vida provinciana se erigen la bohemia cachaca de Julio Flórez y la caricatura humanista de Guillermo Valencia. Además, la búsqueda de amo en la consigna: Respice polum (Mira al norte), de Marco Fidel Suárez (1914). En la agonía del gobierno conservador se dio la masacre de las Bananeras y la muerte del estudiante Gonzalo Bravo Pérez, en 1929.
Vargas Vila es un escritor prolífico como se puede ver en sus escritos: novelas, historia, crítica literaria, política, poemas, periódicos y revistas. La explicación del odio, reasentamiento, descalificación, desconocimiento se origina en su crítica al catolicismo, la denuncia a lo abominable de la Regeneración (1886-1930) y la diatriba contra el abuso de los Estados Unidos.