¿Creen que el tiempo se puede detener en la vida real, mientras se presencia una escalada de escenas que parecen sin sentido, pero que al final nos retratan como sociedad?
Pasaban las 4:00 p.m. del jueves 27 de junio, cuando la Plaza de Los Libertadores de Duitama se llenó de colores y plegarias. Dos grupos, que parecían coincidir solo en el espacio, se encontraron cara a cara.
Por un lado, se cumplía con la convocatoria de la comunidad LGBTIQ+/OSIGD (personas con orientación sexual e identidad de género diversas), reunida con motivo del Día Internacional del Orgullo. Por otro, un grupo de devotos católicos se escudaba tras un Cristo y la bandera de la Virgen, orando y protestando frente a la manifestación y la bandera arcoíris izada en el edificio administrativo de la Alcaldía municipal.
Memoria y reivindicación
Históricamente, la comunidad diversa ha sido una minoría perseguida por sectores sociales con mayores privilegios. Por eso, cada 28 de junio se conmemora la memoria y la reivindicación. Es un día para evocar la lucha histórica por los derechos y la visibilidad de la comunidad OSIGD.
«En Boyacá, pareciera imposible existir desde la diferencia»
La bandera arcoíris ondeando en la Alcaldía de Duitama se convirtió en un símbolo de inclusión y reconocimiento a la diversidad, más allá de la impopularidad del alcalde aprovechada por muchos de los presentes que incluso le gritaban marica, refleja la intención de forjar una sociedad con mayor equidad y justicia. «Estamos viviendo y tratando de vivir en este mundo donde la sociedad nos odia y nos excluye simplemente por amar o por ser libres. No nos afecta lo que diga la gente, pero sí nos importa que nos respeten y nos brinden seguridad. En Boyacá, pareciera imposible existir desde la diferencia», dijo Sabrina, líder de la comunidad en Duitama, mientras al fondo se coreaba un Avemaría que pretendía opacar su voz.
Acción con daño
En algo más de diez años haciendo trabajo social con enfoque de género, he visto este tipo de escenas repetirse una y otra vez. La religión, como guardiana de la moral, invade el espacio previamente anunciado para luego comunicar que fue al contrario. En esta oportunidad, la angustia de los católicos era mayúscula. Sus voces se esforzaban por hacerse cada vez más fuertes, invocando oraciones mientras extendían una bandera de Colombia y algunos de ellos batían rosarios, evocando una especie de exorcismo al aire.
La población diversa cantaba y danzaba himnos de libertad y amor, encendían velas y dejaban mensajes en honor a sus luchas y a quienes han perdido la vida por vivir desde la diversidad. Las lágrimas de varios manifestantes reflejaban el dolor profundo de la marginación que aún persiste. El lanzamiento de improperios por parte de algunos católicos lastimó profundamente a varias personas, quienes no reaccionaron pero recordaron que estos hechos son los que obligan a salir a las calles.
¿Cuál es la reflexión detrás de los rosarios?
Vengo de una familia católica, apostólica y romana. Amo y creo profundamente en la Virgen. Pero también he estado en contra de muchos actos de odio que se cometen en el nombre de Dios. Para mí, Jesús es el ser que vino a enseñarnos que estamos en un mundo injusto, pero que se vale luchar e incluso estar en contra de lo heteronormativo. Fue el mensajero de amor, justicia y respeto, como lo expresa el «no hagáis lo que no queréis que os hagan».
«no hagáis lo que no queréis que os hagan»
El encuentro en Duitama es un reflejo de una sociedad convenientemente polarizada que busca reprimir desde el más fuerte, que huye al diálogo y que espera ganar desde los gritos y no desde las ideas. Como mamá, espero que mis hijas jamás encuentren un crucifijo en su frente para ser juzgadas y que ojalá, al crecer, convivan en un país que cumpla con su constitución: «Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona, aunque piense y diga diferente».
Consideraciones importantes
El Día del Orgullo, 28 de junio de cada año, “se conmemora tras un caso de abuso policial que ocurrió en el club ‘Stonewall de Nueva York’. Las personas trans, gays, lesbianas, afrodescendientes e inmigrantes que allí se encontraban terminaron envueltas en disturbios con la policía y ciudadanos. Esta persecución causó que, por primera vez, la población se movilizara en las calles y decidiera dejar de esconderse. A partir de ese día, la inconformidad de una minoría logró generar consciencia sobre sus derechos y esta fecha se convirtió en un día para celebrar el orgullo de ser”, señala Colombia Diversa.
En nuestro país, ha tomado fuerza porque su visibilidad también ha aumentado al mismo tiempo que se reconocen más casos de violencia contra esta población. Según reveló la Defensoría del Pueblo, entre enero y mayo de 2024, atendió 286 casos de violencia contra población OSIGD en distintas regiones del país, con un 55% de violencia psicológica, mientras que los casos de violencia física constituyeron el 27%. Aclarando que este es el registro de denuncias y que aún persiste el silencio justamente por el miedo y discriminación que vive a diario la comunidad.
Boyacá no es un departamento ajeno a los actos de violencia contra esta población. De hecho, justo en la madrugada del 28 de junio del año 2021 falleció Adriana Díaz, la Biopo, una mujer trans que fue víctima de una golpiza por parte de un grupo de taxistas. (Este caso continúa impune, pero esa es otra historia).
De acuerdo con la encuesta realizada en el marco de la construcción de la Política Pública LGBTIQ+ de Boyacá, casi el 80% de esta población ha sufrido algún tipo de discriminación en la sociedad, lo que en muchos casos se traduce en agresión de diferentes formas. En Duitama, según la Caracterización Sociocultural y el estado de salud de la Comunidad LGBTI y disidencias sexuales y diversidad sexual y de género, plan de intervenciones colectivas departamental – PIC 2022, el mayor porcentaje de hechos discriminatorios se da en o por parte de comunidades religiosas.