Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
Los antecedentes
La semana pasada, en víspera de los comicios presidenciales, el Ministerio de Hacienda divulgó el Marco fiscal de Mediano Plazo (MFMP) 2022 (Crecimiento e inversión social con sostenibilidad fiscal), en un horizonte de diez años, que está centrado en la sostenibilidad fiscal y la estabilidad macroeconómica, y que, en palabras del viceministro Técnico del Ministerio de Hacienda, Jesús Antonio Bejarano “estamos organizando la casa, tras haber enfrentado el choque más fuerte en la historia económica reciente de Colombia, para que sobre estos cimientos se construya la agenda política del siguiente gobierno”.
La transición
La coyuntura económica de este año está marcada por la reversión del impacto de la pandemia y la transición a un sendero de crecimiento ralentizado, que arrancó el año pasado, y que ha estado caracterizado por un bajo crecimiento y una resistente espiral inflacionaria, puesto que los factores desencadenantes aún están latentes y las conservadoras políticas macroeconómicas contracíclicas han tenido resultados contradictorios. Lo anterior, si se tiene teniendo en cuenta que en los últimos dos años la llamada Regla Fiscal, que establecía topes del desfinanciamiento y endeudamiento público, fue suspendida.
El nuevo gobierno deberá enfrentarse a una férrea disciplina fiscal, eufemísticamente denominada “ancla prudencial”, que supone conciliar los llamados equilibrios macroeconómicos con las exigentes e impostergables demandas sociales y estimular tanto la inversión con el consumo, ya sea privado o público.
El horizonte económico del gobierno de Petro
El panorama que describe el documento del Ministerio de Hacienda y Crédito público (MHCP) para el periodo 2022-2033, es optimista, tanto en el frente interno (déficit fiscal) como externo (déficit en cuenta corriente), acompañado de una menor deuda pública y mayores recaudos tributarios, derivados de una previsible estabilidad en los precios internacionales del petróleo, que, según los pronósticos del MHCP, bordeará los 100 dólares. Sin embargo, se anunció que los precios “subsidiados” de la gasolina y el ACPM se treparán este mes como resultado de la contención deliberada de los precios internos, para evitar un alza exagerada en los combustibles utilizados en el transporte particular, público y de carga, y, por consiguiente, una mayor carestía en la canasta de bienes y servicios, particularmente en alimentos.
Como ocurre con las demás economías capitalistas, el acceso a una línea de crédito internacional que asegure liquidez (9.800 millones de dólares en 2022) y el monitoreo del Fondo Monetario Internacional (FMI), estará presente en el nuevo gobierno, a través de los draconianos programas de ajuste.
Los supuestos sobre los cuales se sustentan las proyecciones del Ministerio de Hacienda están asociados a la guerra en Ucrania (interrupción en las cadenas globales de suministros y encarecimiento de los insumos importados) y a la incertidumbre electoral en el país, que se disipará con la elección del presidente Petro, lo que llevará a que muchos indicadores como la inversión extranjera, la confianza empresarial y de los consumidores , la tasa de cambio, entre otros, recuperen sus niveles, después de la sacudida inicial.
El año entrante, según el MHCP será un año de “rebalanceo económico”, y luego la economía se enrutará, por un crecimiento balanceado y sostenido, alrededor de 3,2 por ciento en los siguientes diez años guiados por un patrón sectorial de transformación productiva. Simultáneamente, 2023 presenciará una reducción de la tasa de desempleo que se situará en 10,4 por ciento y se comprimirá, desde 2024 (10,3 por ciento) hasta alcanzar 8,6por ciento en 2033. La sustancial mejoría en el mercado laboral será clave en la búsqueda de la equidad distributiva.
Dentro de la trayectoria lineal del comportamiento económico, planteada en el MFMP, también se encuentra la variación de precios en el mediano plazo, que se ajustará a la inflación objetivo de 3,0 por ciento. A lo anterior se suma la mejoría sustancial en el déficit fiscal y la deuda del Gobierno Nacional, que hará manejable el gasto público durante el próximo cuatrienio. Mejor escenario futurista imposible.
¿Optimismo o pesimismo gubernamental?
Como se puede observar, el MFMP es muy optimista en sus previsiones, descartando cualquier eventual reforma tributaria, sin embargo, reconoce que existen riesgos en el manejo macroeconómico que giran alrededor de: 1). La persistencia de la escalada alcista de precios de bienes y servicios; 2). La permanencia de los cuellos de botella en sectores rezagados como la minería, -a pesar del anuncio del nuevo gobierno de no aprobar nuevas licencias de exploración petrolera-, y la construcción, en contraste con la industria manufacturera y el comercio interno, que cederán la posta a los primeros; y 3). Menor dinamismo de los socios comerciales, a la par, que una mayor volatilidad en el precio de los productos básicos que componen la canasta minero-energética como el petróleo y el carbón.
Resulta preocupante que, dada la dependencia de la economía colombiana a los ingresos petroleros, se prevé que los ingresos tributarios que provienen de este hidrocarburo, declinarán como la producción petrolera, -que no supera el millón de barriles diarios-, lo que afectará las regalías que reciben las entidades territoriales, fuente de financiación del gasto regional y local.
COLOFÓN: Las previsiones económicas para el próximo periodo presidencial son inmejorables. El gobierno de Gustavo Petro que se instalará el 7 de agosto, quizás tendrá que revisar las cifras del MFMP, -soporte del nuevo plan de desarrollo-,debido a que habrá un cambio del modelo de crecimiento económico, basado en el desmonte gradual del modelo extractivista y la transición hacia una nueva matriz energética, lo que significará revaluar las proyecciones fijadas por el MHCP, apalancadas, principalmente, sobre políticas monetarias y fiscales ortodoxas. El nuevo ministro de Hacienda deberá encaminar los esfuerzos y recursos, privilegiando más el gasto social, que los equilibrios macroeconómicos, en los que las cuentas se cuadran con mayores tasas de interés, endeudamiento público y tarifas impositivas a los asalariados, compensados con el comodín de días sin IVA.
Causa curiosidad que el actual gobierno anticipe, que cuando comience la destorcida de los precios internacionales del petróleo en 2024, las utilidades que transfiere el Banco de la República al Gobierno Nacional puedan taponar este faltante. Esta fuente de recursos, junto a los recaudos tributarios y las utilidades de Ecopetrol, son los ingresos más cuantiosos de las finanzas públicas.
Finalmente, como todos los pronósticos económicos que se basan en supuestos simplificadores están atravesados por la brumosa incertidumbre, habrá que esperar que la sostenibilidad económica empate con la estabilidad política, para que la gobernabilidad requerida fundamente la gobernanza democrática, que converja alrededor del bienestar social y la construcción, a muchas manos, de un nuevo país.
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Como siempre un análisis muy riguroso y acertado. Falta más difusión a estos artículos macroeconómicos