El fundamentalismo evangélico colombiano tiene un marcado estigma hacia la comunidad LGBTIQ+. Una investigación determinó que uno de los principales motivos para que esta población sea intolerante y reaccionaria a la diversidad sexual, es porque no pueden concebir el mundo de la forma convencional.
Por | Agencia UNAL
La tesis de Pablo Enrique Triana Ballesteros para recibir su título de Magíster en Sociología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), elabora una nueva categoría en el campo del conocimiento: la «procreación bélica» o «procreación para la guerra».
“Esta categoría constituye una de las principales razones en que se sustenta el estigma de homosexualidad en los evangélicos, pues se halló que para estas comunidades y su dogma es muy importante tener hijos, a quienes consideran soldados para adoctrinar y lanzar al mundo como ‘flechas’ con el propósito de instaurar su propio orden y creencias», explica el magíster.
Asegura además que “en la teoría no existe esta categoría, yo la nombré después de cuatro años de investigación en los que encontré que para quienes practican dicha religión la procreación debe que tener un propósito”.
También relata que, aparte de la Biblia, uno de los libros más vendidos en el mundo evangélico es Una vida con propósito: Devocional para niños –en sus diferentes denominaciones en todo el mundo–, del pastor cristiano estadounidense Rick Warren, pues para ellos todo tiene que tener propósito, y la paternidad no es la excepción; básicamente la razón por la cual ellos quieren tener una iglesia compuesta por heterosexuales es porque piensan que lo mejor es tener hijos, a quienes ven como ‘armas’ o ‘instrumentos’ para conquistar el mundo y expandir la palabra de Dios».
La investigación se realizó con integrantes de iglesias del fundamentalismo evangélico, es decir grupos religiosos que le dan una interpretación literal a la Biblia, a diferencia de los católicos populares que no viven al pie de la letra los rituales que proclaman las escrituras.
El sociólogo entrevistó a 142 integrantes activos y disidentes de estas iglesias. «La metodología se enmarcó dentro de la sociología de la comprensión y lo que buscó no fue preguntarse si este fenómeno es bueno o malo, sino qué efectos tiene una creencia en la sociedad».
También señala que la motivación surgió de observar cómo influyeron los evangélicos en el plebiscito por la paz en Colombia y el impulso del No, que tuvo una incidencia para que esta corriente ganara en el marco de la campaña “Con mis hijos no te metas”.
Además de las entrevistas estructuradas, abiertas y a profundidad, también se recurrió al análisis crítico del discurso y a métodos etnográficos.
Discriminación y rituales
Uno de los hallazgos principales del trabajo es que para estas organizaciones la homosexualidad aún se concibe como una enfermedad, como fue definida por la psiquiatría de finales del siglo XIX.
El sociólogo explica que, «para este sector, la homosexualidad es una condición patológica que tiene sus causas en traumas de la infancia y que puede ser tratada mediante prácticas terapéuticas basadas en el conocimiento psicológico, como por ejemplo, los grupos de apoyo, las terapias de conversión, la corrección de comportamientos que no corresponden a los roles hegemónicos de género que se espera de los individuos y la evaluación del progreso mediante técnicas que también funcionan como dispositivos de control y dominación».
Tales prácticas se basan en la generación de emociones negativas, como la culpa, la vergüenza y la humillación, y por ende tienen efectos negativos en los homosexuales, pues generan estados de ansiedad y depresión.
En el trabajo empírico se evidenció que ninguno de los entrevistados que participaron en estos grupos fue “curado” de la homosexualidad. Incluso algunos feligreses llegan a generar sentimientos de odio y asco hacia los homosexuales. Entonces, “el homosexual es rechazado y discriminado en las iglesias evangélicas, incluso por sus amigos y familia; una frase común que muchos de los entrevistados escucharon de boca de sus padres era: ‘prefiero un hijo muerto que marica’».
El investigador narra que una de las respuestas que más lo impactó de varios entrevistados fue «yo le pedía a Dios que me matara, mi oración más fuerte y constante era abandonar este mundo para dejar de tener este cuerpo de pecado», la cual evidencia el impacto emocional de la discriminación, pues una constante en casi todos los entrevistados es que habían contemplado el suicidio, o lo habían intentado.
“Basados en diferentes versículos de la Biblia, en todas las predicaciones desde el púlpito señalan la homosexualidad o diversidad sexual en todas sus formas como una aberración y abominación para Dios”, comenta el sociólogo.
“En algunas iglesias realizan terapias de conversión e incluso exorcismos a las personas con identidad sexual diversa. En un cuarto oscuro, un grupo de personas rodean al homosexual, le ponen las manos alrededor de la cabeza y empiezan a orar glosolalias, que son lenguas sin significado comprensible alguno, conocido como don de lenguas, que conecta con el espíritu santo para sacar el ‘espíritu’ de homosexualidad», concluye.