La nueva administración municipal de Garagoa, a buena hora resolvió realizar una jornada de limpieza y embellecimiento del parque, que de paso sea dicho, no es el parque central como pretenden llamarlo actualmente, sino el único que tenemos y por esa razón el compromiso con su cuidado y protección, pero ante todo con su uso racional e higiénico, es de todos como ciudadanos.
Ahora que nos preciamos de ser un buen destino turístico, es inexplicable el abandono en que lucía el parque durante la temporada del pasado fin de año, cuando más parecía una inhóspita y desaseada selva, contaminada con todo tipo de basuras y sirviendo en algunos casos como dormitorio con servicio sanitario incluido. Parece no entenderse el concepto de uso del parque como bien público y su valor atractivo, como en cualquier pueblo o ciudad que aprecie su patrimonio, así que es necesario pasar de las jornadas cívicas de limpieza y maquillaje y recuperarlo mediante una reingeniería total, de mayor alcance que aquella tímida remodelación de 2010, cuyos pecados de planeación y diseño son más que evidentes.
Sociedad civil y gobierno municipal, deben decidir si quieren para Garagoa un parque imitación de una selva inhóspita, o un espacio primordialmente verde y organizado con especies vegetales ornamentales únicamente, dotado de moderno y funcional amoblamiento y con iluminación y mantenimiento que ofrezcan seguridad a los visitantes las 24 horas del día; esto es ambiente, ingeniería y planeación. Hablando de árboles ornamentales, habría que revisar y eliminar de tajo unos cuantos maderables, que por su tamaño y ramaje han venido limitando la frondosidad de la ceiba.
Si nos descuidamos, se podría perder la centenaria ceiba como símbolo y principal atractivo del parque y sería lamentable borrarlo del escudo y de paso eliminar de nuestro himno, la mención que hiciera el Maestro Luis Salazar Ojeda en ese hermoso verso que lo consagra como una de las tres cosas que engalanan a Garagoa: “…tu ceiba inmortal”, hoy a punto de morir ahogada por la manigua citadina.
No es un tema fácil de manejar, se requiere responsabilidad, pertenencia, prudencia, sabiduría y soporte técnico, suficientes para decidir el camino a tomar, involucrando a propietarios de vivienda y comerciantes del sector, estamentos del gobierno y a Corpochivor en su condición de autoridad ambiental y poseedora del bagaje técnico y científico suficientes para generar las recomendaciones del caso. Es posible que a los jóvenes poco les interese el asunto, salvo por las actividades de diversión, pero va siendo hora de hacer un ejercicio de pertenencia que significa pensar en la conservación de un legado de nuestros ancestros. Así pues, el debate respetuoso queda abierto y hay que promoverlo y enriquecerlo, quizás así lleguemos a una conclusión sensata y positiva para la ciudad.
Finalmente, es conveniente recordar que el parque es espacio público protegido por normas de rango constitucional (Artículo 82 de la Carta Política), siendo deber de las autoridades, velar por su preservación y correcto uso, por tratarse de un derecho colectivo que prevalece sobre cualquier interés particular. Por lo tanto, no hay lugar a explotación comercial de ninguna clase, porque legalmente los bienes públicos no se pueden usufructuar por particulares, así sea con fines benéficos.
Permitir el uso comercial del parque, tiene que ser analizado con profundidad, empezando por las autorizaciones legales, amoblamiento a implementar y utilizar, acceso a servicios públicos, reglamentación de funcionamiento y retribución económica de los usufructuarios al fisco municipal; porque como están las cosas, es tierra de todos y de nadie. Para empezar, se podría hacer una convocatoria para asignarle un nombre con marca garagoense, irradiadora de pertenencia.