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Hasta hace unas décadas Paipa era realmente la capital turística de Boyacá, pero no tanto porque mostrara muchos atractivos -que los tiene- sino porque el turismo nacional, en general, no conocía otros destinos del departamento.
Favorecían a Paipa principalmente sus aguas termales, el Lago Sochagota, el monumento a los 14 Lanceros del Pantano de Vargas, el Festival de Bandas de Música y una buena infraestructura hotelera.
Pero ese primer puesto hace tiempo se lo quitó Villa de Leyva, mucho más cosmopolita, con su plaza principal, sus calles empedradas, los festivales de luces y cometas, su estilo colonial, su buena oferta hotelera, las actividades para toda la familia y la variedad de comida internacional que ofrece.
Pero también desde hace tiempo y en diferentes temporadas, muchos más municipios de Boyacá ingresaron a la competencia por atraer turistas y por ofrecer alternativas para quienes nos visitan.
¿Qué tal –por ejemplo- lo que ha hecho Nobsa con su Festival Vallenato, el más importante del interior del país, que cada año atrae a miles y miles de personas en una rumba que en nada tiene que envidiarle a la de Valledupar y que le deja unos buenos ingresos al comercio local y a los municipios vecinos?
Pero lo más impresionante es lo que ha ocurrido en los últimos años con los alumbrados navideños. Boyacá es hoy el mejor destino del país para pasar la temporada de fin de año, con atractivos adicionales como la cercanía con Bogotá, ahora con el aeropuerto, la seguridad, los bajos costos, las atenciones de los nativos a los turistas, los platos típicos, las golosinas, la honestidad de su gente, incluso el buen estado de las carreteras y sus bucólicos paisajes.
En materia de alumbrados navideños hay una enorme y atractiva competencia que favorece al turismo boyacense y que está resultando todo un’ hit’. La ‘vara alta’ la pusieron en primer lugar Corrales y Nobsa; pero ahora también están Iza, Tibasosa, Floresta, El Puente de Boyacá, Aquitania, Toca, Corrales, Busbanzá, Villa de Leyva, Duitama con su ‘Pueblito Boyacense’; Sogamoso, Togüí, Tuta, Aquitania, Samacá, etc, etc.
Lo del Tren Navideño también ha resultado genial y entonces los bogotanos y los colombianos tienen motivos de sobra para venir a Boyacá en esta temporada, disfrutar, ver ‘los pueblitos más lindos del mundo’ y, de paso, dejarle unos importantes ingresos a hoteleros, restauranteros, emprendedores y, en general, a nuestra gente.
Los hoteleros y las agremiaciones relacionadas con el turismo formal en Paipa tienen una fuerte competencia con Airbnb y otras plataformas que ofrecen casas de campo, residencias y apartamentos con tarifas más cómodas y les ha faltado utilizar la tecnología para hacer promoción de sus servicios a través de redes sociales y ofrecer paquetes propios para visitar los alumbrados navideños, que sería un gancho perfecto. También ha hecho falta el apoyo estatal para promocionar y ofrecer a Paipa y Boyacá, como lo hacía anteriormente la Corporación Nacional de Turismo.
Los turistas pueden llegar a la ciudad en sus vehículos o en avión, pero los hoteles locales deberían ofrecer paquetes para ir a visitar los alumbrados en la tranquilidad de un bus de calidad, con todos los servicios, guías, seguridad, etc.
A nuestro departamento y, en especial a Paipa, les falta ofrecer alternativas para que las familias de turistas tengan qué hacer. Por eso los tiempos de estadía han disminuido en los últimos años, pues no se puede creer con la sola contemplación de paisajes es suficiente para mantener a un turista durante una semana.
Paipa, la ciudad en donde ahora queda el único aeropuerto de Boyacá, por donde ingresan muchos turistas que vienen de Bogotá, de Medellín o de los Llanos Orientales no puede ser uno más.
La calle 25, que une al aeropuerto y al lago Sochagota con el centro de Paipa está apagada y, entre otras cosas, no hay andenes ni la ciclovía que prometieron, y en el centro de Paipa hay como tres estilos diferentes de iluminación, que no convencen.
Paipa debería dar ejemplo y mostrar que es o que quiere seguir siendo la capital turística. Se desaprovecha esa posición privilegiada y en el ‘voz a voz’, que es lo que en muchas ocasiones trae más turistas, ha estado perdiendo terreno.
A ninguna administración se le ha ocurrido aprovechar el río Chicamocha, que en esta ocasión está caudaloso y puede ser resultar muy vistoso con alumbrados, como los que ofrecen otras ciudades del país. Tampoco hay una iluminación atractiva del lago Sochagota y, ni siquiera en el parque Jaime Rook, que desde hace años está reclamando una remodelación.
De manera que, ojalá los alcaldes y las autoridades locales no se duerman en sus laureles, porque hay otros destinos en donde sí reaccionan y en donde las comunidades se preparan para atraer y atender a los turistas.