En lo más duro del periodo de confinamiento, entre abril y mayo, ante la evidencia de la crisis económica que seguirá a la del contagio por el coronavirus, los gremios económicos del departamento volvieron a tomar la iniciativa de la integración dando de nuevo el paso de la formación del Consejo Intergremial del sector productivo del departamento de Boyacá, CISPB.
Más de una decena de organizaciones representantes de los distintos sectores de la economía del departamento, convocados por las tres cámaras de las tres cámaras de comercio y Fenalco Boyacá llevaron a cabo la correspondiente reunión de reencuentro y se definieron los lineamientos para su funcionamiento.
De esta forma, se determinó el relanzamiento formal del Consejo Intergremial del Sector Productivo de Boyacá (CISPB) integrado por Fenalco Boyacá, Cotelco Capítulo Boyacá, Asobares Boyacá, Acodres Boyacá, ANDI, Fedeesmeraldas, Camacol Boyacá-Casanare, Fedecarboy, Fenalce y las cámaras de comercio de Tunja, Duitama y Sogamoso.
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La crisis debe consolidar la unidad
Es lo que se supone que debe pasar de aquí en adelante, que los gremios económicos de la región al fin sumen una sola fuerza para defender los intereses particulares de cada sector y en general los del departamento y su comunidad, dadas las dimensiones de la crisis que se avecina con las consecuencias de la desactivación económica que ha ocasionado la pandemia del covid19, que tampoco es la única causa dado que la crisis de los sectores productivos se ha venido agudizando en los últimos años por múltiples razones, entre otras, la falta de liderazgo de los mismos gremios y porque los gobiernos regionales en las últimas tres décadas han carecido de un horizonte definido e integral para el manejo de la economía y las oportunidades que ofrece un territorio tan estratégico como Boyacá, lo cual quedó demostrado en estos días de cierre de fronteras con motivo del confanamiento.
Los retos
El compromiso del Consejo Intergremial recién reactivado, cuya presidencia la ocupa inicialmente Fenalco, en cabeza de la directora regional Yolanda García, con la vicepresidencia de Julián Galvis, el presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Tunja, es de dimensiones mayores, siendo lo primero enfrentar la coyuntura actual de la recuperación de la economía regional tan golpeada en las dimensiones del empleo; la parálisis de la industria; la incertidumbre del sector agropecuario; el corte de tajo en el turismo y el transporte intermunicipal de pasajeros; la caída de la construcción; la disminución de la actividad minera, entre otros, con el impacto que todo esto tiene en el sector del comercio y la oferta de bienes y servicios asociados a las distintas actividades. Todo lo anterior configura el mundo perfecto de la crisis, que se completa con la escasa iniciativa gubernamental y la dispersión de las fuerzas políticas, cuyos representantes apenas se perciben aislados y carentes de la fuerza necesaria para inducir decisiones importantes desde el alto gobierno en favor del departamento.
En el orden regional y local, es evidente la desarticulación entre el gobierno departamental y los alcaldes, donde cada uno hace lo que medianamente cree que puede, más con voluntarismo que con derroteros definidos y comunes. El gobierno de Ramiro Barragán ha carecido del liderazgo para encausar la discusión y la búsqueda de soluciones que también deben surgir desde lo local. En cuanto a los alcaldes, los de las tres ciudades más importantes -Tunja, Duitama y Sogamoso-, están embarcados en una competencia de egos y autoaduciones insustanciales que no presagian nada favorable cuando avance el tiempo, se profundice la crisis y los presupuestos estén exhaustos, ante la creciente demanda de soluciones que se irán a generar y para las cuales será más difícil dar respuesta.
Los alcaldes y el mismo gobierno departamental, hasta donde se sabe, tramitaron sus planes de desarrollo con base en la “normalidad” previa a la crisis de la pandemia y no se sabe con qué mecanismo o bajo qué condiciones podrían reformular tales instrumentos para adecuarlos a las nuevas condiciones, asunto que se supone imperioso.
En medio de este panorama es que el Consejo Intergremial puede ser un instrumento cuyo papel resulte decisivo en la proyección de las nuevas realidades, teniendo en cuenta cada sector y redefiniendo la orientación del departamento para evitar peores males a amplios sectores de la población cuyo riesgo de recaer en la pobreza y aún en la miseria, en proporciones inéditas, si no se actúa de manera pronta y firme. Por ahora, el Consejo Intergremial ya cuenta con la aprobación de sus estatutos, ha establecido sus objetivos y se trabaja en la definición de acciones por el bien del sector productivo del departamento, para que se tome la vocería de los distintos sectores de la economía, representados en esta instancia, dice un informe oficial sobre el trabajo que viene consolidando la nueva instancia de participación sectorial del departamento, resaltando que “desde el CISPB se harán los pronunciamientos necesarios, con el fin de velar por los intereses de los sectores empresarial y comercial del departamento, en aras de contribuir a superar estos momentos difíciles por los que está pasando el tejido empresarial boyacense”.
Mientras en Boyacá prime en el legislativo, judicial, legislativo el amiguismo. el partidismo político, no pasa nada con el departamento, alcaldes con ínfulas de reyes, gobernador sin liderazgo, amarrado políticamente a un partido, es muy complicado así.