Simples conceptos de “cambio” que jamás serán de redención social

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Solo el sentido de crítica llevará a que no se caiga en estados de alienamiento, de conformismo. Porque es que los esquemas de consumismo, pueden llevar incluso a formas de acomodamiento; que es algo así como renunciar a tener criterio propio.

Es preciso admitir que en Colombia se experimenta pobreza de corrientes que puedan conducir a un nuevo orden. Más que pobreza de movimientos, hay pobreza de hombres con la capacidad de asumir responsabilidades, en la difícil tarea de guiar. Lo que está por verse  son con conductores cambiados radicalmente en sus criterios.

No basta la capacidad para establecer esquemas. No. ¿De qué puede servir lo funcional, si detrás de ello, no hay hombres que hagan de la conducción, del liderazgo, el combate a “lo fuerte”, a cuanto impide o frena el movimiento social? Existe, además, el peligro de que los consagrados a guiar, acaben por desarraigarse del pueblo, de la historia y de la vida.

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De este tipo de frustraciones, está cargada la búsqueda de justicia. De ahí la importancia, no tanto de crear corrientes o movimientos, cuanto establecer fortalezas desde hombres de comprobada resistencia, en el manejo de sus criterios y actitudes; siempre como responsables de una cultura: la de encarnar la marcha del pueblo, en una voluntad indeclinable. 

En un país como el nuestro, siempre se hablará de cambio. Pero la perspectiva de cambio o son radicales, o no son perspectivas. Siempre se necesitará de personas elegidas y educadas, para asumir este criterio de radicalidad. La gran tentación será la de la línea económica y de poder.

A cierto punto se puede llegar a una simple actitud de acomodamiento, indicando que aún desde los valores de simple consumo, se van logrando alivios económicos. Entre tanto se van construyendo formas de simple manejo o poder, como en un paternalismo doméstico, cositero, de beneficios sociales. Este enfoque o interpretación del “quehacer” en aras de lo colectivo, hace desaparecer el sentido de cambio como actitud radical. En otros términos, es forma de estancar la vida, ya que no se producen hechos transformadores.

Si no hay sentido de crítica, se estará cayendo en la analogía con la sociedad política, que es la que busca que se mantengan los estados de alienamiento y de conformismo, aún desde los esquemas de consumismo que ofrece y en los cuales se queda el simple concepto de “cambio” o forma de acomodamiento, en medio de una economía planificada aún para que acuda a ella la necesidad social. 

Hay que vivir desconfiado de lo institucional, como parapeto, muchas veces de lo social. Detrás de ello, puede darse el caso de personas que apenas buscan su seguridad personal y hasta su forma de poder. Es desde las inseguridades colectivas, como se actúa en la solidaridad. Diríamos que es desde la duda, desde la espera angustiosa, desde el gran sentido de búsqueda como se siente el problema de lo humano, como se está cerca al otro, el personaje que va ahí en la perspectiva de redención, de salvación.

Sólo la experiencia desde lo incierto, desde lo inseguro, lleva a interpretar la realidad y a crear madurez, temple del espíritu. El concepto de movimiento o afán desde el convite, desde la acción consciente, organizada, encierra el valor de conquista, que es fuerza de poder social. No se comprende a nadie que sufra la injusticia, como no se actúe desde su propia suerte. No se experimenta la alegría de la fatiga humana, como no se actúe desde los caminos difíciles. Si lo institucional no rompe esquemas, no sale de sí mismo, habrá caído en el complejo del temor.

Alguna dinámica debe emprenderse en nuestros pueblos  y ciudades, para ir conociendo desde ahora qué piensa cada aspirante a la Alcaldía; acerca de los problemas o situaciones más inquietantes de la comunidad. Pero como suele haber abanico de candidatos, mejor es conocerlos desde ahora en sus apreciaciones, conceptos, criterios y actitudes; porque se trata de establecer en qué medida estarían dispuestos a comprometerse con una gestión clara y objetiva, de cara a la realidad, de amplio y decidido diálogo con los sectores más desprotegidos del entorno. Se trata de miramientos desapasionados, de despachos con gran capacidad de atención y acción, de desmontes de burocracia, de cubrimiento oportuno e integral de todo lo que tenga que ver con “el bien común”: que salud, que educación, que defensa del medio ambiente, que recreación, que impulso a la vivienda popular, que creación de formas de producción y de empleo, que la canalización de inquietudes y proyectos para fortalecer cada vez más el movimiento de Cultura. 

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