Por | Edilberto Rodríguez Araújo-Profesor de la Escuela de Economía de la UPTC
Uno de los sectores económicos que no muestra indicio alguno de reactivación es la industria manufacturera. Tanto la trayectoria seguida en los últimos años como las cifras de su comportamiento en el segundo trimestre de 2017 revelan un marchitamiento temprano de una actividad punta de lanza del modelo de desarrollo implantado en Colombia en el siglo pasado, que fue truncado por la ofensiva neoliberal. Sin embargo, pese a que la participación del sector en el PIB se contrajo sostenidamente hasta llegar a 11 por ciento, durante los últimos cinco años, según la Encuesta Anual Manufacturera (EAM), el número de establecimientos descendió de 9.946 a 9.015, pero el empleo y la producción bruta no se abatieron, por ejemplo, la ocupación saltó de 665.556 a 711.827 personas, con una particularidad, el crecimiento se le atribuye al aumento del empleo temporal(directo e indirecto), que alcanza el cerca del 40 por ciento, claro síntoma del avance de la tercerización en la contratación, en detrimento del empleo permanente.
En Boyacá, el número de establecimientos cayó levemente entre 2010 y 2015, al pasar de 84 a 82 unidades productivas. De igual forma, el empleo se elevó moderadamente de 6.009 a 6.318 como resultado de una mayor contribución de la contratación a término fijo, ya bien por la empresa, o a través de agencias, hasta absorber una cuarta parte de la mano de obra contratada. Como se observa con otros indicadores el peso relativo de la industria boyacense en el agregado nacional, a duras penas bordea el uno por ciento. En el año pasado el desempeño del sector industrial boyacense fue negativo, contrayéndose el PIB industrial en -9,5 por ciento.
De otro lado, el ritmo de la inversión empresarial ha sido desfavorable. Al concluir el primer semestre de este año la inversión neta se desplomó, pese al aumento de las sociedades constituidas y reformadas, reduciéndose en las tres jurisdicciones donde funcionan cámaras de comercio -73,6 por ciento, disminuyendo de $174.784 millones a $46.077 millones. Esta situación puede ser explicada por la baja inversión incorporada en las nuevas empresas creadas y el bajo nivel desinvertido, a través de los establecimientos disueltos o liquidados.
Simultáneamente, el mercado laboral en Tunja, no ha registrado cambios sustanciales. Al cierre de la primera mitad de este año los niveles de ocupación, desempleo y subempleo se mantuvieron inalterables: la economía tunjana emplea 87.000 personas, en tanto que 10.000 tunjanos de una población estimada en 188.000 carecen de ocupación alguna y entre 11.000 y 12.000 sobreviven del rebusque diario en actividades informales, localizadas en el comercio, hoteles y restaurantes, transporte, actividades inmobiliarias, entre otros.
Frente a este panorama de declive de la dinámica empresarial, sería interesante conocer las estrategias de reactivación, por parte de los gremios existentes en el departamento, que en los últimos años, han mantenido un bajo perfil, no obstante los continuos anuncios de alianzas público-privadas.