Las dificultades en un tramo de la vía, cerca al peaje Albarracín, sigue ocasionando monumentales trancones. No hay respuesta del concesionario, que solo el fin de semana pasado recaudó en los peajes cerca de 4.435 millones de pesos y que obtiene utilidades en billones de pesos.
El recorrido en vehículo entre Tunja y Bogotá por la doble calzada se puede convertir en una pesadilla por efecto de una falla geológica registrada en cercanías del peaje Albarracín.
El problema ya lleva más de seis meses y no parece haber la respuesta adecuada por parte del concesionario, que resultó muy bueno para hacer el recaudo en los peajes pero malo para hacer el mantenimiento adecuado y oportuno de la vía.
En el lugar se producen grandes trancones, especialmente los fines de semana, como ocurrió el domingo pasado en la tarde y noche, problema que se acentúa durante los puentes festivos.
Lo del domingo pasado fue caótico. Personas que se movilizaban en buses o en vehículos particulares y que salieron de Tunja a las cinco o seis de la tarde solo llegaron a la calle 170 de Bogotá a media noche, cuando apenas es un trayecto de 129 kilómetros.
Como se recuerda, esta vía, de 206 kilómetros entre Briceño y Tibasosa, fue concesionada a Solarte y Solarte en junio del 2002 por un término de 30 años prorrogables por 15 años más.
Sin embargo, el año pasado, con el visto bueno de la Agencia Nacional de Infraestructura y sin que se socializara o al menos se informara a los boyacenses, el negocio de concesión fue cedido al Fondo de Inversión australiano Macquaire, del que no existen muchos datos.
“Con la llegada de Macquarie a este proyecto se garantizarán los recursos de operación y mantenimiento de este corredor. Este es el primer paso para que este grupo inicie la inyección de recursos al sector infraestructura para continuar con la reactivación liderada por el presidente de la República, Iván Duque”, fue lo único que informaron desde el Gobierno nacional.
Pues muchos boyacenses se quejaban de los pastusos de Solarte y Solarte y lo de los australianos ha resultado peor.
En tramo entre el Puente de Boyacá y Ventaquemada está muy deteriorado y, al parecer, no se le ha hecho mantenimiento desde el tercer trimestre del año pasado cuando Macquaire adquirió la concesión.
Tampoco hay señalización en los sitios en donde se realizan trabajos, por ejemplo entre el peaje El Roble y el Peaje Albarracín, en el trayecto Bogotá-Tunja. Simplemente se cierra el carril y se pone algún obstáculo y los usuarios de la vía deben estar atentos para no accidentarse.
Pero el caso más grave y que ha afectado a los usuarios en el último medio año es el de la falla geológica en cercanías al peaje Albarracín, que afecta principalmente a quienes se movilizan entre Tunja y Bogotá.
No hay trabajadores suficientes para avanzar en ese tramo y, especialmente, los fines de semana se generan trancones de varios kilómetros. Ni el concesionario ni las autoridades de tránsito de Boyacá o Cundinamarca realizan labores para tratar de organizar el paso de los vehículos.
El único de la clase dirigente de Boyacá que se ha pronunciado sobre el tema fue el senador Jorge Eduardo Londoño, quien en su cuenta de Twitter, hace tres semanas, se refirió a la falla geológica y la llamó ‘el hueco de Albarracín’.
Dijo Londoño que los concesionarios son un sector de la economía colombiana que construyen vías y cobran los peajes que pagan los ciudadanos y que en el caso de esta concesión resulta increíble que lleven seis meses sin solucionar el problema cuando ‘bastaría con colocar unas piedras para permitir que los carros pasen’. Finalmente Londoño hizo un llamado a las autoridades para que le hagan el requerimiento al concesionario.
El problema con el pronunciamiento de Londoño es que el Congresista parece no saber que esta no es ninguna vía nueva, que él no ha citado un debate en el Congreso a ver si le atienden su reclamo y que en el Gobierno nacional nadie le pone cuidado.
La Policía nacional reportó que el fin de semana pasado, que era sábado y domingo normales, se movilizaron por ese corredor vial 88.000 vehículos, que en su mayoría pagan seis peajes a esa concesión, a un valor de 8.400 pesos cada uno; lo que da una suma superior a los 4.435 millones de pesos.
El cálculo se hace para los vehículos que se desplazan desde Bogotá hasta las principales ciudades de Boyacá y que pagan los peajes de El Roble (de ida y regreso); de Albarracín (de ida y regreso) y de Tuta (de ida y regreso). No se incluye el peaje de la Autopista Norte de Bogotá porque ese pertenece a otra concesión.
De manera que los australianos de Maquaire sí tienen recursos y de sobra para ocuparse del mantenimiento de la vía y para pagar trabajadores que solucionen el problema de la falla geológica entre Ventaquemada (Boyacá) y Villapinzón (Cundinamarca).