Siete conclusiones sobre el paro minero y campesino que ‘puso en jaque’ a Boyacá

Foto | Luis Lizarazo
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Por | Ricardo Rodríguez Puerto

Unas pocas horas después del acuerdo logrado entre los campesinos parameros, los mineros del carbón y los delegados del Gobierno nacional, vale la pena hacer una pausa y reflexionar sobre lo que dejó este paro de cuatro días. Se está volviendo costumbre cerrar vías, bloquear la economía regional y ‘autoflagelarnos’ para exigirle al Gobierno que nos escuche y que atienda nuestra peticiones.

¿Quién ganó con el paro de cuatro días que se realizó en Boyacá y que se manifestó en cierre y bloqueo de vías?

Ganaron los campesinos parameros porque la mayoría de sus exigencias están siendo atendidas por el Gobierno nacional y ganaron los pequeños mineros del carbón, porque el Gobierno del presidente, Gustavo Petro, los escuchó y terminó cediendo a sus exigencias.

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¿Y quienes perdieron con el paro de cuatro días?

Casi todos los demás gremios de la economía boyacense tuvieron parálisis, perjuicios y caída de ventas; perdió la industria, el turismo, el transporte, el comercio, la construcción, la agricultura, la educación…

Estas son algunas conclusiones de lo que le deja a Boyacá un nuevo paro, de los que ya se volvieron costumbre, desde el paro Agrario de 2013 (la rebelión de las ruanas), los paros de los transportadores, el estallido social, el paro de los campesinos del páramo del 2024, etc.

1. Un Gobierno que escuchó. Hay que comenzar por reconocer la disposición al diálogo por parte del gobierno del presidente, Gustavo Petro. A pesar de las posiciones tan radicales que tiene el Primer mandatario sobre el tema de la minería y los páramos, voceros de varios ministerios llegaron desde el lunes, cuando comenzó esta movilización, hasta el Puente de Boyacá, Tunja y Paipa, totalmente dispuestos a conversar y buscar acuerdos. Esa situación contrasta con lo ocurrido en otros gobiernos y en otras oportunidades cuando los delegados del Gobierno llegaban tres o cuatro días después, o incluso con lo ocurrido en el Paro Agrario del 2013 cuando el presidente, Juan Manuel Santos, salió a decir que ‘ese tal paro no existe’, cuando Boyacá llevaba varios días totalmente paralizado. En esta oportunidad, Ministros y voceros de las carteras de Hacienda, Minas, Medio Ambiente y de la Agencia Nacional de Minería estuvieron atentos a los requerimientos que surgieron de las diferentes mesas de diálogo para negociar y en muchos casos ceder y buscar soluciones. Hay que decir también que fue un error o una falla que ni la Ministra de Medio Ambiente ni el Gobernador hubieran llegado a Güicán el día que fueron convocados a la audiencias para hablar sobre el tema de los páramos.

2. Incumplir aumenta los conflictos. La protesta y las vías de hecho por parte de los habitantes de los páramos en Boyacá y Santander obedecieron a que el Gobierno nacional incumplió los acuerdos que en el 2024 se firmaron en Bucaramanga. La Ley de Páramos y las normas que buscan proteger esas áreas de reserva tienen unos objetivos loables pero no consultan la realidad social. La delimitación de los páramos de Santurbán, Berlín y Pisba afecta a miles de campesinos que han habitado desde siempre regiones que están a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar. Si se aplica esa ley como está contemplado, esos campesinos no podrían sembrar, tener una vaca o una oveja ni realizar otras actividades para subsistir y sería necesario desocupar pueblos enteros sin que hasta ahora se haya dispuesto para dónde se irían los habitantes y de qué vivirían.

3. El diálogo y la negociación son la salida. Demostrado también que, incluso con posiciones muy distantes, es posible lograr acuerdos cuando se dialoga. En esta ocasión y, a pesar de los bloqueos, no hubo intervención de la fuerza pública. En otras oportunidades la participación de la Policía y el Esmad exacerbaron los ánimos, prolongaron los bloqueos y hubo balance de muertos y heridos. Este comportamiento fue coherente con lo que piensan sobre el tema el presidente Petro y el gobernador Amaya.

4. Faltan vías alternas. Parece que toda la apuesta del departamento en temas de movilidad se traduce en la doble calzada de Bogotá hasta Tibasosa y viceversa. Una barricada, un cierre o el daño a un puente en esa arteria causan incomunicación total. Nuestra red de carreteras en buen estado es deficiente desde siempre. Es increíble el daño que se puede hacer solo con bloquear la glorieta del cementerio en Paipa o la salida para Bogotá desde Tunja en el sector de Germania.

5. Los bloqueos son dañinos. Obstruir el libre ejercicio de la movilidad causa grave y millonario impacto a diferentes renglones económicos. La paralización afectó el transporte intermunicipal en más del 98 %, dejó pérdidas diarias estimadas en miles de millones de pesos, represó miles de litros de leche y productos agropecuarios y perturbó la distribución de alimentos, además de aplazar un partidos de fútbol y la suspensión de una etapa de la Vuelta a Colombia en Bicicleta.

6. El papel de Carlos Amaya. Todavía no se sabe si el Gobernador de Boyacá ganó o perdió con la intermediación entre los manifestantes y el Gobierno nacional. Tal vez ganó protagonismo y figuración, que tanto le gustan; pero desgastó su imagen poniendo la cara cuando no le correspondía, porque el paro no era en contra suya. Si el Gobierno nacional incumple, Amaya podría estar respondiendo políticamente como si la responsabilidad fuera suya. Quedaron en evidencia otra vez su carisma y sus buenas relaciones con el alto gobierno, pero el problema es que es amigos de todos y quiere quedar bien con todos, porque tiene la doble condición de ser el mandatario de los boyacenses y, al mismo tiempo, alguien que quiere proyectarse como figura nacional (tal vez a la Presidencia). Así las cosas, defiende a los guaqueros de las esmeraldas, pero es amigo y aliado de los patrones; defiende a los campesinos del páramo, pero es amigo y cercano de los mineros que quieren tener sus minas en las zonas altas y está con los trabajadores y pequeños mineros de Boyacá que cuestionan a Gensa pero no quiere quedar mal con los políticos que manejan las termoeléctricas desde Manizales.

7. Pendiente la discusión sobre la transición energética. Como lo ha pregonado el presidente Petro, la humanidad (si no quiere extinguirse) debe transitar hacia otras fuentes de energía diferentes a los combustibles fósiles. En Boyacá, en donde las termoeléctricas generan cientos de empleos directos y miles de empleos indirectos, también se tiene que dar esa discusión. Pero ojalá desde el alto Gobierno, los congresistas boyacenses y el Gobierno de Boyacá se entienda que el diálogo en torno a ese tema se tiene que dar en Boyacá, entre boyacenses, porque es algo que incumbe a nuestro suelo y a nuestra gente; sin que tengamos que depender de decisiones que se tomen desde Caldas.

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