En esta columna de opinión, un médico general hace una radiografía sobre las precarias condiciones en que laboran este tipo de profesionales en el país, los salarios y condiciones laborales miserables a los que los somete el sistema de salud y el sueño y la lucha de muchos de ellos para tratar de lograr una especialización, que casi siempre termina en frustración.
Por | Alberto Granados*
En tiempos difíciles para el sistema de salud, no deja de llamar la atención la ausencia de la voz de aquellos que deberían liderar los procesos de cambio en el sector: los médicos y, sobre todo, los médicos generales.
En el país es posible escuchar ocasionalmente los puntos de vista de las enfermeras, auxiliares, terapeutas, bacteriólogas y de uno que otro médico especialista (que cuando siente amenazado su estatus se pronuncia), pero del médico general es vergonzosamente poco lo que se escucha.
Por eso la pregunta es, ¿en dónde están los médicos generales de Colombia?, la respuesta es sencilla: no existen.
En Colombia ocurre un fenómeno único, el estudiante de medicina se forma con una solo objetivo en mente, la especialización; sobre todo cuando averigua que una hora de su futuro trabajo como médico general puede valer menos de lo que cuesta una hora con una o un manicurista o de un corte de cabello en una barbería modesta.
Sin embargo, esta información no es fácil obtenerla, pues convenientemente se oculta y cada vez que en medios de comunicación se dan informes del salario de los médicos generales en el país, se mencionan cifras que no corresponden a la realidad y que probablemente corresponden al salario de algunos pocos afortunados que trabajan para alguna clínica en la capital del país y que reciben un salario digno, acorde con la labor que hacen.
Dicho esto, para entender por qué afirmo que en Colombia no existen los médicos generales hay que conocer el proceso por el cual se difumina su existencia: Una vez el profesional se gradúa, comienza un camino interminable de presentaciones a la residencia (para quién no esté familiarizado, es el proceso para ser admitido en la especialización), misión que requiere no solo de una disciplina férrea en el estudio, sino una cantidad de recursos económicos importantes y, por supuesto, como estamos en Colombia alguna que otra ‘recomendación’. En esa misión pueden trascurrir meses, años, lustros y hasta décadas.
Finalmente, unos pocos afortunados acceden a los escasos cupos de residencia, en tanto el restante 90 por ciento permanece toda una vida en el limbo. Por eso a la hora de luchar por las justas condiciones laborales, no existen médicos comprometidos con una causa de esta naturaleza, pues la meta de muchos está en algún día dejar de ser tratado como trabajador de segunda y convertirse en un bien remunerado especialista.
Y es que, para quién no conozca el sector, es importante contarle algunas cosas tan particulares que ocurren en el mundo laboral de los médicos:
• Un médico general con veinte años de experiencia y una cantidad importante de capacitaciones, en la mayoría de instituciones recibe el mismo salario que el médico recién egresado.
• El salario de un médico general es entre 5 y 15 veces inferior al de un especialista, según el caso e institución.
• Del menguado salario, el médico tiene que sacar recursos para los múltiples cursos de actualización que hay que realizar cada año, muchos de los cuales los exigen las instituciones para las que trabaja; además muchas otras obligan a adquirir seguros como el de responsabilidad civil, que merman aún más su salario.
• También hay que decir, de que a pesar de que la ley prohíba la tercerización desde hace ya rato, la mayoría de instituciones de salud continúan con esta modalidad; el médico de planta es una especie en extinción en el país.
• Muchos de los médicos generales que iniciaron su vida laboral en los años noventa y posteriores, que deberían estar pensando en sus pensiones, encuentran que muchas de esas empresas que tercerizaron su labor no hicieron sus respectivos aportes o, en otros casos, apenas cotizaron por el salario mínimo, y vaya “quéjese al Mono de la Pila”, pues estas empresas de papel las constituyen y desaparecen en lapsos de tiempo, tan cortos como 3 meses que es el período por el que muchas veces renuevan los contratos.
Finalmente, sería interminable seguir contando tantas condiciones laborales adversas, y en realidad esto, es tan solo un ejercicio mental para tratar de entender porqué el médico general en Colombia ha llegado a esta condición tan lamentable y cómo paso de ser pieza fundamental del servicio de salud y de las comunidades en donde prestaba su servicio a simple peón mal remunerado.
*Médico General.