Por: Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
La informalidad laboral es un indicador de la calidad del empleo generado en la economía. La recesión económica derivada de la pandemia aumentó el personal ocupado carente de seguridad social (afiliado a salud y cotizante en pensión), es decir, expuesto a los avatares de la precariedad laboral. Esta situación afecta más a las mujeres que a los hombres, los que poseen educación secundaria y superior, y los trabajadores por cuenta propia. Además, se presentan marcados contrastes entre las ciudades que exhiben mayores niveles como Cúcuta (70,0 por ciento) frente a Manizales (37,5 por ciento), alrededor de un promedio nacional 47,7 para el periodo más reciente, junio- agosto de 2021.
Durante la última década en Colombia la tendencia predominante fue la caída de la informalidad, tendencia que fue revertida por el desplome de la economía en 2020, a la par de la contracción del empleo remunerado. En efecto en el trimestre de referencia correspondiente al periodo 2019/2020, se destruyeron 2,3 millones de puestos de trabajo en las 23 principales ciudades del país y sus áreas metropolitanas, y el empleo formal se comprimió en 1,3 millones. Simultáneamente, la informalidad laboral aumentó en 1,1 millones de colombianos. Aquí no podría argumentarse que este incremento fue producido por una mayor inmigración, dado que la pandemia la retrajo. En 2021 rebrota el empleo informal en 17,9 por ciento y más de 800.000 personal engrosaron este segmento de la población ocupada. Lo anterior podría indicar que la reactivación de la economía en el segundo semestre no se ha traducido en una reducción de la precarización laboral, que campea en los diversos sectores económicos.
Según el reporte del DANE, el sector terciario, particularmente el comercio es una de las actividades que absorbe casi una tercera parte de los informales. En el comercio minorista, durante el año corrido (enero-agosto) de 2021, a pesar de que las ventas reales aumentaron, el empleo se redujo.
En Tunja se observa todo lo contrario a lo encontrado a escala nacional: la tasa de informalidad no se trepó en el periodo de referencia en 2020, sino que se comprimió en -32,4 por ciento (12.000 personas), quizás como resultado del descenso en la población ocupada en 20.000 plazas.
En 2021 la informalidad retornó al nivel de la prepandemia y alcanzó una tasa de 45,0 por ciento. Lo anterior podría significar que el ritmo de la informalización es mayor que el de la formalización laboral.
El tránsito a la formalización laboral requiere de formalización empresarial, pues, actualmente, según Confecámaras, una abrumadora proporción de las empresas existentes en Colombia (más del 90 por ciento) son micro y pequeñas empresas.
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