Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
Recientemente el DANE divulgó su último reporte sobre la percepción de los hogares colombianos del pulso social que, día a día, experimenta. La información divulgada busca captar los efectos derivados del tránsito a un nuevo gobierno, y, como lo proclaman las Casandras del desastre de todas las orillas, muestra un panorama desalentador.
Es indudable que todo cambio de gobierno o Gobierno de cambio, siembra muchas incertidumbres e interrogantes. Este primer aspecto se refleja en el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) en Colombia, cuyo comportamiento es cíclico -declinando desde junio del año pasado, en las postrimerías del gobierno de Duque, luego de un dramático pesimismo asociado con la pandemia en 2020 y el rebote económico de 2021-, y que durante el trimestre octubre-diciembre 2021/2022 descendió de 38,2 a 32,4 por ciento; en contraste en Tunja esta reducción fue de más moderada, comoquiera que pasó de 34,5 a 33,7 por ciento.
La anterior percepción se complementa con la mirada de los un poco más de 15.000 encuestados en las 23 principales ciudades del país, acerca de la situación económica personal en diciembre de 2022: 54,5 por ciento declaró que era peor o mucho peor que 12 meses atrás -es muy diciente que en diciembre de 2020 el registro fue de 65,3 por ciento y un año después, es decir, en diciembre de 2021, fue de 45,2 por ciento-, no obstante el crecimiento positivo de la economía (7,5 por ciento) que se aparta del rebote observado en 2021 (11,0 por ciento). Resulta ilustrativo del tremendismo mediático que se quiso desatar, que en agosto del año pasado este guarismo se situaba en 50,8 por ciento.
La faceta opuesta es que las respuestas de “mejor o mucho mejor” siguió la trayectoria de una U invertida al elevarse de 1,2 p.p. en diciembre de 2020 a 6,5 en 2022, pasando por 16,3 en el mismo mes de 2021. Pero, pese a las tendencias pesimistas expresadas en la encuesta del DANE, es aún más sorprendente y paradójico, que el reporte revele que la proporción de personas con capacidad de ahorro aumentó de 10,7 p.p. en diciembre de 2020 a 14,7 en el mismo periodo del año pasado, con una particularidad, cuando este gobierno se instaló en agosto de 2022, se situaba en 11,9 por cientos.
De otra parte, el reconocimiento de las enormes desigualdades sociales existentes se evidencia en el hecho de que 93,7 por ciento de los encuestados declaró que es notoria la brecha entre ricos y pobres en términos de ingresos, registrándose en Tunja un nivel superior al promedio nacional (96,9 por ciento), situándose en el séptimo lugar de esta percepción. Es curioso que en estas mediciones más del 60 por ciento se perciba como perteneciente a la franja de la clase media.
Quizás lo que parece más contradictorio, es que, a pesar de que a finales del año pasado cundía una percepción negativa, en diciembre se comprimió el porcentaje de quienes se identificaban como pobres (42,5 por ciento), significando un visible descenso en relación con agosto de 2022 (46,6 por ciento). En el último trimestre de 2022 en Tunja la autoidentificación como pobre fue inferior al nivel nacional: 37,5 versus 44,0 por ciento.
Para poner de relieve los claroscuros de este tipo de encuestas de percepción ciudadana, cuando se interrogó a los encuestados en diciembre pasado sobre qué tan satisfecho sobre la vida se sentían, el 33,4 por ciento contestó que así lo percibía, lo que contrasta con el 31,0 por ciento que se registraba en julio de 2022. A lo anterior se agrega, que al preguntársele que opinaban sobre la situación económica en general, la proporción de quienes manifestaban en diciembre que se estaban satisfechos fue de 44,2 por ciento, muy similar a la que se observaba un año atrás (44,8 por ciento), superando, a su vez, la que registraba en agosto del año pasado (43,0 por ciento), cuando se instaló el gobierno actual.
En fin, la información del DANE muestra algunas pistas para descifrar la percepción de los hogares colombianos, pero, quizás, faltaría conocer el reporte del primer trimestre de este año para perfilar las tendencias que reflejen la satisfacción o insatisfacción (bienestar subjetivo) de las familias colombianas del primer tramo del Gobierno Nacional.
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