Por | Silvio E. Avendaño C.
1984, la novela de George Orwell, esboza la sociedad panóptica. El Gran Hermano ejerce la vigilancia sobre Oceanía. Pero existen las instituciones que velan por el conjunto de la sociedad. Los Ministerios hacen posible la vida. El Ministerio de Economía vela para que la miseria abarque a todos los ciudadanos. El Ministerio de la Paz está encargado de hacer la guerra. El Ministerio del Amor no busca otra cosa que reeducar mediante la tortura a las ovejas descarriadas. El Ministerio de la Verdad se encarga de la reconstrucción cada día del pasado. Para ello destruye libros, periódicos y revistas que forjan el pasado para escribirlo de acuerdo a las conveniencias del momento.
George Orwell escribió 1984, a finales de los años cuarenta del siglo xx. En lugar de una utopía esbozó una distopía. La máxima contribución de Orwell al pensamiento político, en el sentido más limitado de la expresión, es su ataque, a lo que hoy se llama el “totalitarismo”. Vislumbra con extraordinaria claridad el “Estado policial”, infestado de espías, con sus interminables cacerías para neutralizar el descontento popular.
Hoy en día los medios de comunicación se han encargado de sustituir el mundo real. Incluso si queremos recuperar el pasado, solo podemos hacerlo si dedicamos el tiempo a estudiar lo que han hecho los medios con él. Solo que la destrucción del pasado, como lo esboza el Ministerio de la Verdad, en la novela orwelliana, es uno de los fenómenos más característicos y chocantes del mundo contemporáneo. Dados los medios de comunicación se vive en una especie de presente continuo, sin que se relacione el presente con el pasado. De esta manera, cuando se trata el tema de la paz, en Colombia, donde la violencia se ha arreciado desde el 9 de abril de 1948, y que producto de ella se gestó la guerrilla, se suele desconocer el origen del problema y, se pasa a decir que quienes han sido guerrilleros no son más que una banda de asesinos.
En 2013, publicó David Eggers la novela El Circulo. Una chica recién graduada universitaria tiene que conseguir trabajo. Y, lo encuentra en una empresa tecnológica, algo así como Google. Pronto hace parte de la distopía, porque el mundo digital es terriblemente invasivo. Los trabajadores de la compañía le envían al gobierno y a las empresas los datos privados y la información de cada uno de los usuarios.
La novela es un acercamiento a Los viajes de Gulliver, obra de Swift, que muestra cómo el protagonista, después de un naufragio, se encuentra ante la ruindad de los liliputienses, pues esos personajes diminutos albergan en su mentes la atrocidad del crimen; o bien, la ironía cuando Gulliver, en otro naufragio, llega al mundo de los gigantes, allí se convierte en marioneta para divertir a los gigantes. La novela de Eggers se relaciona con el mundo feliz, que trazó Aldous Huxley. El buen salvaje llega desde el sur a una sociedad, en la cual el destino de los hombres se ha determinado desde antes que la división del huevo determinara el sexo.